Los mejores planes culturales para este fin de semana

El Festival de Teatro de Santurtzi sigue dándonos alegrías y esta semana ofrece una cita con Miguel Ángel Solá y Paula Cancio. En 'Doble o nada', una obra de Sabina Berman que ha triunfado en Argentina y con la que él obtuvo en 2017 el premio ACE al mejor actor, abordan un drama intenso en torno al poder y la igualdad. Él interpreta al director de un importante medio de comunicación que maneja dos opciones para su sucesión: la mujer a la que da vida Paula Cancio, a quien le une una especial relación porque él fue su mentor, o un candidato acostumbrado a escalar posiciones. Juegan a doble o nada, el ascenso o el despido, una partida más compleja de lo que parece. Encerrados en su despacho en medio de una tormenta, van perfilando sus personajes en un thriller emocional. La trama incluye giros que exigen atención para saborear los matices y el trabajo de los intérpretes, pareja en la vida real, que ya dieron vida a una historia de similar argumento en 'Testosterona' (2014).

La obra de David Caiña que se estrena esta semana en el Arriaga. hoy jueves en castellano, nos sitúa en un escenario conocido y aparentemente cómodo: una cena familiar en Nochevieja. Pero el ambiente de celebración es un 'Fake' o un 'Trampantojo', dos títulos que ponen al espectador en guardia desde el principio y que describen un fenómeno muy anterior a las redes sociales: «todos intentamos crear una imagen perfecta de nosotros mismos». Uno de los miembros de esta familia que podría ser cualquiera va a abusar sexualmente de su prima. Él no responde al estereotipo de violador, no lo parece y por eso «es el peor tipo de monstruo que existe», nos avisa el autor.

La obra retrata las relaciones familiares a través de saltos en el tiempo y profundiza en el personaje de la madre que descubre que su hijo no es como ella pensaba. ¿Hasta dónde puede llegar para defenderle? El propio autor dirige junto a Gorka Minguez a un solvente reparto que en la versión en castellano está formado por Maribel Salas, Gorka Minguez, Gemma Martínez, Lorea Intxausti y Albar Cirarda y en la de euskera por estos dos últimos intérpretes junto a María Urcelay, Aitor Fernandino y Leire Ucha.

'Una historia de amor' es la primera obra que se representa en España de Alexis Michalik, considerado un niño prodigio del teatro francés y galardonado con diez premios Molière, seis de ellos como autor y director. El autor ha contado que la idea se le ocurrió al encontrarse «en medio de una ruptura difícil» y que se inspiró en la canción 'It Takes Time To Be a Man' del grupo estadounidense The Rapture. El amor al que hace referencia el título es el de Katia y Justine. Esta última desaparece unos días después del nacimiento de su hija, concebida por inseminación artificial. La obra, en la que también tiene protagonismo Guillermo, el hermano escritor de Katia, es intensa en su ritmo y en las emociones que provoca. Almudena Cid, que sigue desarrollando su faceta como actriz tras dejar la gimnasia, ha contado que es importante entender desde el principio «el código» de la función para disfrutar de este «canto al amor y a las segundas oportunidades». Completan el reparto Félix Gómez, Loreto Mauleón y Aura Garrido, en alternancia con Silma López.

María Goiricelaya escribe y dirige una ficción basada en las actas judiciales del 'caso Alsasua', desde la noche de la agresión a dos guardias civiles y sus parejas en el bar Koxka hasta la sentencia, que ha sido recurrida ante el Tribunal de Estrasburgo. La obra ha recibido buenas críticas tras su estreno en el Arriaga, con cuatro actores que van cambiando de papeles y muestran «diferentes sentires y dolores». También se recrean escenas familiares y algunas conversaciones en prisión. Su objetivo es aportar «una mirada sanadora» y generar debate en torno al papel de la justicia, que se pone en el centro de la función. 'Altsasu' se enmarca en un proyecto de nuevas dramaturgias que aspira a «restañar heridas y desvelar las cicatrices» dentro de una comunidad, con la participación de autores españoles y colombianos.

