Cuestión de desconfianza
Entre líneas ·
La sensación de falta de control tras el estallido del 'caso Cerdán' amenaza con colapsar la legislaturaLa sensación de falta de control que muestra el Gobierno, con un presidente aún noqueado tras las últimas revelaciones sobre el 'caso Koldo-Ábalos-Cerdán', ... muestra la grave situación en la que se encuentra la legislatura, amenazada de colapso. Objetivamente, los indicios recogidos por la UCO de la Guardia Civil contra dos exsecretarios de Organización del PSOE que han sido estrechos colaboradores del presidente dibujan un escenario muy extremo.
Pedro Sánchez se reunió por sorpresa con el president Salvador Illa el viernes en un momento en el que el PSOE se ve atenazado por el miedo a nuevas revelaciones y una cierta paranoia interna. Nadie sabe dónde está el traidor y la desconfianza se ha instalado peligrosamente. La percepción de que existe una estrategia no ya para derrocar a Sánchez, sino para liquidar al PSOE como organización –«Está en trance de extinción», ha dicho Alberto Núñez Feijóo–, va a forzar un cierre de filas. Lo relevante es que el llamamiento a la regeneración y a la tolerancia cero contra la corrupción 'caiga quien caiga' no se quede solo en la retórica de la exigencia y se traduzca en medidas valientes. Está en juego que esta crisis no se lleve por delante el sistema en su conjunto. Es un riesgo real que en este mismo momento puede alimentar las expectativas de Vox de forma exponencial.
Los socios nacionalistas y de izquierda están incómodos en este momento en el que la imagen de la Guardia Civil en la sede de Ferraz y en Transportes en busca de pruebas contra Santos Cerdán y José Luis Ábalos es demoledora. En el marco de esta batalla del relato, en la que los socialistas juegan a la defensiva y el 'cisne negro' se ha convertido en un monstruo, la sucesión de acontecimientos es rápida y crucial. Dependerá de las nuevas revelaciones si se escala la presión o el presidente cuenta con un mínimo margen de maniobra para diseñar una salida a medio plazo que al menos le permita recuperar algo de aire e ir a elecciones a final de este año o en el primer trimestre de 2026.
Imaginémonos que Illa le ha convencido de que se presente al final a una cuestión de confianza que obligaría a todos los partidos a retratarse en busca de una salida a la crisis. Sánchez debería lógicamente afianzar primero si hay agua en la piscina antes de lanzarse en plancha. Teniendo en cuenta que Podemos se ha colocado ya en la oposición, la única duda es si los morados votarían en contra o si se abstendrían. Si Podemos decidiera abstenerse y todos los demás del bloque de investidura votasen a favor –lo que está por ver–, Sánchez podría sacar un aval para continuar a pesar del ruido, del fango y de la porquería. Si apuestan por votar en contra, tumbarían la cuestión de confianza y a Sánchez no le quedaría políticamente más remedio que presentar su dimisión como presidente para que el PSOE propusiera un nuevo candidato que renegociase para dos años la investidura. Y si no sacase la mayoría, nuevas elecciones. Son dos escenarios de alto riesgo pero no hacer nada es, a estas alturas, resulta mucho peor.
Hay dos elementos que ayudan a interpretar el contexto. El primero, la oposición de Sánchez a un aumento al 5% en gasto militar planteada como una exigencia de Donald Trump. Un planteamiento que va a tropezar con la oposición de un amplio sector que considera que esta demanda va a terminar por asfixiar el modelo social europeo. Con esta posición, Sánchez intentará desplazar el eje de la conversación hacia el imaginario del gasto militar y social. El otro eje del debate es la polémica con la Conferencia Episcopal, que ha pedido elecciones anticipadas en una inaudita posición política que ha reflejado un alineamiento que no tiene precedentes. Llama poderosamente la atención este duro encontronazo del Gobierno con la cúpula eclesiástica provocado por esta última. El decantamiento de los obispos constituye un torpe movimiento que va a servir al Ejecutivo para envolverse en una bandera ideológica frente a las 'intromisiones' de la cúpula eclesiástica. Con la Iglesia hemos topado.
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