El PNV abraza un perfil verde y social e insiste en el derecho a decidir

En plena ofensiva de EHBildu para acaparar protagonismo político como partido útil y de clara vocación institucional, en el texto del PNVcobran peso como nunca antes cuestiones hasta ahora más asociadas a partidos de izquierdas y socialdemócratas que al nacionalismo para intentar no quedarse descolgados del voto joven. Esencialmente, la transición «verde» y el cambio climático, el feminismo y las políticas de igualdad, el reto demográfico y los problemas asociados a él, como la definición de un nuevo sistema de cuidados y un renovado pacto intergeneracional y la integración de los inmigrantes en una Euskadi cada vez más envejecida.

Todo ello como punto de partida de un proceso de «escucha activa», en realidad un ciclo de encuentros con la sociedad organizada, que pretende subrayar la vocación del PNV como partido enraizado en Euskadi y atento a los «cambios» sociales. «Hoy somos mucho más nación que hace cuarenta años, pero la sociedad y el mundo que nos rodea son distintos. Las aspiraciones personales de la ciudadanía no son las mismas que hace unas décadas», analizan.

El documento dedica apenas tres folios a las cuestiones identitarias que han vertebrado la doctrina clásica del partido, sin renunciar a ellas en absoluto pero sin aportar novedades de calado y con la idea central de que es el adecuado funcionamiento de las instituciones vascas y su capacidad para resolver problemas el factor más potente para reforzar la «identidad nacional» y la adhesión a esa «motivación identitaria». El PNV insiste en la «institucionalización del derecho a decidir» para «dar cauce a la voluntad libre y democráticamente expresada por la ciudadanía vasca», la vía adecuada, concluyen, para «actualizar y materializar la plena realización de los derechos históricos del pueblo vasco como manifestación institucional de su autogobierno».

Ese apartado defiende el reconocimiento «de los distintos sentimientos de pertenencia» que conviven en Euskadi para garantizar «la igualdad de condiciones de las distintas adscripciones identitarias» y hace especial hincapié en el fomento del euskera, de una cultura propia y específica que refuerce el sentimiento abertzale y de un «relato histórico de lo vasco que ofrezca una idea cierta de nación».

Los capítulos restantes se extienden largo y tendido en los retos socioeconómicos y en la necesidad de asentar un «nuevo modelo» productivo «que además de competitivo sea sostenible». «Necesitamos un cambio profundo en los sistemas de producción, formación, movilidad y costumbres sociales dentro de un absoluto respeto al entorno», subrayan, al tiempo que enarbolan la bandera ecologista y abrazan una «nueva estrategia verde, nuestro Basque Green Deal». «El mundo verde debe ser nuestro mundo», abundan.

Junto a ello, hay reflexiones llamativas en materia fiscal, con el reto claro de «mantener y potenciar los centros de decisión empresarial en Euskadi». Tras la polémica por el «dumping» tributario del que Urkullu acusó a Madrid, el texto elude hablar de subir o bajar impuestos, pero sí pide «explotar aún más la soberanía fiscal» que da el Concierto con «incentivos fiscales» que atraigan la inversión y faciliten la creación de empleo «de calidad».

También apuesta el PNV por no caer en la «autocomplacencia» ni acomodarse en el Estado de Bienestar. En ese punto, los jeltzales hacen una crítica de calado a una sociedad cada vez más funcionarial en comparación a otras regiones europeas. «Necesitamos promover más decididamente, en casa y en la escuela, la cultura del esfuerzo, la excelencia y el emprendimiento, dado que el porcentaje de personas jóvenes cuya ambición es ser funcionario es demasiado elevada», advierten.