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Al hilo de los premios Sabino Arana que se entregaron el domingo en Bilbao: ¿se han fijado que se ha premiado siempre a los lehendakaris (a los nacionalistas, claro, no a Patxi López) pero nunca a los presidentes del EBB? Se reconoció a Ardanza, Ibarretxe, ... al cabo del tiempo a Garaikoetxea y ahora a Urkullu. Pero nunca a Xabier Arzalluz, Román Sudupe o Josu Jon Imaz ni se premiará a Ortuzar. Y Urkullu lo recibe por haber sido lehendakari, no por presidente del partido. La explicación lógica solo puede ser que la Fundación Sabino Arana, que es el PNV, no se va a premiar a sí misma.
Pero lo cierto es que con los premios Sabino Arana el PNV, el partido, se coloca por encima de los lehendakaris. Y por eso Ortuzar representa ahora la esencia del nacionalismo, por encima de Urkullu, como Arzalluz lo era por encima de Ardanza y luego de Ibarretxe. Estoy buscando la explicación de por qué desde Arzalluz, en los años ochenta ya se empezó a reivindicar la consecución del palacete del número 11 de la Avenue Marceau de París para el PNV y no para el Gobierno vasco, que era su legítimo propietario.
En esta edición de los premios Sabino Arana también se distinguió a Jean-Claude Larronde, el historiador que mejor conoce todo lo que ha pasado con el caso del palacete de París y que demuestra que aquel edificio fue del Gobierno vasco, no del PNV. Pero hay un Larronde historiador muy solvente y hay un Larronde nacionalista que nunca le falla a su partido y de ahí el premio. Con la historiadora Leire Arrieta pasa algo parecido. Respecto del palacete salió diciendo en este periódico que «es de justicia que haya sido entregado al PNV porque lo adquirió en un primer momento». Pero en un trabajo académico dice: «Cabe destacar que siempre ha sido el PNV quien lo ha requerido aunque la propiedad era del Gobierno vasco».
El PNV viene reclamando el palacete desde la época de Arzalluz pero no tiene forma de demostrar su propiedad. En cambio, se puede probar que el Gobierno vasco era el único que pudo comprarlo. José Miguel Azaola, el autor de 'Vasconia y su destino', en un artículo de EL CORREO de 27 de febrero de 1997 titulado 'Devoluciones de patrimonio' se escandalizaba de que se fuera a indemnizar solo al PNV por incautaciones que correspondían al Ejecutivo vasco en su conjunto, documentándolo todo en la nada sospechosa de antinacionalismo Enciclopedia Auñamendi.
Una cosa fueron los batzokis o las rotativas incautadas al PNV y otra muy distinta el palacete y los dos edificios para refugiados. La compra y la actividad de todos estos inmuebles en Francia se enmarcan en la caída de Bizkaia y el consecuente exilio, donde el protagonista absoluto fue el Gobierno vasco, que el propio lehendakari Aguirre concibió siempre como casa común de todos los vascos autonomistas y republicanos. Pero al PNV como partido le importa más colocarse por encima de los lehendakaris que reivindicar el legado Aguirre, y la prueba evidente es lo que está pasando con el palacete de París.
El PNV ha conseguido el palacete de París para el partido, y luego, si acaso, se lo podrán alquilar al Ejecutivo autonómico para que se instale allí. Pero no al revés. Y hemos llegado así a un punto donde es la sociedad civil vasca la única que puede pedir su restitución al Gobierno vasco, porque los partidos políticos están a lo suyo.
El PNV se acogerá a partir de ahora a Santa Rita; el PSE le da la espalda a su propia historia, en la que uno de los consejeros socialistas de aquel primer Gobierno, Juan Gracia, estuvo al mando tanto del palacete como de los refugios que ahora se van a asignar en exclusiva al PNV; el PCE, que también formaba parte de aquel primer Ejecutivo con un consejero, parece que no se entera de nada; ANV y los partidos republicanos de aquel primer Gabinete ya no existen; Bildu ha sorprendido por su coincidencia con los jelkides en este caso, celebrando que el palacete sea para el PNV y que luego este lo ceda en alquiler al Gobierno vasco. Y los partidos minoritarios restantes asisten como convidados de piedra a un cambalache de asignaciones de recursos donde solo gana el nacionalismo vasco, una vez más.
El 18 de enero pasado nos reunimos los miembros de la Plataforma Constitucional Vasca (fundada en 2022 por Ramón Rabanera, Guillermo Gortázar, Federico Verástegui, Iñaki Ezkerra y quien suscribe) para denunciar este caso del palacete, que supone detraer del Patrimonio del Estado un bien que es de todos, para adjudicarlo a manos privadas, como son las del PNV, y cuya única razón de ser estriba en la conveniencia política de Pedro Sánchez. Pero, además, con el tema del palacete queda en evidencia un partido, el PNV, que se coloca a sí mismo por encima de todo. ¿También por encima de Euskadi?
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