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En busca del otoño por el norte de Navarra

Las estación en la que llueven hojas y las copas de los árboles amarillean tiene en los paisajes y caminos de Navarra una larga lista de aliados que atrae a senderistas y a otros visitantes

Viernes, 27 de septiembre 2024, 07:20

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Ya tenemos encima el otoño, así que es momento de partir a campos y bosques, a valles y montañas para empezar a disfrutar los matices de colorido que esta estación regala. Salimos a la captura de verdes intensos, tonos marrones y tintes ocres. Hacia la provincia de Navarra, pero no muy lejos. Nos vamos al norte siguiendo una Ruta por Ultzama, Sakana y Plazaola. Por desgracia, el tiempo en finito, por mucho que queramos estirarlo como el chicle da para lo que da. Habrá que elegir entre las propuestas disponibles y si no llegamos a todas, dejarlas para otro momento. Siempre es bueno tener excusa para volver por la zona, no defrauda nunca.

Comenzamos el repaso por algunos de los hitos más conocidos, pero quédate hasta el final de estos párrafos, descubrirás lugares de merecido aplauso. También actividades para hacer con los más pequeños de la casa y para adultos, la oferta es variada, rica en opciones... y en gastronomía. Ni se te ocurra regresar sin haber probado las especialidades locales, la esencia culinaria: carne de cerdo Euskal Txerri, un poquito de chistorra, queso Idiazabal y, de postre, canutillos de crema y cuajada. Se hace la boca agua, ya, pero para ganarse el plato hay que mover el cuerpo, mira que los excesos de las vacaciones aún se sienten, hay grasas cómodamente instaladas que no parecen tener ganas de desaparecer. Así que habrá que atacar al enemigo con senderismo y paseos, a base de movimiento, vaya, para quemarlas antes de que ellas nos quemen.

Primera recomendación ineludible: el Santuario de San Miguel de Aralar. Un clásico que jamás defrauda. Enamora su iglesia llegada a nosotros desde el siglo IX y el frontal de esmaltes guardado en su interior, joya de la orfebrería medieval, apúntalo, no te olvides. Lo mejor, sin duda, las vistas desde el precioso emplazamiento a los valles, espectaculares gracias a la magnífica situación, de las que dejan el corazón encogido y hacen asomar lagrimilla a las gentes especialmente sensibles (deja que ruede por la mejilla, llorar es bueno para los ojos y el alma, limpia en ambos casos).

Segundo hito indispensable hacia el oeste: la Cueva de Mendukilo (https://mendukilo.com), en plena Sierra de Aralar. Espera en Astitz y propone visitas guiadas. Conocerás los misterios que albergan las profundidades de la tierra, sobre pasarelas flotantes y entre semioscuridad, para que la explicación impresione más y, de paso, cuidar la cavidad. Luz natural, mucha, habrá en la gran sala Artzainzulo (refugio de pastores); en Laminosin (sala de los lagos) explota, sin embargo, el derroche de formaciones geológicas, antes del redoble de tambores que supone la enorme Herensugearen gotorlekua (morada del dragón). «Aquí es cuando el guía ruega silencio y solo, solo, se escucha el profundo que la tierra brinda», explican los organizadores. Existe un programa de espeleoaventura por si lo anterior te sabe a poco, con él accederás a la Sala del Guerrero, a 70 metros bajo tierra. «Se trata de una actividad exigente físicamente, de unas tres horas, que deben reservar», añaden.

Regresamos felices al encuentro con el sol para reservar unas horas al Camino Natural Vía Verde del Plazaola desde Lekunberri. La vía verde se extiende de la cuenca de Pamplona a los parajes más vírgenes de Leitzaran en Gipuzkoa (https://viasverdes.com/). Obedece el antiguo trazado del tren de Plazaola a través de un santuario natural. La vegetación saldrá al encuentro sin molestar, se trata de un camino bien cuidados para facilitar el tránsito a pie o en bici. Entre laderas repletas de hayas y robles traqueteaba el ferrocarril hasta mediados de siglo XX. Hablamos de 77 kilómetros, obviamente no hace falta cubrirlos todos. Con que pases alguno de los 53 túneles, varios puentes y viaductos disponibles será suficiente. El paisaje conquista según pasas, obnubila y da por bueno el esfuerzo.

Un ciclista pedalea por el antiguo trazado del tren de Plazaola convertido en vía verde. Jose Antonio Castañao

Tal vez resulte algo más desconocido el Valle de Ultzama, a pesar de que se encuentra a solo 25 kilómetros de Pamplona. Riega sus tierras el río de mismo nombre, y las engordan catorce pequeños pueblos adornadas de grandes casonas que viven felices entre praderas glaucas, entre tupidos bosques de haya y roble. Dicen que es uno de los más verdes de Navarra, la 'Suiza Navarra'. Bello y tranquilo, fue declarado Zona Especial de Conservación dentro de la Red Europea Natura 2000 por su riqueza natural.

