La villa aragonesa con una muralla mayor que la de Ávila
Daroca (Zaragoza) ·
Considerada una de las ciudades con mejor patrimonio mudéjar, atesora imponentes torreones y hermosas casas señorialesM. Bermúdez
Jueves, 23 de octubre 2025, 20:18
Aragón siempre invita a una escapada interesante. En cualquier época del año. Una parada imprescindible es la majestuosa ciudad de Daroca, considerada una de las ... villas más bonitas de Aragón -se la conoce como «la ciudad de los siete sietes» por la variedad de monumentos con que cuenta-, que luce una estampa de lo más llamativa gracias a sus casas y, sobre todo, a su muralla. Y es que está rodeada por una pared de 4 kilómetros cerrada por dos puertas monumentales: la Puerta Alta y la Puerta Baja, situadas a ambos extremos de la Calle Mayor, una de las calles medievales más grandes de Europa.
Con sus imponentes torreones, puedes recorrerlas hasta llegar al antiguo castillo, desde el que disfrutar de una preciosa vista panorámica de la localidad y que es el más extenso y mejor conservado de Aragón. Precisamente, uno de los tramos de la muralla más recomendados para descubrir es el que se ubica entre la Puerta Alta, el cerro de San Cristóbal y la Puerta Baja, ya que transporta a las épocas más esplendorosas del pasado de Daroca.
En el corazón del casco histórico se encuentra, además, una de las joyas de su patrimonio: la espléndida basílica de Santa María, donde se conservan los Sagrados Corporales, que es como se conoce a un milagro acaecido en la ciudad en el siglo XIII. La tradición cuenta que en el año 1239, en plena reconquista cristiana de Al-Ándalus, en la localidad valenciana de Luchente, los musulmanes habían sitiado a las compañías llegadas desde Calatayud, Daroca y Teruel, lideradas por el noble Berenguer de Entenza. El asedio era tal que, durante la misa de la bendición de tropas previa a la batalla, los cristianos fueron atacados.
El sacerdote que oficiaba la ceremonia ocultó con prisa en un paño las seis hostias consagradas que los capitanes de las tres tropas no tuvieron tiempo de consumar. Contra todo pronóstico, siendo minoría y estando sitiados, los cristianos resultaron vencedores de la batalla. Tras la contienda, el cura fue a recuperar los corporales cuando, para sorpresa de todos, descubrió que estaban empapados en sangre dentro del paño que los protegía. Los allí presentes entendieron este suceso como un milagro. Como los capitanes de las compañías querían cada uno que las hostias empapadas en sangre fueran expuestas en sus respectivas localidades y no hubo un acuerdo, al final se decidió que una burra que nunca había pisado suelo cristiano transportara los Sagrados en una caja. La leyenda dice que el animal emprendió su marcha libremente y, once días después, llegó exhausta al convento de San Marcos de Daroca, donde cayó muerta. El episodio se rememora en unas fiestas que se celebran en el Día del Corpus.
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Distancia A 388 kms. desde Bilbao y a 350 desde Vitoria.
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Información www.darocaturismo.es
Casas de los Luna y Diablo
En Daroca, es imprescindible pasear por las calles de la judería, asentada en el actual Barrio Nuevo. De igual forma, no se puede perder uno la iglesia de San Miguel, con pinturas murales góticas de gran colorido, y los templos en honor a San Juan y Santo Domingo de Silos, que comenzaron a construirse en el siglo XII, en estilo románico, concluyéndose en el XIII con técnicas mudéjares.
En un paseo por sus empinadas calles el viajero se deslumbra con elegantes casas señoriales como el palacio de los Luna, la Casa Diablo -conocida así porque en ella vivió hacia 1836 un destacado revolucionario anticlerical, apodado 'El Diablo Royo', tanto por el color de su pelo como por su conducta-, la antigua Casa de Canónigos, el palacio de Gil Bernabé y el antiguo Hospital de Santo Domingo, actualmente sede del Museo de la Historia y las Artes.
Tampoco puede faltar en el recorrido la visita al convento de los Trinitarios, que marca el punto exacto en el que terminó el largo viaje de la burra que transportara los Sagrados Corporales. En su memoria, la puerta gótica del edificio recuerda en su arco el milagroso suceso, que aparece esculpido en la piedra.
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