Los mejores planes culturales para este fin de semana

El Teatro Barakaldo nos acerca este fin de semana una de las tres obras finalistas a mejor espectáculo teatral en la pasada edición de los Max. 'Nise, la tragedia de Inés de Castro', se basa en una de las historias más conocidas de la tradición hispanolusa: la leyenda de la dama gallega, amante del infante don Pedro de Portugal, que fue asesinada y coronada después de muerta. La compañía segoviana Nao d'Amores va más allá de la historia de amor, considerada «una versión ibérica de Romeo y Julieta». A partir de dos piezas dramáticas de Jerónimo Bermúdez y de una exhaustiva investigación histórica, literaria, artística y estética, plantea temas como la sucesión dinástica, la justicia, la locura y la crueldad conjugando el verso claro con coreografías y danzas guerreras. El espectáculo lleva el sello exquisito de la compañía que dirige Ana Zamora, formada por profesionales del teatro clásico, los títeres y la música antigua. Una tragedia renacentista con la que Deborah Macias ha ganado el Max al mejor diseño de vestuario.

'Variaciones enigmáticas', el texto de Eric-Emmanuel Schmitt que se ha representado en más de 50 países, llega hoy al Arriaga con una adaptación realizada por Alberto Iglesias, que también actúa junto a Juan Gea. Este último interpreta a un premio Nobel de Literatura que vive solo en una isla de Noruega cercana al Polo Norte, sin dejar de pensar en una mujer con la que mantuvo una larga correspondencia. Un periodista le visita con la excusa de entrevistarle y ambos mantienen un enfrentamiento dialéctico en el que se van descubriendo sus secretos.

'La extraña pareja' se estrenó en Broadway en 1965 y tocó el cielo con la versión cinematográfica protagonizada por Jack Lemmon y Walter Matthau. En la década de los ochenta, Neil Simon estrenó la versión femenina que ahora adapta la compañía Calibán Teatro, formada por Andrés Rus y Elda García-Posada. Elda encarna a Flora Ugarte, un ama de casa que ve cómo su mundo se derrumba cuando su marido decide dejarla. Lo pasa tan mal que una de sus amigas, Olga, interpretada por Susana Hernáiz, la acoge en su piso. Sus problemas de convivencia –ambas son como el día y la noche– hacen las delicias de los espectadores.

Este fin de semana, en Basauri, tenemos otra oportunidad de ver 'El viaje a ninguna parte', la coproducción del Arriaga y el centro cultural Fernán Gómez que tanto ha conectado con el público en Bilbao y en Madrid. La obra rinde un sentido homenaje al oficio con la mirada y el lenguaje de Fernando Fernán Gómez, «un cómico, hijo de cómicos, criado entre cómicos. Sabe de qué habla y cómo habla», recuerda el director, Ramón Barea, que también interpreta al patriarca de los Galván, una compañía ambulante que va y viene con todo su oficio en las maletas por la España de la posguerra. Itziar Lazkano, Patxo Telleria, Mikel Losada, Irene Bau, Aiora Sedano, Diego Pérez y Adrián García de los Ojos, autor también de la música, dan vida al resto de la familia en este clásico cercano, una apuesta segura para todo tipo de espectadores. Con escenografía de Jose Ibarrola, el espectáculo cuida los detalles y depara momentos divertidos y emocionantes.

La nueva producción propia de Pabellón 6 se basa en una historia real que conmocionó al país en 1933. Hildegart Rodríguez Carballeira, escritora y activista, fue asesinada por su madre. Aurora Rodríguez Carballeira, defensora de las más modernas corrientes de pensamiento, la había concebido como «modelo de mujer del futuro», planificando cuidadosamente cada detalle. Así nació una niña prodigio que murió a los 18 años, sin llegar a disfrutar de la independencia que encarnaba y defendía. Esta producción indaga en ambas figuras y se pregunta si la historia ha sido justa con ellas. Dirigida por Carmen San Esteban con ayuda de Lucia Lasarte, también responsable de las coreografías, está protagonizada por Nerea Elizalde, Josu Angulo y Sandra Tejero. Estará en cartel todos los fines de semana de octubre.

A la espera de que comience la temporada de abono de la ABAO, la programación musical clásica se ralentiza y solo la Sociedad Filarmónica tiene un par de conciertos previstos para estos días. Dos sesiones en las que domina una inequívoco aire eslavo.

Vayamos por el primero de los conciertos: la Bayerische Kammerphilharmonie, con Gabriel Adorjan como concertino y director, trae para su debut en la sala de Marqués del Puerto un programa de gran variedad, que va desde 'La oración del torero' de Turina –una obra que se programa menos de lo que cabría pensar– y dos tangos de Piazzolla a dos partituras del ruso Arenski y el polaco-soviético Weinberg. Nacionalismo de signo muy distinto: español, ruso, bohemio e incluso hebreo (por Weinberg). Todo ello, en obras escritas a lo largo de menos de un siglo, donde confluyen ya otras corrientes artísticas que han ido dejando su huella. Y donde no faltan las referencias a grandes de la composición de generaciones anteriores, porque Arenski se refiere a Chaikovski y Suk hace lo propio con su suegro Dvorák, mientras Weinberg no oculta su admiración por Shostakovich.