A través de sus sendas se movieron pastores y rebaños, también bandoleros y contrabandistas que emprendían sus rutas de noche hacia la frontera. Hablábamos de otoño al principio de este reportaje, de hojas y plantas que cambian de color. El milenario robledal del Bosque de Orgi se extiende al sur de la cuenca sobre 80 hectáreas repletas de senderos fáciles. Único de los robledales húmedos navarros, al interés ecológico suma el encantador entorno. Como es un bien escaso y muchos lo pretenden, para visitarlo hace falta reservar en www.bosquedeorgi.com.

Bosque de Orgi en pleno otoño. Javier Campos

Si deseas contemplar uno de los 47 árboles monumentales existentes en Navarra, el de Orkin, existe una ruta disponible en wikilok. Cubre 1,5 kilómetros, más el regreso. Sencilla, fluye entre verdes prados donde pastan felices vacas lecheras, caballos y ovejas latxas cuya leche se convierte en la materia prima para la excelente cuajada de la zona. Si no nos crees, si piensas que cualquiera del supermercado se parece a este manjar de los dioses, basta tomar una cucharadita y cambiarás de opinión raudo y veloz. ¿Qué tiene de especial?: durante su elaboración se vierte una piedra al rojo vivo para conferirle ese peculiar sabor tostado que la hace única. Pero volvamos al majestuoso árbol. Levanta con orgullo su tronco milenario en una pradera al barrio de Orkin, imponente, señor del paisaje y del tiempo, superviviente al reloj y las tempestades, a los conflictos humanos y los caprichos divinos. Observa las fantásticas nervaduras de su planta, los 10 metros de perímetro aproximados que lo contornean. Se ha ganado la fotografía, incluso subirla a redes, contigo o sin ti presente, la verdadera 'star' en este caso es él.

Roble milenario de Orkin. Rául Mayo

Dejamos al enorme ejemplar atrás y partimos en busca de otra red de sendas de clara belleza hacia el Puerto de Belate, adorado por los navarros. Con naturaleza propia de la región atlántica, colecciona arroyos y hayas. Apuesta tranquila la protagoniza el paseo hacia el Monasterio Hospital de Santa María, hacia sus restos. Por allí pasaba uno de los ramales más antiguos del Camino de Santiago, el Camino Baztanés. Accedía a la península por Urdax, transcurría por parte del valle de Baztán y cruzaba este puerto utilizando como pistas las antiguas calzadas romanas.

También cuenta la zona con el denominado Sendero de Aratxuri. Empieza en el portillo de la ermita, en el aparcamiento junto a la carretera vieja (NA 1210) del puerto de Belate. Marcado con señales blancas y verdes a lo largo de 2 kilómetros con desnivel de 50 metros. La dificultad pasa a tipo medio en su segunda mitad, pero si alguna persona no se siente segura, puede vistarlo volviendo desde la ermita al punto de inicio. Quien lo emprenda contemplará el barranco de Aratxuri en la cabecera del río Ultzama, la ermita de Belate (siglo XII) y un sombrío hayedo. El camino comparte tramo inicial con las excursiones al macizo de Saioa a través del sendero GR12, y acompaña un corto recorrido al camino Santiago Baztanés.

Caballos pastan en Belate. Adobe Stock

El Sendero de la Turbera también goza de fama. Parte del aparcamiento de 'Venta Quemada', junto a la antigua casa de arbitrios-carabineros en la NA 1210 del mismo puerto. Señalizado con color azul, es sencillo (solo un kilómetro) y circular, sin apenas desnivel. El objetivo pasa por facilitar la interpretación y singularidad naturalística de las turberas. Transcurre por pastizal, entre ganado en libertad. Una nueva propuesta, el Sendero Vuelta de Belate, sale del parking de 'Venta Quemada', junto a la carretera ya conocida, y luce marcas naranjas durante sus 6 kilómetros con desnivel de 150 metros.

Su dificultad está considerada como baja. Discurre por los altos de lomas y collados que rodean el puerto, pasa por hayedos y pastizales ganaderos y ofrece bonitas panorámicas. Sortea, además, el límite entre los valles de Baztán y Ultzama gracias a portillos que el caminante debe dejar cerrados tras usarlos. Primero remonta el asfaltado de la carretera hasta las antenas y luego regresa por sendas y caminos forestales. Además, durante un tramo coincide con la Gran Ruta 12. Advierten, eso sí, que es preciso andar con cuidado en caso de encontrar niebla o de pensarse bien si enfrentarlo sabiendo que la va a haber.

