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Las legislativas alemanas de 2009 dejaron patente la transformación profunda de su sistema político. La metamorfosis que allí germinó llega hasta nuestros días, como reflejan ... los resultados de los comicios del pasado septiembre y el acuerdo de coalición entre socialdemócratas, verdes y liberales. Alemania tiene un antes y un después de la Guerra Fría y la caída del Muro de Berlín. En esa fase histórica, diferentes personajes hicieron el país que hoy es. Y entre todos, y sin desmerecer a los restantes, sobresale la figura y el papel de Willy Brandt (Karl Herbert Frahm) y su 'Ostpolitik' (apertura al bloque del Este y mejora de relaciones con la URSS y sus países satélites) por la que se le concedió el Nobel de la Paz el 20 de octubre de 1971, recibiéndolo el 10 de diciembre del mismo año. Además de uno de los líderes occidentales en la Guerra Fría, que luchó contra los nazis y los fascistas europeos y aproximó los países en vías de desarrollo a los industrializados, fue una figura esencial en la construcción de lo que hoy es la UE.
La vida y la obra del estadista alemán nacido en Lübeck (18 de diciembre de 1913), encarnación de la socialdemocracia moderna y uno de los principales políticos del siglo XX, fue trascendental para el devenir de la RFA y de Europa. Afiliado con 17 años a las Juventudes Socialistas, se unió después al SAP y comenzó a ser conocido desde 1933 por su nombre de guerra, Willy Brandt, con el que evitó ser apresado por los nazis. El exilio noruego, su paso por Cataluña en 1937 y la huida a Suecia finalizó, tras la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, con su regresó a Alemania, donde se implicó, ya como miembro del SPD, en la política de la RFA. Desde la Alcaldía del Berlín occidental (1957-1966) fue testigo de la división física de la ciudad al construirse en 1961 el Muro, cuya destrucción también contempló en 1989. Allí padeció la animadversión, críticas e incluso odio de amplios sectores vinculados a lo que había sido el nazismo y de una democracia cristiana que consideraba que el poder era suyo.
Pasados oscuros y colaboracionistas encubiertos cuestionaron a quien políticamente tenía un pasado limpio, el de un superviviente de una clase política diezmada y casi eliminada, que nunca se acercó al estalinismo, que criticó duramente a la URSS cuando en 1956 invadió Hungría y rechazó la proposición de Nikita Kruschov de que Berlín se convirtiera en «ciudad libre» (1958). Presidente del SPD desde 1964 hasta 1987, su giro hacia el centro político, abandonando el marxismo, no le sirvió en las elecciones de 1961 que ganó Konrad Adenauer (CDU), ni en las de 1965, en las que fue vencido por Ludwig Erhard (CDU). El corto recorrido del Gobierno de éste posibilitó, en 1966, una 'gran coalición' entre CDU y SPD que le llevó a la vicecancillería y al Ministerio de Exteriores. En 1969, su formación se coaligó con el pequeño Partido Democrático Liberal (FPD) y fue elegido canciller de la RFA. En su primer discurso expuso las reformas que deseaba implantar, terminándolo con una de sus frases famosas: «Queremos atrevernos a más democracia».
Desde la Cancillería desarrolló la 'Neue Ostpolitik' (Nueva Política Oriental), «política de pasos pequeños», con la que se acercó a la RDA, a la URSS y a otros países del bloque del Este (Checoslovaquia, Polonia, RDA, Rumanía, Yugoslavia). La Guerra Fría y el riesgo de una nueva conflagración mundial, la reconstrucción de Alemania occidental, la adaptación de las estructuras administrativas al sistema democrático, el estímulo económico para reconstruir el país, la reunificación (a la que asistió el 3 de octubre de 1990) y la idea de Europa constituyeron siempre sus máximas preocupaciones.
Frente a la política de Adenauer alejando a las dos Alemanias, Brandt y su distensión abrieron un período de entendimiento entre los dos bloques. El símbolo más significativo de esta nueva actitud fue cuando en diciembre de 1970 se arrodilló ante el monumento de las víctimas del levantamiento del Gueto de Varsovia. Las críticas y las acusaciones de alta traición por esta nueva política fueron constantes, tanto por sus rivales conservadores como de los expulsados de la zona oriental de Alemania. La CDU con los liberales y algunos miembros del SPD plantearon una moción de censura que perdieron el 24 de abril de 1972. A pesar de que en las nuevas elecciones que tuvieron que convocarse ese mismo año obtuvo su mejor resultado, decidió dimitir, dos años después, oficialmente por la traición de uno de sus colaboradores, Günter Guillaume, espía de la Stasi formado por Markus Wolf, aunque la realidad es que renunció por la conjura y el abandono de los suyos.
Su carrera política no finalizó con aquella decisión paradigmática, ya que siguió como presidente del SPD y de la Internacional Socialista hasta 1992 y como miembro del Parlamento Europeo hasta 1983. La principal valía y testamento de quien estuvo en el punto de mira de la Fracción del Ejército Rojo en 1977 fue la de apasionar, encandilar y entusiasmar a multitud de ciudadanos por la política y la democracia. No parece ser el caso de Olaf Scholz.
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