El castillo entre pinos en el que se fabricaba cerveza
Íscar (Valladolid) ·
La localidad vallisoletana de Íscar cuenta con una fortaleza recuperada en los años noventaLilíana Martínez
Jueves, 3 de julio 2025, 18:21
Íscar huele a madera, a pinar y a historia. El espíritu emprendedor de esta localidad vallisoletana se ha forjado a la sombra de sus imponente ... castillo, en pie desde finales del siglo XIII. A caballo entre Segovia y Valladolid, este municipio de 6.396 habitantes apuesta por su patrimonio y su cultura; orgulloso de sus tradiciones y fiestas como la Virgen de los Mártires, la romería de Cristo Rey, los festejos de agosto o los patronales en honor a San Miguel Arcángel.
Pero si algo hay que destaca en este municipio es su castillo, una construcción levantada sobre las ruinas de otras fortalezas que cambió de manos durante años a consecuencia de las luchas nobiliarias. Además de un mirador destacado de toda la comarca, con su Torre del Homenaje como emblema, también esconde una peculiaridad: durante años fabricó cerveza de la marca Juana La Loca. La experiencia, que arrancó en 2012, no funcionó del todo bien, y la empresa, que elaboraba la bebida de forma artesanal de la mano de dos emprendedores locales, cerró sus puertas.
Pero la fortaleza sigue en pie y abierta al público desde que en 1991 el Ayuntamiento se hiciera con su propiedad por alrededor de 80.000 euros. A su alrededor se organizan conciertos, como los de jazz del 11 y 12 de julio. Y se celebran también visitas guiadas en las que, en grupos, puedes llegar a vestirte como en el medievo. La iniciativa tiene por título 'Construye y defiende tu castillo'. Pero para eso es mejor llamar antes a la oficina de turismo y concretar el 'tour'.

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Distancia 320 kms desde Bilbao y 282 desde Vitoria.
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Información www.villadeiscar.es
La historia local y su patrimonio pasa, igualmente, por la Iglesia de Santa María Mártires, que data del siglo XIII y es una auténtica belleza románica-mudéjar; o por la iglesia de San Miguel Arcángel, con su ábside de estilo románico y, todo ello sin olvidar la Iglesia de San Pedro, que en 1925 se convirtió en una fábrica de harinas. De manera reciente se ha adquirido por el Ayuntamiento con el objeto de «conservar y mantener nuestra historia», apunta el alcalde del municipio, José Andrés Sanz.
Pero no todo en Íscar es su castillo. La madera ha sido y es protagonista de la economía local con la fabricación de elementos de carpintería para construcción como puertas, ventanas o molduras. La masa forestal se reparte entre pino piñonero y pino resinero y 2.000 de esas hectáreas son de monte público. Solo con estos datos queda más que justificado el hecho de que se hable de la localidad por excelencia de Tierra de Pinares. Los pequeños negocios familiares vinculados a la madera se remontan a siglos atrás. Esta circunstancia está constatada históricamente pues a finales del siglo XVII ya existía la Cofradía de San José Carpintero que aglutinaba al gremio. Los pequeños talleres familiares se encargaban de dar servicio a buena parte de la comarca pero poco a poco, como en tantos sectores, la mecanización entró con fuerza y la producción en serie de convirtió en una realidad a partir del primer tercio del siglo XX.
El centro neurálgico de Íscar es, no obstante, su plaza Mayor, donde en sus fiestas patronales se congregan buena parte de los vecinos de la localidad y de la comarca. Esas fiestas tienen lugar a primeros del mes de agosto aunque otra fecha de referencia es la del 13 de mayo, cuando se festeja a la Virgen de los Mártires y los quintos, aquellos jóvenes que cumplen la mayoría de edad ese año, asumen el protagonismo portando a la virgen en la procesión. Este trayecto bien puede concluir en el parque de Cristo Rey, con su ermita, un enclave de más de 25 hectáreas y que invita a perderse por sus senderos al cobijo de los pinos.
Otra parada imprescindible tiene que ver con una de las vecinas más ilustres, la bailarina, coreógrafa, profesora y directora de danza española, Mariemma. En el año 2007 gracias a las donaciones de la artista se abrió un museo que reúne baúles con trajes, vestidos, zapatillas, carteles y programas de espectáculos, entre otros enseres, como testimonio de una carrera artística que admiraron los públicos de los principales escenarios del mundo.
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