El monumento más visitado de la costa cántabra
Faro del Cabo de Ajo (Cantabria) ·
Una sencilla ruta permite ir desde la playa de Cuberris hasta el faro del Cabo de Ajo, decorado con brillantes colores por el artista OkudaMarcos G. Vidart
Viernes, 23 de mayo 2025, 08:35
Los apenas 5,6 kilómetros la convierten en poco más que un paseo para estirar las piernas. Pero suponen un camino diferente para conocer uno ... de los monumentos más visitados de la costa cántabra al que, dada la cercanía de una carretera, la mayoría de sus visitantes se acerca en coche. Una sencilla ruta lleva desde la playa de Cuberris hasta el faro del Cabo de Ajo. Mucho más conocido por ser la torre que el artista cántabro Okuda decoró con mil colores. Un amplio aparcamiento junto a la misma playa de Cuberris sirve para comenzar la ruta. Junto a ese espacio, parte una estrecha carretera. El recorrido es de apenas un kilómetro, y poco antes de que termine hay la única bifurcación del recorrido. Hay que seguir de frente.
El sonido del mar anticipa lo que está por venir. A los pocos metros, la carretera finaliza y se entra en una pista. Y a los pocos metros, hay que dejar la pista para desviarse otra vez, hacia la izquierda. Un paso entre las alambradas tiene un sencillo cartel con la palabra 'faro'.

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Distancia: 5,6 kms.
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Dificultad: Paseo familiar.
A partir de ahí empieza una senda que supone un pequeño reto. Con el mar a muy pocos metros, se va siempre protegido por una 'muralla' de rocas. El camino, estrecho, en las más de las ocasiones está bien marcado. Ese andar a veces entre rocas, en ocasiones un pequeño salto... Aunque unas cuantas ayudas en forma de pasarelas hacen más fácil salvar algún pequeño desnivel, no está de más llevar algún bastón para evitar resbalones.
Muy poco a poco, el camino va ganando algo de altura. Para los avezados en la montaña, casi inapreciable. Al punto, al fondo ya se divisa la parte más alta del faro del Cabo de Ajo. El sendero transita cerca de un acantilado y otra parte lo hace sobre una roca. Esa cuesta hacia abajo desemboca en el mar e invita a tener algo más de prudencia, aunque siempre hay un alambrado que ofrece seguridad. Si el tiempo acompaña en un día soleado, las vistas, con Santander al fondo, son espectaculares.
Tras salvar un pequeño muro de piedra, los últimos metros son los más empinados. Tras una mínima cuesta, se puede contemplar todo el paraje presidido por el faro y su paleta de colores dibujada por Okuda. A partir de ahí toca buscar el mejor encuadre para la foto.
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