Con frecuencia se considera que la suma de 'redes sociales' y 'jóvenes' forma un cóctel peligroso. Que las redes son un lugar de riesgo para ... los jóvenes o, que de facto, los jóvenes hacen un uso incorrecto de esas redes. En 2019, en el centro de investigación KoLaborategia de Mondragon Unibertsitatea, comenzamos a investigar la relación entre los jóvenes y las redes sociales; y los prejuicios resonaban en nuestros oídos. Por eso, quisimos escuchar de boca de los propios jóvenes cómo vivían las redes.
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Entre otras, hicimos a los y las estudiantes las siguientes preguntas: ¿Alguna vez te has sentido incómodo en las redes sociales? ¿Alguna vez has sentido orgullo o satisfacción usándolas? En ambos casos debían explicar el porqué. Un tercio de estos jóvenes reconoció que alguna vez se había sentido incómodo. Y seis de cada diez, que alguna vez se habían sentido orgullosos. Ven así más beneficios que riesgos a las redes sociales.
La razón que más se repetía para haberse sentido incómodo se relacionaba con que un desconocido hubiese entablado contacto o enviado una petición de amistad. Otra razón era la sensación de sentirse acosados. Con frecuencia, además, los emisores de esos mensajes de acoso eran esos mismos desconocidos o anónimos mencionados antes. Una tercera razón de incomodidad eran los insultos y comentarios en mal tono.
¿Y qué hacen los y las jóvenes ante actitudes que les incomodan? Respondieron que sistemáticamente bloquean a ese tipo de personas. Han creado sus propios mecanismos de defensa ante esos comportamientos. Cuando publican fotos en las redes sociales, la mayoría de las veces crean sus propios filtros de seguridad: aunque tengan muchos seguidores, no comparten todas las fotos con todos ellos, las ponen solo a la vista de las amistades más cercanas.
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En cuanto a los beneficios, lo que más ha aflorado en la investigación es la capacidad que las redes ofrecen para relacionarse y comunicarse entre amigos, pero también la posibilidad de crear nuevas amistades. Además, los jóvenes vascos subrayan la gran cantidad de contenidos a los que tienen acceso y la posibilidad de diversión que les ofrecen. Escuchan música o ven videos en el móvil (tres cuartas partes de los jóvenes usan además los videotutoriales). Otra constatación: el teléfono está presente constantemente.
A medida que escuchábamos opiniones crecía en nosotros la siguiente pregunta: ¿Es tan diferente la relación de los jóvenes con las redes sociales con respecto al resto de las generaciones? ¿Únicamente los jóvenes consultan el teléfono nada más despertarse? ¿Pasamos los adultos momentos desagradables cuando discutimos con un troll en Twitter o en Facebook o eso solo les ocurre a los jóvenes?
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Los adultos no consumimos los mismos contenidos, ni utilizamos las mismas redes, ni difundimos las mismas imágenes. De hecho, para los adolescentes entrevistados, Twitter y Facebook son «cosas de viejos», y TikTok, «de niños». Hace una década, Facebook era imprescindible para un adolescente; la de ahora es la generación Instagram, pero pronto llegarán las generaciones TikTok, Twitch... ¿Y no será ese punto el que genere las mayores inquietudes de los padres? ¿Qué estarán haciendo sus hijos, utilizando aplicaciones que desconocen?
Hemos ido presentando los resultados de la investigación ante alumnos participantes, profesores y padres. En una de esas presentaciones, un progenitor confesaba que solía tener dudas sobre si era lícito o no mirar el teléfono de su hijo, y recono cía en público que a menudo sentía la tentación de hacerlo. Ese tema estaba fuera de nuestra investigación pero respondimos con otra pregunta: ¿Te habría gustado que tus padres entrasen en tu cuarto y leyeran los cuadernos que tenías guardados en la mesilla? Lo esencial no es si en ese cuaderno había poemas, dibujos o sueños inconfesables… es una cuestión de respeto a la intimidad.
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Hace unos años, los principales miedos de padres y madres se relacionaban con que los hijos consumieran tabaco, alcohol o drogas. Pero ¿se drogaba la mayoría de los jóvenes que permanecían en espacios propios? ¿Era malo todo lo que hacían a espaldas de sus progenitores? Los adolescentes construyen su espacios de intimidad a medida que van independizándose de sus progenitores; y la mayoría de los padres y madres se preocupan (y se preocupaban) por lo que ocurre fuera del alcance de ellos. Con las redes sociales ocurre lo mismo: los jóvenes necesitan espacios de intimidad (¡y de hecho los han creado!). Al igual que cambian con la edad, cambia su mirada hacia las redes y la aportación que a ellas hacen.
El mundo digital tiene sus propios riesgos, como los entornos analógicos. Así y todo, los beneficios son mayores que las desventajas. Hoy, quitarle el teléfono móvil a un joven es sacarle de su mundo, como cuando en la era analógica estabas encerrado en casa mientras tus amigos se divertían en el parque.
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