blanca castillo
Furgón de cola

Urnas vacías

Los partidos buscan formas de conectar con la ciudadanía y luchar contra la abstención

En lo que solo puede considerarse una reacción felina, los partidos han descubierto la crisis de representación política con treinta años de retraso. Y van ... a tomar cartas en el asunto. ¿Cómo? Pues con procesos de escucha, que parece que es lo que venden ahora asesores, consultores y 'think tanks'. La situación es preocupante. Como si no tuviésemos bastante con la crisis y la guerra, los políticos quieren escuchar al ciudadano, entenderlo, empatizar y averiguar sus preocupaciones. ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar? Si tenemos en cuenta que los partidos solo mantienen cierta capacidad de convocatoria sobre sus escasos militantes, yo imagino que para escuchar al ciudadano común van a tener que secuestrarlo.

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¿Y qué le dices tú a ese líder que te lleva a un sótano, te dice que te escucha y parece a punto de llorar? Quizá deberíamos hacerle la campaña inversa y darle nosotros un folleto. Resulta admirable que los partidos, esos instrumentos para la participación devenidos en ensimismadas gestorías del presupuesto, reconozcan no saber lo que preocupa a la gente normal. Su preocupación sin embargo es electoral. La abstención parece ya la clave de las elecciones andaluzas y en las últimas autonómicas vascas casi se queda en casa el 50% del censo. Medio año después, en las catalanas la abstención fue del 46%. Cierto que después en las elecciones en Madrid la participación superó el 70%, pero eso confirma la teoría: el sueño de la desafección produce éxitos excéntricos.

La paradoja está en que en nuestro país el votante se aleja de la política después de que los partidos y sus entornos se hayan encargado de politizar cada milímetro de la realidad, del pop a la gastronomía. Otra jugada maestra. Ayer Yolanda Díaz, campeona de la escucha, pabellón auditivo de España, se abrazó en un mitin a Errejón para humillación pública del 'podcaster' Iglesias. Que la posibilidad regeneracionista del 15-M degenerase por un lado en semejante telenovela y por el otro en el hiperliderazgo suicida de Rivera, hijo de autónomos, aumenta la melancolía, o sea, la desafección. «Nuestros sueños no caben en vuestras urnas», decía una de aquellas pancartas en Sol. Una década después, ya deben de caber. Las urnas están más vacías.

Urkullu

Antepasados

El lehendakari se puso poético en un acto que recordaba la caída del Cinturón de Hierro. «¿En qué pensarían nuestros antepasados en las noches en las trincheras?», se preguntó. Y se contestó. «Pensarían en la defensa de una causa justa: la democracia, el autogobierno, nuestros derechos y libertades». Hombre. Entre los antepasados ideologizados, en las trincheras habría quien soñase también con la dictadura del proletariado y quien lo hiciese con la monarquía clerical o con lo que mandase el confesor. Por lo demás, montañas de testimonios bélicos indican que en las trincheras los soldados sueñan sobre todo con chocolate, novias y calcetines secos. «Fueron, fuimos, derrotados militarmente, pero ganaron, ganamos, la batalla de la dignidad». Madre mía, ni se sabe en qué cubilete está la persona del verbo. La dignidad se hereda mágicamente. Si entregas los planos del Cinturón de Hierro, dejas de ser antepasado.

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Taiwán

La isla

¿Puede pasar algo malo en una conferencia internacional que se llama 'Diálogo en Shangri-La'? Pues sí. Este fin de semana Estados Unidos acusó allí a Pekín de desestabilizar Taiwán y el ministro de Defensa chino advirtió de que no dudarán en iniciar una guerra contra la independencia de la isla. Cómo estará la cosa que Volodímir Zelenski hace un llamamiento para utilizar la diplomacia en Asia. El presidente de Ucrania sabe que solo hay algo peor que una guerra: una guerra que pasa a segundo plano porque estalla un conflicto mayor.

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