Sin tiempo que perder, jeltzales y socialistas se han propuesto sellar cuanto antes el acuerdo que les permitirá volver a gobernar «juntos, pero no revueltos», ... como ha sido costumbre hasta ahora.
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Sabin Etxea ha avanzado que tendrá que ceder más parcelas de poder (al haber perdido seis escaños) frente al PSE-EE (que ha ganado dos). Por lo que es probable que algunas consejerías de calado y quizá hasta la Presidencia de la Cámara vasca vayan para los de Eneko Andueza, más que probable vicelehendakari de un futuro Gobierno que, en atención al mandato democrático y a la nueva correlación de fuerzas (40 de los 75 nuevos escaños son de izquierda), debería desarrollar políticas 'ad hoc'. Lo que no casa del todo bien con algunas de las afirmaciones y promesas de corte más liberal que progresista que hiciera Imanol Pradales durante la campaña, cuando lo que tocaba era marcarse «un estriptis ideológico» para diferenciar su oferta electoral de la de EH Bildu.
Pero tampoco eso supondrá mayor problema, dado que el PNV hace ya tiempo que incursionó por los fecundos senderos de la socialdemocracia de la mano de Pedro Sánchez, sin que de momento se den las condiciones favorables para volver a su zona de confort.
La gobernabilidad está en marcha y se prevé que se resuelva en tiempo récord. Otra cosa será abordar de inmediato el debate en materia de autogobierno que quedó pendiente en la pasada legislatura, como pretende el coordinador general de EH Bildu, impaciente por empezar a hablar de lo que, durante la campaña, su cauteloso candidato, Pello Otxandiano, apenas quiso nombrar, consciente de que el derecho a decidir no está, a día de hoy, entre las principales preocupaciones del electorado vasco y las ansias de independencia se encuentran en mínimos históricos de popularidad.
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Ha sido verse liderando el imparable avance de las huestes abertzales que han ido conquistando de este a oeste el territorio de Hegoalde, para que a Arnaldo Otegi le haya entrado la urgencia de reabrir el debate sobre el proceso soberanista, poniendo sobre la mesa que, si 40 de los 75 nuevos escaños son de izquierda, 55 de los 75 corresponden a formaciones que (en teoría) defienden el derecho de autodeterminación.
Ahora que Bildu goza de mayor peso dentro de la Cámara, igualado en escaños con el PNV, Otegi (que no da puntada sin hilo) ha decidido que no hay tiempo que perder para volver a instalar en la agenda pública vasca la cuestión identitaria, en el marco del reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado pendiente de negociación con Madrid y en coincidencia con las elecciones catalanas, donde este será sin duda el tema estrella, con lo que persigue un doble objetivo estratégico: hacer que los jeltzales se retraten y digan hasta dónde están dispuestos a llegar en este asunto, volviendo a ponerles en aprietos con su socio preferente que ha dicho ya con toda claridad que nuevo Estatuto sí, pero nuevo estatus no; y que se visualice con ello la necesidad de alcanzar pactos de país de geometría variable en el doble eje izquierda/nacionalismo. Se mire por donde se mire, un 'win-win'.
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