'Tratando de hacer una obra que cambie el mundo' es una obra de la compañía chilena La Re-sentida que plantea una discusión crítica sobre el papel de los artistas en la sociedad contemporánea. ¿Para qué sirve el teatro? ¿De verdad puede cambiar el mundo? Estas preguntas no dan lugar a un debate sesudo, sino a una comedia con mucho ritmo dirigida por Javier Liñera. En la última producción de Pabellón 6, Juana Lor, Ainhoa Artetxe, Graciela Doniz y Haizea Águila interpretan a cuatro actrices que llevan años encerradas en un antiguo teatro con un empeño tan noble como difícil de cumplir. Con personalidades muy diferentes que iremos descubriendo, se les ocurren ideas delirantes y a veces contradictorias. Llevan la situación al límite en una obra divertida donde la reflexión va por dentro, teatro de personajes que se apoya en el exigente trabajo de las intérpretes.

El centenario de Gloria Fuertes, que se celebró en 2017, nos permitió conocer mejor a una poeta «de verso en pecho» y con inquietudes sociales cuyo eco llegó mucho más allá del público infantil. En Euskadi ese homenaje se hizo en el escenario con el sello personal de Unai Izquierdo y Adrián García de los Ojos. '¡Qué fuertes lo de Gloria!' es «un recital, una obra, un concierto, un grito, un susurro, un piropo y una palabrota», todos los tonos tienen cabida en un recorrido inspirador por la vida y la obra de esta «poeta de guardia». Ahora tenemos la oportunidad de volver a verlo en la sala Arimaktore de Barakaldo durante dos fines de semana de noviembre.

Jone y María, dos adolescentes que viajan a Estados Unidos para estudiar un año, son muy distintas: la primera está llena de ilusiones y la segunda de prejuicios, pero ambas viven situaciones que contradicen sus expectativas sobre la sociedad estadounidense. Esta producción de Tanttaka, que llega a Sopela en su versión en euskera, interpela y atrae al público joven. Miren Arrieta y Nerea Mazo hablan su idioma en un montaje muy cuidado –con texto de Patxo Telleria, dirección de Mireia Gabilondo y escenografía de Fernando Bernués– que incluye bailes, música en directo y rap.

El amor y la muerte. Son dos de los impulsos fundamentales del ser humano. Quizá los más importantes. El amor puede con todo. Incluso, al menos de manera metafórica, con la muerte. Ya lo escribió Quevedo al final de uno de los sonetos más bellos que se han hecho nunca en castellano: «Serán ceniza, mas tendrá sentido;/ polvo serán, mas polvo enamorado».

El concierto de la temporada de abono de la Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS) plantea un camino que va del amor a la muerte. Con más de lo segundo que de lo primero, lo cual no le resta un ápice de belleza. Para empezar, 'Erotische dichtung' (Poema erótico) de Andrés Isasi, uno de los seis poemas sinfónicos que compuso durante su estancia de un lustro en Alemania. Se trata de una obra muy influida por el tipo de música que se hacía en ese país en aquel momento, con una referencia fundamental en Richard Strauss. Hay en ella un cierto impulso juvenil, lógico si se tiene en cuenta que la escribió con solo 21 años.

Tras el erotismo, la muerte. Aquí está representada por el Concierto para violín y orquesta de Alban Berg, subtitulado 'A la memoria de un ángel'. El ángel era Manon Gropius, la hija de Alma Schindler (sí, la que había sido esposa de Mahler) y el arquitecto Walter Gropius, fundador de la Bauhaus. La joven había contraído la polio y luego sufrió numerosos problemas pulmonares. Murió en 1935, a los 18 años, y Berg escribió este concierto en su recuerdo. Se da la circunstancia de que Berg falleció el día de Nochebuena de ese mismo año a consecuencia de una septicemia que, según es comúnmente aceptado, pudo haberle causado la picadura de una abeja. El concierto se estrenó en abril de 1936, en Barcelona. El solista será Frank Peter Zimmermann, un violinista muy conocido en el País Vasco, donde rara es la temporada que no actúa con alguna de las orquestas o en la Filarmónica.

