Iznájar, el pueblo de los miradores
Imposible resistirse a la fabulosa imagen que viste este precioso pueblo cordobés, donde las vistas surgen en cada rincón
Basta ver su imagen cuando te acercas para entender por qué la localidad cordobesa de Iznájar cuenta con multitud de miradores. Con su castillo nazaorí en la cresta y el embalse a sus faldas, regala vistas a manos llenas. El Mirador de La Villa se asoma desde el casco histórico, junto a la Sala-Museo Antonio Quintana, saluda a la Sierra de la Ventana y al arroyo de Priego. El Mirador Cruz de San Pedro, en la parte alta, es el elegido para disfrutar puestas de sol. El de Las Peñas, en la calle paralela a la Cruz de San Pedro, sobre la roca, mira al embalse. El de Las Tres Cruces, permite hermanarse con la naturaleza accediendo a un pinar con maravillosa perspectiva. El de Las Canteras, abajo, es el mejor para observar la belleza piramidal de Iznájar entre aguas. El de Cruz de Postigo invita al paseo y a observar la tranquilidad del embalse. Y el Mirador Puerta del Rey, en la calle con más pendiente, da también al agua.
En avión
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Aeropuerto Bilbao-Málaga
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Aerolínea Vueling, Volotea
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Cuándo Todo el año
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Trayecto 1:25 horas.
Iznájar destaca. Espera en una península unida por dos puentes, el Agromán y el Fernández. Su barrio de la Villa fue declarado Bien de Interés Cultural. Además, con tanta humedad, suma una playa, la de Valdearenas. El Castillo de Iznájar Hisn-Ashar se eleva sobre 533 metros, rodeado por el río Genil y el arroyo de Priego. Sus raíces las levantaron, a mediados del siglo VIII, probablemente hispanogodos, y fue ampliándose hasta el XV. El origen árabe de la localidad cede el nombre a la localidad por la derivación de 'hisn' (castillo) y 'al-ashar' (alegre).
Solo hora y cuarto en coche separan el lugar de la ciudad de Málaga, un paseo por la historia que narra nueva curiosidad: la reconquista de Fernando III no llegó a estas tierras, parte del reino granadino, hasta la primera mitad del siglo XV. Juan II las incorporaría a Castilla y Diego Fernández de Córdoba, señor de Baena y conde de Cabra, recibió su jurisdicción y señorío hacia 1468 como pago por haberse adherido a Enrique IV. Nacía así el Vizcondado de Iznájar, que sigue vigente.
La iglesia parroquial de Santiago Apóstol aguarda en la parte alta, en el recinto de la villa medieval. Desarrollada en época renacentista, tras la cal que la cubría aparecieron frescos del XVII en los laterales próximos al altar. Templo diferente es el santuario Virgen de la Piedad, la patrona, la ermita de la Antigua (XVII), cuyo camarín del XVIII destaca por su peculiaridad debido a la cubierta de 9 tramos con 8 bóvedas y pequeña cúpula central, elevado en 4 columnas. Otros dos edificios lucen especial encanto, la Casa de las Columnas (XVIII), sede de la antigua administración de los Condes de Albi, donde recaudaban los impuestos, con fachada de escudos de armas de los Salazar y reja central, y la biblioteca municipal Julio Burell, antiguo pósito, ampliación del castillo en el XVIII, que servía de almacén de cereales y cuida una carpeta de grabados del artista local Antonio Quintana en colaboración con el Nobel Vicente Alexandre, y Los Episodios Nacionales firmados por Benito Pérez Galdós.
Caminar por las callejas es hacerlo por la esencia andaluza. La Plaza de la Torre regala vistas privilegiadas hacía el Castillo y el barrio del Peñón, y un patio de vecinos con flores en las fachadas. La Plaza Rafael Alberti propone homenaje al poeta que encontró allí la inspiración para escribir 'La Arboleda Perdida'. El Patio de Las Comedias, en época medieval zoco, albergó representaciones teatrales en el XVI; la Torre de San Rafael enamora...
Contempla sin prisa el Paseo de las Canteras, en la parte baja, al pasar el Paseo de la Coronación. Antigua carretera que comunicaba el núcleo con las aldeas de la parte sur, quedó en desuso tras las inundaciones por la construcción del embalse en los 60. Cuando este baja de nivel, surgen restos de las viviendas anegadas, y permite hacer la ruta que enlaza con la carretera de Cierzos y Cabreras.