Los pilares de Vitoria
Nos colamos en cuatro edificios de la capital vasca en visitas guiadas e incluso con realidad virtual para vivir otras vidas
Han cumplido muchos años, por eso encierran multitud de anécdotas. Conocerlos es acercarse al pasado de la ciudad, echar la mirada atrás hasta épocas que ocuparían varias páginas en un libro de Ken Follett o dentro de revistas especializadas en historia. Un paseo a solas no enriquecería la experiencia tanto como una visita guiada por personas o la tecnología. Proponemos dejarse acompañar para cruzar el umbral de salida bien aprendidos.
Catedral de Santa María
Paseo virtual
Acceder a ella mientras narran su desarrollo unido a los orígenes de la aldea de Vitoria es un imprescindible (reservas: www.catedralvitoria.eus/). El extra lo ponen los tipos de visitas, originales. La clásica empieza al revés, por los cimientos, para subir hasta la torre, al cuerpo de campanas, donde disfrutar de una panorámica de la Llanada Alavesa. Pasando por la nave, con la bóveda del milenio, espectacular construcción de piedra caliza negra montada tal como lo hacían los antiguos canteros, el triforio... «Hasta acabar en la entrada y ver la calidad de labra de los tímpanos, y una de las mejores portadas góticas de la península», explican los organizadores.
Más novedosa es la visita guiada por el templo y su muralla utilizando tecnología VR. «Una actividad divertida para mayores de 13 años que une realidad virtual con visita guiada tradicional», aseguran. Crea así un entorno inmersivo y transporta a diversos momentos del siglo IX al XVI. Desde la primera iglesia de Santa María, pasando por la románica o la creación de las bóvedas de crucero hasta la actual, incluso a través del nacimiento de la muralla alrededor del año 1100 y la Vitoria bajomedieval. «Gracias a esta tecnología, los usuarios podrán subir a lo alto del chapitel de la torre y disfrutar de una panorámica de la ciudad, y adentrarse en las criptas, con imágenes imborrables», recalcan.
Subdelegación del Gobierno
La vuelta al mundo
Espera en la calle Olaguibel, ocupando parte de un edificio de arquitectura neoclásica. Hasta el 29 de diciembre podrás asomarte de la mano de una visita guiada sobre la primera circunnavegación del mundo (reservas: visitaselcano.alava@correo.gob.es, lunes a viernes). La gesta arrancó en 1519 y finalizaría en 1522, capitaneada por el portugués Fernando de Magallanes y comandada de vuelta a Sevilla por Juan Sebastián Elcano. «Los vascos tenían fama como marinos. De los 250 hombres que partieron en 5 naves, 31 eran de aquí. Estaban acostumbrados a la navegación transoceánica al partir hacia Terranova a por ballenas», explica Endika Urtaran, ingeniero cartógrafo que dirige la cita.
Mapas, vistas de ciudades, reproducciones de cartas náuticas, globos terráqueos y documentos hablan no solo de la gesta, sino de los preparativos. También de las consecuencias del descubrimiento de América, el tratado de Tordesillas por el que España y Portugal se repartían el mundo y el espionaje cartográfico. «Lo curioso es que la expedición no se organizó por causas religiosas o para conquistar territorio, como piensa mucha gente, sino para comer bien, para llegar a las Islas Molucas de las especias, mejorar el sabor de los alimentos y conservarlos», añade.
Aquella vuelta demostró «la redondez del mundo», según escribió Elcano al emperador Carlos V. Y que era más grande de lo que creían. «Los visitantes podrán ver maquetas de La Victoria y el Buque Escuela Juan Sebastián Elcano», agrega. O aprender que los vikingos se orientaban en el mar, incluso cuando las nubes cubrían el sol, gracias a una variedad de calcita, el espato de Islandia, que emitía un destello.
Casa Cordón
La bóveda estrellada
Puedes visitar el edificio por tu cuenta obedeciendo a paneles con código QR que dan acceso a una visita virtual en la que una voz en off explica la historia o a un folleto, si huyes de la era digital. De lunes a viernes, de 8.30 a 14.00 y de 16.30 a 19.00 horas (los viernes solo de mañana). Incluimos en el reportaje esta mezcla de casa señorial y comercial del siglo XV porque su evidente peso histórico y artístico. Situado en una de las antiguas calles gremiales, debe su nombre al cordón franciscano que adorna un arco ojival de la entrada, fíjate antes de acceder.
¿Sabías que alberga en su interior una torre medieval? El palacio surgió al finalizar las luchas de bandos, habitado por el mercader Juan Sánchez Bilbao, de estirpe judía conversa. No obstante, sus elementos dan pistas sobre la devoción por la orden religiosa franciscana del amo, con un medallón labrado en piedra que recuerda los estigmas al Santo de Asís. Suma otro dotado de sol radiante con el anagrama de Jesús (JHS) y escudo de los Reyes Católicos.
La estrella del conjunto aguarda en la sala principal: una bóveda estrellada que deja atónito a quien la mira. Con sus nervios sobre cuatro ménsulas, leones en los ángulos y cuatro repisas molduradas. En la clave central, de nuevo Isabel y Fernando con el águila y orla de granadas. Las dos de la izquierda se relacionan con el oficio de mercadería: un artesano manipulando un lienzo y la marca comercial. El resto de medallones contienen un grifo que representa el ingenio y la grandeza, un águila símbolo de generosidad y magnanimidad, un unicornio que encarna la pureza y un dragón que se refiere al cuidado y vigilancia. Por allí pasaron, además de los Reyes Católicos, Felipe el Hermoso e incluso se cuenta que Adriano de Utrech recibió entre sus muros la noticia de su elección como Papa.
Museo de Bellas Artes de Álava
Las joyas de palacio
El contenido, obviamente, es importante, pero nos detendremos en el continente, el Palacio Augustín Zulueta, para que además de ocupar la vista en los cuadros, los ojos miren hacia el suelo. A los preciosos pavimentos de madera de planta noble creados por el taller local Mendía según modelos de Casas i Bardés, uno de los talleres más activos en el modernismo catalán, cuyos trabajos lucen en las casas Batlló y Calvet de Gaudí. O hacia las magníficas vidrieras de la capilla, diseño neogótico con iconografía religiosa; las del descansillo de la escalera principal; o la de cubierta del hall, ejecutada por la casa Maumejean, empresa con sede en el País Vasco francés.
Fue el matrimonio de Elvira Zulueta y Ricardo Augustín quien ordenó levantar este edificio entre los años 1912 y 1916. En la zona noble del ensanche vitoriano, junto a otras mansiones. Contrataron a los profesionales más afamados de cada especialidad para crear un rincón suntuoso. En las primeras plantas establecieron los espacios reservados a la familia, en el sótano y la segunda las zonas del servicio. Aún se puede disfrutar de la capilla, que abarca en altura las dos plantas principales, solución original pues así, desde el dormitorio podían seguir las celebraciones religiosas.
«El edificio se ha adaptado a sus nueva funciones con respeto por su arquitectura y diseño interior», explican desde el museo. Hay visitas guiadas gratis para grupos (educacionmuseosyarqueologia@araba.eus). El acceso es gratis y se pueden aprovechar las audioguías y códigos QR para una visita particular.