La Alemania romántica

El recorrido arranca en Würzburg, localidad de precioso casco antiguo. Allí se comienza a intuir la imagen típica del romanticismo alemán que tenemos en la cabeza, rodeada de paisajes encantadores y ciudades de ensueño. En el punto de partida más septentrional marinan barroco, vino y la ribera del Meno. No muy lejos del famoso Palacio Residencial se imponen los placeres del caldo de Franconia, explotaciones vitivinícolas tradicionales como Juliusspital, Bürgerspital y Staatlicher Hofkeller con siglos de historia.

La capital oficiosa de la ruta tiene nombre: Rothenburg ob der Tauber. En ella sí estalla, como fuegos artificiales, esa vista romántica típica e insuperable. Allí podrás sentir el Medievo, entre callejas que serpentean y se mezclan. Incluso experimentarlo en primera persona, o al menos esa será la sensación mientras caminas. Parece que el tiempo se detuvo entre plazas llenas de flores y rincones apartados, fuentes y tabernas de vino. Su arquitectura intrincada vuelve loco a los visitantes que miran con ojos sorprendidos la imagen idílica de esta ciudad amurallada con ambiente de cuento, de los que te leían de niño mientras observabas dibujos con casitas de colores, edificios ahora reales que jamás olvidarás. Carga bien el móvil, porque te vas a hartar a fotos dentro de un casco antiguo conservado en su totalidad que suma nada menos que 42 torres. Famosísima, por muy retratada, es la esquina del Plönlein. Inolvidable de nuevo, luce bellísima en las imágenes, mereciendo sin duda el superlativo.

Además, destacan el Museo del Crimen, el mercado navideño Reiterlesmark, que despliega un ambiente cautivador y el festival histórico denominado 'La bebida maestra'. Cada año, el fin de semana de Pentecostés, recuerda un episodio de la Guerra de los 30 Años, cuando la ciudad fue conquistada por tropas del general Tilly y el exalcalde Nusch la salvó de la destrucción.

Queda más. Entre el Suabo y el Franco Alb se extiende el monumento natural Nördlinger Ries, creado por el impacto de un meteorito hace 15 millones de años. Y poco antes del final, en Füssen, el Castillo de Neuschwanstein, otro 'top'. Luis II combinó elementos del Wartburg con la fantasía Gralsburg de la ópera de Wagner 'Parsifal'. Era un monarca sin poder, por eso decidió dedicarse a las bellas artes, que amaba, creando un mundo propio. Dentro, admira la Sala de los Cantantes y el salón del trono, con 15 metros de alto, rico en decoración dorada y azul. Lo que más apreciaba el rey era la Sala del Grial, donde se advierte su gusto por la Edad Media. Y el comedor decorado con motivos de la Guerra de los Cantores de Wartburg. No olvide el turista pasar por la gruta con pequeñas cascadas y colorida iluminación que pretendía dar la sensación de encontrarse dentro de una cueva plagada de estalactitas.

La ruta también cuenta con vía ciclista bien señalizada y con soporte GPS. El mejor vuelo directo desde Bilbao es el de Frankfurt, a 102 kilómetros, hora y 26 minutos aproximadamente de Würzburg.