La sesión termina con una de las sinfonías más célebres del repertorio: la Nº 6 de Chaikovski, 'Patética'. Esta obra fue escrita entre la primavera y el verano de 1893 y su estreno tuvo lugar en San Petersburgo el 28 de octubre de ese mismo año, bajo la dirección del compositor. Este murió solo nueve días más tarde. Las especulaciones sobre la causa de su fallecimiento son varias y a estas alturas es improbable ya que se pueda concluir de manera tajante qué fue lo que sucedió. Se ha hablado de suicidio, de que el compositor bebió de forma voluntaria agua contaminada a sabiendas de que contraería el cólera. Se ha dicho también que estaba a punto de estallar un escándalo al desvelarse una relación homosexual y que fue eso lo que lo llevó a quitarse la vida.

En cualquier caso, la muerte se presiente en esta obra, en especial en sus movimientos primero y cuarto. El primero contiene una melodía resignada y otra desesperada. El último es una verdadera despedida, que Chaikovski –que en general no es un músico muy innovador– termina de una manera insólita hasta ese momento: con el silencio.

Nos ponemos flamencas esta semana... o no tanto, o incluso más que eso, según cómo se mire. Jesús Carmona, reciente Benois de la Danse y Premio Nacional de Danza 2020, se siente tan libre que esa base flamenca que es la suya –así se crio y se formó, en tablaos y peñas– puede mutar gracias a los otros ritmos y movimientos que el bailaor ha ido encontrando en su camino. 'Baile de Bestias', este sábado en el Guggenheim como parte de la programación del festival Dantzaldia –¡y es estreno mundial!–, es otra muestra de esa forma de entender la danza que no conoce límites. Hay que decir que es difícil encontrar entrada para este espectáculo, que han volado las que había, pero siempre puede darse alguna baja de última hora...

Para desquitarse, en el Teatro Barakaldo, un día antes, hay otra cita con el flamenco de altura. Dentro de los ya famosos Viernes Flamencos, llega la compañía de Manuel Liñán, otro que tiene en su currículum el Premio Nacional. '¡Viva!' nace de su memoria íntima de la infancia, cuando a uno le imponen ya la idea del género y de comportarse –y manifestarse– en onsecuencia. Liñán aboga aquí por la pluralidad en todos los sentidos, acompañado por seis bailaores-bailarines que exploran en el universo del travestismo para exponer esas identidades múltiples que forman nuestra propia naturaleza.

Y el domingo vuelve a Bizkaia Ana Morales con su 'Sin permiso'. Esta vez actúa en Getxo con esta reinterpretación de su padre y de la relación que mantuvo con él, con los silencios, con su legado cultural. La pieza es también un salto sobre los convecionalismos del flamenco, que asigan a mujeres y hombres roles muy determinados que se reflejan ya desde la vestimenta... y Morales juega con ellos, y se traviste y hace suyas prendas que en principio no le corresponden para contar su propia versión del baile.

La emigración es abordada con descarnada ironía por Adrián Castañeda y los Picoletos.

Siempre miramos igual. Interpretamos el mundo desde nuestro punto de vista y nos sorprende lo diferente, aquello que escapa a nuestro sistema de valores, más o menos amplio, compartido por la mayoría. El arte tiene que empujarnos más allá y descubrirnos otras maneras de observar, proporcionarnos aproximaciones distintas a los problemas e, incluso, diferentes formas de enfrentarnos a la realidad. Adrián Castañeda y Los Picoletos nos proponen una reflexión directa, sin concesiones ni circunloquios, de la emigración, uno de los fenómenos con los que convivimos diariamente.

La exposición del artista español y el dúo argentino sorprende porque la concurrencia de diversos autores no implica heterogeneidad. Al contrario, 'The Hammer Party' ofrece un discurso fluido sobre la violencia alrededor de esta cuestión y la fragilidad de los individuos cuando se hallan en estos complejos y penosos procesos de transición. Ellos dicen que han analizado el asunto desde la condición de víctima y de privilegiado, pero sus propuestas concuerdan, tanto en el aspecto conceptual como en la realización.

La rotundidad de las esculturas y los dibujos aluden a la vulnerabilidad del sujeto, a su indefensión ante los sistemas que seleccionan la acogida. La muestra no pretende ser didáctica ni sugiere un mensaje ético. El arte verdaderamente interesante debe huir de la obviedad. Sus piezas son figurativas y las alusiones resultan evidentes, pero su discurso rehúye la moralina y nos habla de un drama desde la ironía más feroz, la sátira, quizás la herramienta más útil para interpelar y demandar una postura, otra forma de mirar.

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