Fotografía de archivo de una manifestación en Bilbao de trabajadores de Bizkaibus contra las agresiones. Mireya López

Autobús nocturno en fiestas: responsabilidad y convivencia

Queremos garantizar la movilidad segura, pero no podemos sostener dinámicas que normalizan conductas tóxicas y peligrosas. No estamos dispuestos a seguir así

Sonia Pérez Ezquerra

Diputada de Transportes en Bizkaia

Martes, 23 de septiembre 2025, 00:04

Como diputada foral responsable del transporte en Bizkaia, siento la obligación de hablar sobre un reto creciente: la utilización de recursos públicos para reforzar los ... servicios nocturnos extraordinarios durante fiestas populares, frente a la presión y los riesgos que se generan tanto para nuestro personal como para las personas usuarias.

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El transporte público es, y debe seguir siendo, un instrumento de seguridad. Gracias a él, quienes acuden a las fiestas pueden regresar a casa sin poner en riesgo sus vidas ni las de los demás. Sin embargo, este verano hemos sido testigos de otros incidentes graves con(tra) la autoridad en distintos ámbitos festivos de Euskadi: agresiones a policías, así como otros tumultos y comportamientos que evidencian una falta de respeto hacia las normas básicas de convivencia.

Estas situaciones se han trasladado al ámbito del transporte sin que haya habido, hasta el momento, consecuencias graves, pero son incidentes que nos alertan y que comprometen la seguridad de los implicados, al tiempo que ponen en cuestión la sostenibilidad de estos servicios nocturnos.

En Bizkaibus, hace meses que pusimos en marcha una campaña de respeto y de prevención de riesgos y agresiones en nuestras líneas regulares. Esta campaña, que ha contado con gran aceptación y apoyo por parte de las personas usuarias, apelaba a la convivencia y se consensuó con la parte social de la empresa y contó con el apoyo tanto de policías locales como de la Ertzaintza y mejoró la convivencia y la seguridad en el transporte diario.

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Como sociedad, tenemos el deber de cuidar de los demás, de proteger a quienes nos garantizan la seguridad y de asumir las consecuencias de nuestras acciones. Cuando algunos ponen en riesgo la integridad de otros, estamos fallando a esa tarea compartida que sostiene la convivencia y la vida en comunidad.

No puede haber libertad sin responsabilidad, ni diversión sin respeto. Una responsabilidad no es solo individual; también es colectiva.

El dilema es evidente: queremos garantizar la movilidad segura, pero no podemos ni debemos sostener dinámicas que normalizan conductas tóxicas y peligrosas. Cada servicio nocturno en fiestas que ponemos es un esfuerzo, pagado con el dinero de todas y todos, por la movilidad responsable, pero también implica riesgos para nuestro personal y consume recursos limitados que podrían utilizarse para reforzar las líneas regulares, donde la demanda es constante y la finalidad del viaje está centrada en el acceso al trabajo, a los estudios o a la sanidad.

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Como institución, tenemos la obligación de abrir un debate honesto con la ciudadanía: ¿Cómo queremos vivir nuestras fiestas? ¿Cómo garantizamos la convivencia y el respeto hacia quienes trabajan para todos nosotros? ¿Merece la pena seguir manteniendo unos servicios especiales y nocturnos a costa de la seguridad de los trabajadores y de la inmensa mayoría de las personas usuarias?

No estamos dispuestos a seguir así. Si los comportamientos de descontrol y falta de respeto continúan, la obligación de una institución responsable es no poner en peligro un servicio público esencial, y la obligación de una sociedad madura es reflexionar sobre su comportamiento y su cultura de fiestas.

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Solo desde esa responsabilidad compartida podremos disfrutar de celebraciones seguras, respetuosas y verdaderamente sostenibles. De lo contrario nos plantearemos si merece la pena continuar ofreciendo estos servicios que, no lo olvidemos, son extraordinarios y puntuales.

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