Cuando Ajuriagerra neutralizó a Ekin, el embrión de ETA
El periodista Eugenio Ibarzabal presenta esta tarde la biografía sobre Juan Ajuriagerra, una de las figuras decisivas del nacionalismo vasco
La historia del PNV no se puede entender sin la aportación de Juan Ajuriagerra, un personaje duro y hosco, pero con una gran autoridad moral, ... que se vio obligado a tomar decisiones trascendentales en momentos dramáticos. Choca que no haya sido reivindicado y publicitado por su partido con más énfasis, como sí ha ocurrido con otros líderes. Este diagnóstico lo comparte el periodista Eugenio Ibarzabal, autor del libro 'Juan Ajuriagerra. El Hermano mayor' (Erein), que se presenta hoy en la Fundación Sabino Arana (19.30 horas). Ibarzabal, que fue director general de la Presidencia y portavoz del Gobierno vasco entre 1985 y 1987, ha tomado prestado el título de la obra de un obituario firmado por el lingüista Koldo Mitxelena, colaborador cercano del dirigente jeltzale, que si bien «para algunos era el gran conspirador y el controlador», para muchos otros era «el hermano mayor que le tocó asumir responsabilidades excesivas».
Sin quererlo, porque era «un gran tímido sin habilidades sociales» que le gustaba trabajar en la sombra, el carisma de Juan Ajuriagerra se fraguó en plena Guerra Civil cuando, de facto, asumió el mando de los batallones nacionalistas y regresó de Francia para encarar la capitulación en Santoña, aunque esa decisión podía suponer su condena a muerte. «Ahí comenzó el mito», enfatiza Ibarzabal, que destaca su fuerte atracción. «Muchos que han trabajado a mis órdenes están allí en peligro inminente de morir y a mí me toca morir primero», le dijo al padre Barandiarán, después de escuchar misa y antes de subir a un avión en Biarritz que aterrizó en la playa de Laredo pese a la oposición inicial del piloto. Era la tarde del 23 de agosto de 1937. ¿Qué pasó en Santoña? ¿Por qué fracasó la capitulación ante los italianos, con los que se había llegado a un pacto?
Se lo pregunto a Ibarzabal. «Si Ajuriagerra no se presenta allí, el Ejército vasco, que ya estaba muy desmoralizado y había sufrido un descalabro, se hubiera diluido como un azucarillo. Ajuriagerra pensó: 'Vamos a sacar lo que podamos porque esta lucha no termina aquí, hay que mantener la red como sea porque esto tiene continuación'. No hay que olvidar que el nacionalismo vasco tenía dos frentes en la cabeza: contra el fascismo y contra los grupos que había a su lado en los que no confiaba porque habían hecho barbaridades. Los crímenes por parte de la izquierda fueron terribles».
¿Y el papel del lehendakari Aguirre? «Hay un momento en el que la figura, la representación es Aguirre, pero el papel fuerte y político lo desempeña Ajuriagerra, que es quien tiene el control de la situación y quien toma las decisiones difíciles. De hecho, le ordena que salga. 'Tú te vas fuera'. El canónigo Onaindia me aseguró que Aguirre nunca hablaba de eso. ¿Tenía una espina clavada? ¿Se había sentido marginado? Es difícil de saber». Ajuriagerra negocia el pacto y asume la capitulación, pero la derrota no le frena.
Aquellos «chicos majos»
Años después, sin embargo, la nueva generación nacionalista no se lo tiene en cuenta. Los jóvenes acusan a los hombres de la guerra de inacción y pasividad. «Hay un corte, una ruptura. La generación anterior no sabe nada. Ellos dicen que hay que hacer algo 'serio', aunque no se sabe lo que es. Tú eres el perdedor, no vemos futuro contigo, no vemos luz, nos lo tenemos que montar por nuestra cuenta, le dicen a Ajuriaguerra, al que llaman 'El almirante' con un sentido peyorativo», sostiene Ibarzabal. Esos jóvenes críticos son los que crean Ekin, el embrión de la futura ETA.
En sus inicios cuentan con el apoyo de los Servicios de Información del Gobierno vasco, que romperán con Ajuriagerra. «No es una creación de los Servicios, aunque sí fueron favorecidos por ellos. ¿Aquí quién manda? A través de la gente joven, los Servicios quieren tener un pie en el interior. Ajuriagerra les cortó y montó un servicio de inteligencia propio». Incluso al lehendakari Aguirre le parecen unos chicos majos a los que hay que apoyar.
«Aquellos jóvenes entraron en una guerra que al principio desconocían, pero de la que luego fueron conscientes. No era un tema de violencia sí o violencia no. Entonces no estaban hablando de eso», afirma Ibarzabal. Todavía faltaban años para que cruzaran la línea roja, la de matar. Apuntaban maneras porque impulsaron la llamada 'sexta rama', que se encargaría de la acción propiamente dicha. No prosperó en aquel flirteo con el PNV, pero más adelante será ETA sexta la que impulse la vía militar frente a la política.
Ibarzabal asegura que en el nacimiento de ETA hubo motivaciones personales y de poder, más que una lucha ideológica. Y ofrece detalles de lo que fue un asalto de Ekin a la dirección del PNV para hacerse con el control del partido a través de Eusko Gaztedi (luego EGI). «En Gipuzkoa el tema se había perdido porque se lo pusieron en bandeja. En Bizkaia se para gracias a Ajuriagerra». El escritor describe en el libro una reunión histórica celebrada el 20 de junio de 1958 en Bilbao, en la que Ajuriagerra se reúne con representantes de Ekin (Julen Madariaga y José Manu Agirre), días después de la expulsión de Benito del Valle.
Exigen un plan de trabajo «serio» y acusan al PNV de estar «muerto». Allí se rompen los últimos lazos. «Si no está Ajuriaguerra se quedan con Bizkaia», especula Ibarzabal. «Y otra cosa, ¿hubieran sido violentos?». Un año después Ekin adopta el nombre de ETA. El 18 de julio de 1961 llega el intento de descarrilamiento de un tren con excombatientes carlistas y ETA se embarca en una línea violenta. «Se empieza, y luego, cuesta abajo la rodada», le contesta Jesús Solaun, otro histórico dirigente jeltzale al autor del libro en el funeral de Ajuriagerra.
El autor del libro
Eugenio Ibarzabal. Fue director general de la Presidencia y portavoz del Gobierno vasco entre 1985 y 1987. A las 19.30 h., en la Fundación Sabino Arana, presenta su libro 'Juan Ajuriagerra. El Hermano Mayor'.
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