Los mejores planes culturales para este fin de semana

El teatro breve se despide este fin de semana de Pabellón 6 con cuatro propuestas que vuelven a demostrar lo mucho que se puede contar y transmitir en menos de veinte minutos. En 'El dilema de Otis', de Aitor Vildósola, dos mujeres debaten sobre cuestiones trascendentales frente al ascensor de un hospital... que está en llamas. Los protagonistas de 'Hauts Artean', obra de Urtzi Oleaga Argaluza premiada en las jornadas Lautan Hiru, afrontan un cambio de timón en su trayectoria vital. Sin necesidad de palabras, Kabia Teatro cuenta en 'Alas/Hegoak'  (que solo se puede ver sábado y domingo) la historia de dos hombres-pájaro que necesitan abandonar el nido, pero uno sufre vértigo y otro tiene las alas demasiado pequeñas. Fuera de concurso, la obra invitada para despedir estas jornadas es 'El retablillo de don Cristóbal', farsa para guiñol de Federico García Lorca, en una producción propia de Pabellón 6 que dirige Felipe Loza.

El teatro de Pascal Rambert es un reto para los actores y una experiencia estimulante para el público. Su objetivo es conseguir el máximo impacto con las mínimas herramientas: un escenario desnudo como un cuadrilátero donde se libra un combate emocional. 'La clausura del amor' aborda la ruptura de una pareja con la crudeza de un lenguaje torrencial que ha tenido eco en numerosos países desde su estreno en el Festival de Avignon en 2011. Ahora se presenta en el Arriaga su versión en euskera con Eneko Sagardoy y Miren Gaztañaga. Los dos actores están cumpliendo un sueño. Cuando vieron la obra en castellano salieron impactados y propusieron hacer la adaptación, que firma el propio Sagardoy junto a la escritora Danele Sarriugarte. Su diálogo descarnado y por tiempos –primero él se explaya en sus reproches mientras ella guarda silencio– promete emocionar.

Una mujer que huye necesita coger el próximo tren pero no tiene suficiente dinero para comprar el billete, así que se ofrece a hacer lo que mejor sabe: contar historias. Marta Urcelay interpreta a esta escritora (y a otros personajes) que, entre la ficción y la realidad, nos sumergen en la rica atmósfera de los años 40 con un drama teatral de cine negro que no renuncia a toques de humor. Con 'Solitaire', un texto de Ángel Mirou dirigido por Bea Insa, el Campos Elíseos abre el ciclo Kupula Bilbao, un formato de cercanía para mostrar e impulsar la labor de los creadores locales.

Gurutze Beitia y Txemi Parra, que han compartido muchas horas de televisión y una gira de monólogos teatrales, vuelven a reunirse en 'El dilema del jamón', que se estrena en el Palacio Euskalduna. Parra, que vivió cinco años en Nueva York, se ha inspirado en el colegio al que iban sus hijas para escribir esta comedia de situación que aborda «nuestra intolerancia a la lactosa... y a los demás». Un padre le pide a la madre de un compañero de su hija que el niño no lleve bocadillos de jamón a la guardería, ya que ellos son judíos y la niña no puede comerlo. Así empieza una trama con mucho humor, giros inesperados y algunos momentos dramáticos.

Pese al fin de semana festivo, los días son muy intensos en lo que se refiere a la programación de conciertos de música clásica. Pocas veces se juntan tantos y tan variados, salvo en el Musika Música. Conciertos que, en algunos casos, son por lo menos originales en su planteamiento. Con dos aspectos relevantes que sirven de eje de las propuestas de los próximos días: la percusión y las obras vinculadas de alguna manera a Israel. En ese sentido, las sesiones programadas por la Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS) contienen las claves generales de lo dicho.

Empecemos por la temporada sinfónica. El título del programa es 'El Dvorák más bohemio'. Bohemio vinculado al origen de una región europea, no a un estilo de vida. Y la obra que marca esa calificación es la Sinfonía Nº 8, la segunda más célebre de su autor, a mucha distancia de la Nº 9 'Nuevo Mundo'. Se trata de una de esas piezas que gusta siempre a los aficionados, por sus ritmos y el aroma de melodías del folclore local. Y que arranca con un movimiento en el que la percusión tiene una presencia importante.

Claro que no tanto como en la obra que figura en primer lugar en el programa: 'Spices, perfumes, toxins! Concierto para dúo de percusión', escrito hace quince años por el compositor Avner Dorman, nacido en Tel Aviv.

