La investidura no está hecha

Jueves, 21 de septiembre 2023, 00:01

En esto de la ley de amnistía hemos pasado de un debate jurídico, docto y racional, sobre si tal norma sería o no compatible con ... el mandato constitucional, a uno de andar por casa, de un cariz casi teologal e ideológico, sobre si es justo o no el perdón de los pecados de quien no se arrepiente de ellos y sobre la conveniencia de poner en entredicho la calidad democrática de un Estado que juzgó y condenó a los líderes del 'procés' por un delito que ahora tendría de reconocer que no fue tal para exonerarles de su culpa.

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Difícil dilema, como todos los de índole ética o moral, en el que cada cual tendrá su muy respetable opinión particular. La mía es que, en el referéndum celebrado en octubre de 2017 en Cataluña, ambas partes en conflicto se saltaron todas las líneas rojas pues, si los independentistas decidieron desobedecer la categórica prohibición gubernamental de celebrar una consulta (no vinculante) y desafiaron el orden constitucional al proclamar unilateralmente la independencia, no lo es menos que el Estado se extralimitó, tanto al reprimir con brutalidad policial a los manifestantes, como al judicializar el asunto para castigar con severidad un acto de desobediencia civil y política que nunca se tendría que haber producido si la Política (esta vez con mayúsculas) hubiese sabido jugar su función real, que no es la de crear ni agravar los problemas, sino la de tratar de resolverlos antes de que lleguen a enquistarse.

Como quiera que fuese, en el punto en el que nos encontramos hoy, con un expresident que para algunos es un prófugo de la justicia y para otros, un president represaliado en el exilio, y cientos de procesados más, la cuestión sigue siendo: ¿cómo lo resolvemos? Y, en esto, nuevamente es a la Política –y no a la justicia– a la que le toca llevar la voz cantante. La aritmética electoral y el apremio de Pedro Sánchez por volver a ser presidente han querido que así sea. Y es lógico que Puigdemont le advierta de que al que algo quiere algo le cuesta y de que «las condiciones no las pone quien pide ayuda», sino quien está en condiciones de darla. También Otegi ha recordado que «no es realista aspirar a gobernar sin dar nada a cambio». Mientras Ortuzar insiste en que la pelota está en el tejado del líder socialista y en que este tendrá que «empezar a hablar en serio», no solo de la investidura sino de una eventual legislatura que puede ser la del desafío territorial, desvelando cuáles son sus intenciones reales.

Pero Sánchez no suelta prenda. En las últimas horas ha dejado que sean los hechos consumados quienes hablen por él al salir adelante en el Congreso la modificación del reglamento que permite el uso de las lenguas cooficiales, sumando sus votos a los de los nacionalistas con total normalidad democrática, y en conversación informal con periodistas ha descartado una repetición electoral, pero sigue sin querer mencionar la amnistía ni mucho menos la autodeterminación, lo que tiene a sus potenciales avalistas sumidos en una guerra de nervios. «La investidura no está hecha» insisten en el PNV, a la espera de que el aspirante a la reelección se atreva a hablar claro.

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