Claudia Sheinbaum habla durante una rueda de prensa. EFE

Cuando el perdón exalta el honor

Las palabras del ministro Albares y la respuesta de la presidenta Sheinbaum han diluido orgullos nacionales

Miércoles, 5 de noviembre 2025, 00:16

Estudié a fondo la conquista de México con motivo del V Centenario y luego viajé con mi mochila siguiendo con detalle la ruta de Cortés ... desde Cancún a la capital azteca. Leí los mejores libros sobre el tema y, finalmente, escribí una larga novela histórica, 'Soldado de a pie: 500 años después' (Ed. Luna Forum, 2010), ya descatalogada. En ese viaje pude cotejar in situ lo que supuso la conquista y colonia y, lo más importante, hablé del tema con personas diversas, de quienes escuché los juicios más dispares. Todo ello para intentar formarme un juicio equilibrado desde distintos puntos de vista, tanto de aquende como de allende los mares.

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El presidente de México Andrés Manuel López Obrador, en 2019, con motivo de distintos eventos históricos, escribió una carta al Rey de España y al Papa Francisco demandando que se pidiera perdón por los agravios cometidos contra los pueblos originarios. Después de enumerar la violaciones a las leyes vigentes, señalaba: «Para la nación que represento es de fundamental importancia, Señor, invitar al Estado español a que sea partícipe de esta reconciliación histórica(…). Me alienta el propósito de superar en forma definitiva los desencuentros, los rencores, las culpas y los reproches que la Historia ha colocado entre los pueblos de España y de México, sin ignorar ni omitir las ilegalidades y los crímenes que los provocaron».

La no respuesta española se motivó aduciendo que no había que pedir ningún perdón. Imagino que la mayoría de la gente argumentó de oídas pero sin haber leído los términos de tal petición, que es lo que hay que hacer, leer para enjuiciar, y no hablar por lo que otros opinan.

En 2024, la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, no invitó al Rey de España a la ceremonia de su investidura (1 de octubre), por más que intervino el presidente Sánchez repetidamente para disuadirla. «Le respondí que no era el momento adecuado, que él conocía bien mi posición. Nos despedimos con respeto», dice la mandataria. La causa era que el Rey no había respondido a la carta de López Obrador en la que solicitaba que se disculpara por los abusos de la conquista, y que lo había tomado como un insulto al pueblo de México. Ante esa exclusión, el Gobierno no envió a representante alguno.

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Los opinadores españoles, en general, no se pusieron en el punto de vista de 'los otros'. Se dijo que la conquista fue ejemplar, que la época de colonia fue todo un modelo ante el mundo y que lo que dejó España allá merece la pena tenerlo en cuenta. Totalmente de acuerdo, pero el tema es muy complejo, requiere conocimiento y cotejar puntos de vista distintos. Lo que no es admisible es argumentar con testiculina patriótica, que de eso nos ha sobrado.

¿Por qué no se estudia la historia de EE UU del lado de los indios, la de África de parte de los africanos, la de los araucanos, aztecas, mexicas... desde su perspectiva? La historia la transmiten, mintiendo, los vencedores. Y la opinión de los otros, los perdedores, es tan válida como la de los invasores, quienes no pidieron permiso para conquistarlos (lo señala el padre Francisco de Vitoria, siglo XVI).

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Pidió perdón Macron a Argelia, Alemania a Namibia, Portugal por el comercio de esclavos, Reino Unido a Kenia, Bélgica al Congo. Y les honra.

Se disculpó Macron ante Argelia, Alemania con Namibia, Bélgica con el Congo. Y les honra

Y en un santiamén, el asunto se desinfla. En la inauguración de la gran exposición de arte mexicano en Madrid, el ministro José Manuel Albares dijo: «La historia compartida entre España y México, como toda historia humana, tiene claroscuros. Ha habido dolor e injusticia hacia los pueblos originarios. Hubo injusticia, justo es reconocerlo y lamentarlo. Esa es parte de nuestra historia compartida, no podemos negarla ni olvidarla».

Terrible terremoto para el cerebro godo, la espada del Cid se ha roto, los Tercios de Flandes han sido castrados, han vuelto los 'rompeespañas'. Tranquilos, no se ha caído el mundo y sí se ha quebrado un desencuentro. La respuesta de la presidenta mexicana ha sido equilibrada: «Es la primera vez que una autoridad del Gobierno español habla de lamentar la injusticia, es importante, desde mi punto de vista, un primer paso. Habla de la importancia de lo que siempre hemos dicho, el perdón engrandece a los gobiernos y los pueblos, no es humillante, al contrario».

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Mantener el odio o el supuesto honor no suma gloria histórica. Y unas simples palabras medidas y cargadas de sensatez han diluido orgullos nacionales. Pedir disculpas por el dolor que se pudo provocar no empaña en nada la gran epopeya española, sino todo lo contrario, que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.

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