Aprovechando la presencia de Conrado Moya –solista en la obra de Dorman junto a Vicente Zaragoza, integrante de la orquesta–, la BOS ha organizado para su concierto de cámara del lunes un programa dedicado a obras escritas para percusión a lo largo de todo el mundo. EE UU, India, Japón se suman a piezas de las tradiciones africana, sudamericana y europea (un arreglo de Bach) para recorrer el planeta a golpes, nunca mejor dicho, de tambor, timbal y otros instrumentos de la familia.

Llega al Arriaga un programa que lleva mucho tiempo recorriendo salas europeas. Se trata de un paseo por canciones de la Europa de entreguerras, sacadas del Cabaret Yidis de Varsovia, y arregladas por Leonid Desyatnikov. El Cuarteto Jerusalem aporta la música en piezas de Schulhoff y en el segundo cuarteto de Korngold. Ambos compositores eran judíos y tuvieron una suerte desigual: el primero murió en un campo de concentración con solo 48 años; el segundo triunfó en Hollywood gracias a sus hermosas composiciones para la pantalla, pero vio cómo su obra sinfónica e instrumental era menospreciada por la crítica.

En las canciones de Desyatnikov, la voz la pone la soprano israelí Hila Baggio. Un recorrido por esa etapa histórica fascinante, que siguió a la Primera Guerra Mundial (y la mal llamada gripe española) y en la que surgieron los totalitarismos que marcaron los años posteriores.

Continúa el festival Bilbao Arte Sacro (BAS) y lo hace con tres propuestas que si bien tienen notables diferencias están en todos los casos marcadas por una cierta melancolía. Pasa sobre todo con el concierto de hoy jueves, basado en obras de Dowland ('Semper Dowland, semper doliens' era su divisa) y Byrd. La Accademia del Piacere, con Fahmi Alqhai a la viola de gamba y en funciones de director, pondrá en el escenario de la iglesia de la Encarnación, en el Casco Viejo bilbaíno, estas piezas en las que Alena Dantcheva asume la parte vocal.

Como el BAS está vinculado a la Semana Santa (aunque el año pasado se hizo en otoño y esta vez se ha retrasado algo, todo por culpa del innombrable virus), no puede extrañar que una de las propuestas gire en torno a todo un subgénero: el de las 'Lecciones de tinieblas'. En este caso, con Couperin como compositor central, aunque también hay piezas de Nivers, Clérembault y Mabre-Cramosy. Le Poème Harmonique es un grupo inmejorable en este repertorio.

Y el sábado, para terminar el festival, De Caelis abordará el programa 'Comme l'aurore se lève', que intercala obras anónimas con otras del repertorio de Hildegard von Bingen, una mujer polifacética: compositora, escritora, filósofa, médica, científica, naturalista y unas cuantas cosas más. Y santa.

La serie de recitales organizada por la ABAO trae a Bilbao a otra gran figura de la lírica. La soprano estadounidense Sondra Radvanovsky, acompañada por el pianista Vincenzo Scalera, presenta un programa centrado en Bellini, Verdi y Puccini. Es decir, tres de los más grandes compositores de la lírica que ella ama por encima de todas las cosas: la italiana. Radvanovsky ha demostrado en algunas entrevistas que no tiene pelos en la lengua a la hora de hablar de las carreras actuales en la ópera actual. Tampoco ha ocultado sus preferencias, y esas encajan como un guante en lo que piden los aficionados locales.

De ahí el programa que interpretará: Caccini, Gluck y Durante para comenzar, y luego, para seguir, un verdadero desfile de clásicos: arias de Bellini, Verdi ('Il Trovatore' y 'I Vespri Siciliani'), Puccini ( 'Manon Lescaut') y Giordano ('Andrea Chenier'), que le permitirá uno de esos finales apoteósicos con el aria 'La mamma morta'.

La Sociedad Filarmónica programa un concierto en viernes y además víspera de fiesta. No es muy frecuente, pero por un lado qué lo es desde hace ya más de un año. Y, por otro, el programa bien merece la pena: una dosis de choque de Mozart. Quizá no sean obras muy interpretadas pero precisamente por eso aumenta el interés del concierto. Hay una sinfonía, la Nº 29; un concierto para violín, el Nº 5, y otro para piano, el Nº 8. Este último, interpretado por Varvara, una pianista ya conocida en Bilbao, donde ha actuado en esta misma sala y en la temporada de la BOS. La Orquesta de Cámara de Viena es nueva en este escenario, así como su director, que también ejercerá de violinista en la obra que abre el programa: Fumiaki Miura.

