La villa medieval más pequeña de Euskadi
Labraza (Álava) ·
Entre viñedos, bajo las montañas de la Sierra de Toloño y al pie de la villa medieval de Labraza sobrevive una reliquia de bosque de ... pino carrasco (Pinus halepensis). Todavía en silencio mientras el parque eólico que le pondrá horizonte planea levantar sus palas al cielo. El pinar es el de Dueñas y sus árboles son los únicos pinos carrascos de Euskadi, joya natural que Labraza cuida y custodia con museo para su interpretación incluido.
Se hace raro salir entre campos de cereal y viñedos para sumergirse en un pinar muy verde como este. Los especialistas en botánica dicen que antes, en el siglo XVIII, hubo allí un labrantío llamado 'Dueñas' pero el bosque que proporcionaba sombra a los agricultores era entonces todavía un encinar. Quizás las talas para leña y algún incendio acabaron con las encinas y los pinos vinieron a encontrar su lugar echando raíces en un rincón que les resultó favorable, apartado de las riberas del Ebro y de sus frecuentes nieblas. Los pinos ocuparon un pequeño cordal, entre los barrancos de Dueñas y de Valdebarón, que tiene su punto más elevado en la cota que dicen 'Mojón Alto', a más de 700 metros de altitud.
Es el único pinar de carrasco en Euskadi pero también el bosque más noroccidental de la península de esta conífera que también crece en Las Bardenas Reales de Navarra. Las acículas cubren y abrigan el suelo y el sotobosque mantiene una frescura extraña en el paisaje riojano, permitiendo el crecimiento de brezos y enebros bajo su manto.
Sobre el pinar está Labraza, la más pequeña de las villas medievales de Euskadi. Nombrada por primera vez en el Fuero de 1196, que en latín medieval se dice como 'La Braça' y cuyo origen sería Bracchia, o la villa de Bracchia, la de San Cristóbal, el santo cuyos brazos acogen y protegen.
El investigador local Elías García Chasco opina que su nombre también podría ser la transformación de un 'Baratzak', sustituyendo al anterior que en el Fuero de Labraza se reconocía también como 'Castellón'. Chasco ha rebuscado toda la documentación posible y cuenta que el pinar de Dueñas, además de árboles, abriga la colina donde se instaló un castro Berón, un cerro que se había llamado 'Murillo', casi seguro en referencia al parapeto del castro, y que domina como una atalaya el recorrido del Ebro hacia Logroño.
Otro castro celta está muy próximo a Labraza, algo más al norte, sobre el monte de 'La Paridera' o del 'Corral Nuevo'.
Que un pinar raro nos lleve a callejear entre las murallas de la más pequeña villa de Euskadi suena bonito. Más si nos dicen que el pueblo, que más parece una fortaleza, conserva extramuros la nevera de Las Llanas y la fuente del Moro y aún más si vemos cómo se arracima dentro de su particular fortín, defendido por puertas y bastiones. La fortaleza de Labraza, con un alcázar-palacio rodeado de fuertes murallas esquinadas por recias torres defensivas, jugó un importante papel en las guerras fronterizas perteneciendo al Reino de Navarra desde el siglo XII, cuando el rey Sancho el Fuerte le concedió el título de villa como San Cristóbal de Labraza, hasta mediado el siglo XV. Espectacular escenario de piedras viejas, pinos nuevos y castros escondidos.
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