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Bea Crespo

El ostracismo del sabio

El foco ·

La memoria íntima se cruza con la historia o, mejor dicho, memoria e historia entretejen la comprensión del pasado y la forma en la que nos relacionamos con él

Domingo, 14 de febrero 2021, 00:13

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Esta pasada primavera durante los momentos más duros del confinamiento hablaba todas las tardes con mi padre por lo menos durante una hora. La vida ... tenía pocos temas de conversación que ofrecer, así que nos propusimos un plan para nuestras conversaciones. Yo estaba en esos momentos en plena escritura de una novela que transcurre en un pueblo de montaña y le pedí a mi padre, originario de Navallos, un pequeño pueblo de la Ribeira de Piquín en Lugo, que me contara recuerdos de su infancia y adolescencia, antes de que emigrara definitivamente a Bilbao. Quería nutrir mi imaginación, empaparme del ambiente de su aldea, de los detalles de la vida cotidiana de un chico nacido en 1940, de qué supuso para él tener que irse del pueblo de niño cuando le enviaron con una beca internado a un colegio de jesuitas en Barcelona, de cómo veía el pueblo cada vez que volvía en verano, un año mayor. Mi padre tomaba notas durante el día, forzando al máximo su memoria, y por la tarde las compartía conmigo. Y yo, mientras él me hablaba, tomaba nota de sus notas. Me contó muchos detalles sobre las actividades cotidianas que compartía con su padre y su abuelo: el cuidado de los panales de abejas, el pastoreo de las ovejas, los paseos por el bosque para ir a los pueblos vecinos, las clases en la pequeña escuela en la que se mezclaban niños y niñas de todas las edades, la casa familiar y la huerta, la pesca nocturna de truchas. Y también me habló de un hombre que se llamaba Aníbal, como él.

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