El día 4, en la sala de Marqués del Puerto, los socios de la entidad podrán ver y escuchar a una de sus pianistas favoritas de los últimos tiempos: Angela Hewitt. La artista canadiense presenta un programa que gira en torno a cinco sonatas de Scarlatti, precedidas por unas piezas para clavecín de Couperin y para terminar una obra de juventud de Brahms: la Sonata Nº 3.

Han pasado 25 años desde que Hans Graf dejó la dirección titular de Euskadiko Orkestra. Regresa ahora este austriaco de 72 años con un programa que se titula 'Jóvenes'. En los atriles dos obras singulares: el Concierto para violín Nº 1 de Bartók, que se estrenó cincuenta años después de haber sido escrito y que obligó a cambiar la numeración del que ahora es conocido como Nº 2, que para todos fue Nº 1 durante mucho tiempo. Como solista, la austriaca Birgit Kolar, una especialista en la obra de Bartók. Por cierto, que en su web aparece posando con dos enormes perros delante del... Kursaal.

Y para terminar, la Sinfonía Nº 1 de Mendelssohn, otra obra de juventud que es infrecuente en las programaciones orquestales. Incluso podríamos decir que lo es también en la discografía. Un concierto, por tanto, para recuperar a Graf en el podio y descubrir dos obras que no estaban perdidas pero sí ocultas bajo otras mucho más célebres.

Ibon Salvador ha estado estos días en residencia en La Fundición y la sala abre sus puertas al público el viernes, de forma gratuita y hasta completar aforo, para que los interesados puedan ver el trabajo que está desarrollando allí. Es una manera distinta de acercarse a la danza, de ver algo en proceso y no esperar solo un resultado final. Esta investigación coreográfica, 'ASSEMBLAGE', lleva los límites de la danza un poco más allá trayendo algunos elementos del cine, para ver cómo funcionan en esta otra disciplina, para ver qué se puede conseguir en la mezcla.

En Kurtzio Kultur Etxea, en Sopela, estarán el mismo día Osa+Mujika con su 'Kenophobia' –que es la pieza con la que estarán en el festival Madrid en Danza próximamente–. De esta compañía hay que destacar el festín de colores, la fiesta que crean (anima que no veas) y la manera tan personal que tienen de poner en escena algunas reflexiones que atañen a su generación, algunos miedos, algunas preguntas. Aquí tratan el miedo a la soledad. Y lo hacen además apostando por cuerpos no normativos, hasta no hace mucho prácticamente vetados en la danza. Es de agradecer.

Y el domingo hay una cita flamenca en el Palacio Euskalduna. Es con Amador Rojas y su 'Poseidón y el hombre', una alegoría del sufrimiento de los hombres ejercida por sus semejantes y de la necesidad de la intervención de Dios. Por si el nombre del bailaor no suena, hay que decir que de niño comenzó a taconear con Farruco, que ha formado parte de compañías como las de Salvador Távora, Eva la Yerbabuena y Antonio Canales, que fue 'Artista revelación' en la Bienal de Flamenco de Sevilla en 2008 y que en 2015 ganó el Premio del Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión en 2015.

Elena Aitzkoa nos propone regresar a Ítaca y permanecer al abrigo del puerto.

El arte contemporáneo no es una ciencia exacta. La subjetividad es un factor esencial a la hora de interpretar la obra. Pero lo que podría parecer cierta debilidad, se convierte en atractivo en estos tiempos de homogeneización cultural porque la capacidad de sugerencia es un valor irrenunciable, más relevante incluso que la factura formal. 'Lendia Song', de Elena Aitzkoa, tiene esa facultad para activar la memoria y conducirnos a otro lugar, al refugio de la infancia o al paisaje ideal, allí donde no caben perturbaciones exteriores.

La exposición de la artista alavesa gira en torno al lago de Lendia, en su Apodaka natal. El espacio natural se convierte, a través del recuerdo, en un escenario onírico, una idealización emotiva que lo convierte en legendario. Aitzkoa parece hablarnos de su Ítaca particular, la necesidad de encontrar un puerto en el que encontrar la paz y, quizás a nosotros mismos. La artista crea una atmósfera de recogimiento que merece la pena disfrutar.

Nuestro viaje a las orillas del Lendia también nos proporciona un primer acercamiento al trabajo de esta autora, poeta y artista plástica. Las esculturas de esta muestra dan cuenta de un trabajo estilizado y muy particular. Las piezas están formadas por telas escayoladas y superpuestas que se abren para mostrarnos sus entrañas, formadas por estratos de materia. Pintadas de azul y verde, parecen componer un ecosistema formado por cuerpos diferentes, pero intercomunicados. La experiencia es acogedora. Por un momento, somos Ulises y hemos vuelto a casa.