Ayto. de Atetz

Al norte de Ultzama también, sale del anonimato para reivindicar su personalidad otro desconocido valle, el de Basaburua. Allí, el robledal de Jaunsarats es uno de los alicientes, además de sus cucos pueblos y varias sendas cuyas espalda guardan robles y hayedos. Al sur, en cambio, no habrá que perderse los senderos del Valle de Atez. Hermanan los pueblos que configuran su cuerpo, promoviendo paseos saludables. Muchos llevan el apellido de históricos y hay seis definidos en la web www.atez.es.

Buscando setas por el Parque Micológico de Ultzama
Imagen - Buscando setas por el Parque Micológico de Ultzama

Cambio de tercio, aunque no de panorama. Los amantes de la setas saben que las fechas les son propicias, tienen una cita con el Parque Micológico de Ultzama, iniciativa auspiciada por el Ayuntamiento local que pretende «regular la recolección de setas con el objetivo final de conservar este recurso, ya que los hongos son clave en el buen funcionamiento de los bosques pues reciclan la materia orgánica del bosque, en el caso de los saprófitos; ayudan a los árboles a crecer, los micorrízicos, y crean nuevos espacios, los parásitos». Cualquiera que sepa de estos asuntos confirmará que la buena salud de un bosque se mide por la variedad de setas que aseguran la estabilidad y sostenibilidad. «En Ultzama se han citado 848 especies de hongos distintas y es de gran interés estudiar y conocer el patrimonio micológico que poseemos, así como su evolución. Solo conociendo lo que tenemos podremos entender lo importante que es conservarlo. Se trata de una tarea que atañe a todos, común por tanto», agregan. Por eso programan diversas actividades como salidas normativas. (https://parquemicologicoultzama.com/).

Lo que más emociona a los txikis es acercarse a los animales

En la siguiente invitación, la excusa pasa por tener entretenidas a las niñas y niños, pero lo cierto es que también los adultos aprenden mucho. La Granja Escuela Ultzama (https://granjaescuelaultzama.com/) programa visitas familiares que incluyen talleres de cuajada, aunque lo que más emocione a los txikis sea acercarse a los animales. Así a aprenden a respetarlos y salen con un par de conceptos sobre ecología y medio ambiente escuchados. La actividad es guiada, dura aproximadamente una hora, más la parte dedicada a cocinar que añade 30 minutos.

Allí cada animal tiene su nombre, ha sido rescatado de una mala vida o, peor aún, una muerte segura, como la que esperaba a Ultzama, la yegua de raza mezcla Burguete que iba camino del matadero y ahora se ha convertido en la dueña y señora del lugar. Burros y burras hay unos cuantos, a Ali, por ejemplo, le encanta que la cepillen y adora el pan. Lo come con permiso de Pili, burra de caserío y jefa de los de su especie. Antonio es el mimoso entre los que rebuznan, y no para de hacerlo hasta que capta la atención de los presentes. Roke es más tranquilo, burrito de Encartaciones, pesa alrededor de 35 kilos y no llega al metro de altura, por eso es perfecto para los críos. Chan, tampoco alza mucho el cuerpo, como buen cerdo vietnamita; si le rascas la barriga se tumba para recibir caricias. Se ha hecho muy amigo de Peggy, la Euskal Txerri con la que intenta recuperar esta raza en peligro. ¡Por ahí viene Beuntxe!, una Vaca Dexter sin cuernos. Se los cortó un mal dueño, por eso no es amiga de toqueteos pero agradece los pedazos de pan o de fruta. Quedan los pony de raza Shetland, la hembra, Odin, también se pirra por el pan seco; el macho, Thor, ha aprendido a coger galletas de los labios sin rozarte siquiera.

Niños se acercan a las cabras de la Granja Escuela Ultzama

Seguro que salen emocionados. Para calmarlos un poco, aprovecha la Casa-museo Apicultura Ezkurdi, en Eltso. Así aprenden de otros animales, las abejas, y descubren que son mucho más importantes para la buena marcha del mundo de lo que creemos. El edificio, vivienda familiar, muestra arquitectura popular típica. Dentro, Isabel Tellería ofrece la oportunidad de aproximarse al apasionante universos de estos insectos y al arte de la apicultura. En el laboratorio apícola, donde explica la vida de las abejas y el proceso de elaboración de la miel en la colmena, la forma en que extrae y decanta… Y en la exposición que muestra cómo ha cambiado esta labor a los largo de los siglos. Por supuesto, los visitantes podrán comprar miel artesanal de distintas floraciones, mermelada de miel, chocolates, jabones, cremas, velas, propóleos, polen, cera, jalea real... vamos, que con las manos vacías no vas a salir. Para informarte puedes llamar a los número de teléfonos 948 306 619 o al 677 598 636, o escribir un email a m.ezkurdi@gmail.com.

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