El segundo concierto está dedicado íntegramente a Chopin y corre a cargo del pianista Alexei Volodin. En la carrera de este artista ruso hay dos aspectos determinantes. Por un lado, las clases recibidas de Elisso Virssaladze, una excepcional maestra que como intérprete está semiolvidada, al menos en esta otra punta de Europa. Por el otro, su participación en el Concurso Internacional de Santander hace ya 23 años. No ganó pero fue una plataforma para una carrera que finalmente está siendo de más relieve que la de quien se alzó con el triunfo en esa edición.

Volodin ha elegido un programa en el que destacan la Polonesa-Fantasía y los Doce estudios op. 25. Ahí está Chopin en estado puro. Y eso es siempre una garantía de que la música que suene será maravillosa.

Los próximos días vienen cargadísimos de citas con la danza más contemporánea, lo que significa que no es solo danza, sino mucho más. El festival BAD se encarga de mostrar lo que los artistas están haciendo en este terreno, uno muy fértil en el que los géneros y las disciplinas se fusionan y se enriquecen unos a otras. Como si se hubiera organizado el programa pensando en periodos de adaptación, la primera pieza puede catalogarse sin problema como danza. Se trata de 'Abrazo', de Nerea Martínez y Natalia García, mañana. Dos mujeres, dos cuerpos, dos esculturas (tal cual), proponiendo figuras e imágenes que evocan emociones envueltas en los muchos abrazos que vivimos a lo largo de la vida.

'Mientras llueva', de Altraste –que hace poco estaba por aquí con 'Qué tienen las flores'–, es una nueva oportunidad de acercarse a las propuestas envolventes, poéticas e intimistas, de la bailarina Zuriñe Benavente y el músico Ignacio Monterrubio. Esta vez hay ecos de Mariana Pineda en el montaje, y en general de quienes han muerto en defensa de sus ideales. Será el sábado.

Y la próxima semana, dos citas con el festival. Isaak Erdoiza y Nazario Díaz prenden su 'Fuego verde', que es danza, sí, y es investigación sobre el sonido y el movimiento, sobre lo que vemos y lo que oímos, sobre cómo concuerdan y cómo chocan, casi como darle la vuelta al famoso 'si no lo veo, no lo creo'. Con reminiscencias al ruidismo y la experimentación sonora, los dos creadores van proponiendo una serie de 'bodegones sonoros', de pequeñas arquitecturas que ponen en jaque la percepción de los espectadores. 'Oturia', de Miguel Ángel Berna, trae a escena la cultura del Valle de Basa, en el Pirineo Aragonés, y con la tradición –sonidos, músicas, cantos, bailes, recuerdos– monta un espectáculo contemporáneo, se impulsa hacia el futuro.

Las 'nábulas' de Josué Pena nos sitúan en un espacio ambiguo entre el arte y las ciencias naturales.

Nos sentimos satisfechos cuando encontramos una exposición que complace la vista, atiende a nuestros gustos y podemos, aparentemente, interpretar. Esa visita nos dejará un cierto deleite, pero también es muy posible que ningún interrogante en el aire y no podemos olvidar que la experiencia artística suele desvanecerse rápidamente sino deja algún poso. 'Nábulas' nos sorprende desde el propio título, y, asimismo, por las formas que encontramos y la sensación de que nos hallamos en un espacio a caballo entre una galería de arte y una sala de Ciencias Naturales.

Los objetos inútiles que reivindica el autor se sitúan entre la pintura y la escultura y parecen deslizarse por la pared. Podrían ser fósiles, caparazones, extraños elementos cóncavos de diversos formatos, y esa singularidad los vuelve especialmente atractivos. El anverso está formado por una superposición de papeles, resinas y barnices, mientras que el reverso es una estructura que le proporciona la consistencia de un armazón.

Pena reivindica el proyecto como el más abstracto de su trayectoria, aunque, inevitablemente, nos sugiera ese aspecto orgánico. Pero, más allá de esa capacidad de evocación, lo realmente fascinante es la vibración que imprime a sus piezas, una combinación de ritmo y color que le otorga una peculiar seña de identidad. Esa dinámica propia también nos permite pensar que las obras no son estáticas, sino que las observamos en una fase dentro de un proceso de cambio, de transformación pareja a la que experimentan los seres vivos. En suma, 'Nábulas' es una de las citas imprescindibles de este arranque de temporada. No se la pierdan.

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