Ignacio Pérez

Liderar el cambio o cambiar de líder

Sábado, 3 de febrero 2024, 00:03

La precampaña para las elecciones vascas ha echado a andar sin que haya una fecha fijada aún para los comicios y las comparecencias de los ... candidatos se suceden casi a diario, anticipando la que será su estrategia electoral que, en el caso del PNV y de EH Bildu, parece más centrada en intentar patrimonializar el discurso del cambio (en un caso, como necesaria autorregeneración y en otro, como alternativa de gobierno), que en afear las carencias del adversario, al que se mira de reojo esperando el momento de afilar el colmillo.

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Abanderando una renovación generacional que reivindica lo hecho hasta ahora y promete mejorarlo escuchando a la ciudadanía para adecuar su programa electoral a sus demandas y necesidades, el candidato del PNV busca recuperar parte del voto perdido en las últimas citas electorales. Con lo que, lejos de darse por amortizados, los jeltzales darían la vuelta al argumento de quienes ven lógico que, tras 40 años de gobierno de las mismas siglas y una vez pasada la página del terrorismo de ETA, en Euskadi se produzca un cambio de ciclo político, pretendiendo liderarlo.

Con su look más juvenil, Pradales (o Imanol, como le gusta que le llamen) protagoniza vídeos en las redes sociales para ganar nuevos votantes, como aconsejan los manuales del marketing político. A la vez se pasea por los estudios de radio y los platós de televisión conjurando el peligro de «los populismos de izquierda y derecha» que contrapone a la opción «centrada y fiable» que representa su partido, cuyo papel en la construcción de la Euskadi del bienestar reivindica orgulloso, con palabras como «autogobierno», «estabilidad», «seguridad», «responsabilidad», «solvencia» y «seriedad». Es consciente de la prevención que respaldar otras alternativas más disruptivas sigue provocando en lo que se conoce como «el centro sociológico» al que preocupan sobre todo 'las cosas de comer' y en un electorado más abertzale de signo conservador, huérfano de referentes, al que aún le genera cierto vértigo votar a EH-Bildu.

Es ese un caladero, el de los abstencionistas y los indecisos que se preguntan por el riesgo (o la oportunidad) de sustituir un modelo de gestión y de país bien conocido por otro de resultado incierto, en el que también pretende pescar la izquierda abertzale, sin atreverse a explicitar en qué consiste la alternativa de cambio que propone, con un discurso, cada vez menos independentista y revolucionario, y más pactista y socialdemócrata. Aunque su problema real sea cómo derribar el 'muro de contención' que supone la histórica alianza PNV-PSE-EE y que complica su llegada a la Lehendakaritza, por cerca que esté de lograr el ansiado 'sorpasso'.

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De ahí la propuesta de su candidato, Pello Otxandiano, de alcanzar un pacto a tres que incluya al PNV. Una especie de 'tercera vía' para que los socialistas vascos (en cuya mano está la llave que abrirá las puertas de Ajuria Enea) se atrevan a cruzar las líneas rojas que se han autoimpuesto y que, a priori, imposibilitarían que en Euskadi cristalice una alternativa de gobierno de izquierdas… hasta nueva orden.

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