Nuevo ciclo electoral
Ganar tiempo para relanzar los grandes proyectos progresistas es vital en un Gobierno agotado por la gestión del covid
Los movimientos internos de los partidos políticos españoles lo indican: el nuevo ciclo electoral está al caer. Aunque por calendario las primeras elecciones deberían ser ... las autonómicas andaluzas, ya hay quien pronostica un adelanto de las generales. Mientras el PNV confía en rentabilizar sus acuerdos con el Gobierno para encarrilar la legislatura hasta su final, Arnaldo Otegi apuesta por otra más de la actual coalición. Por otro lado, la imprevisibilidad de la CUP obliga a ERC a mantener contactos con los partidos del Gobierno, lo que supone una bombona de oxígeno que puede permitir a Pedro Sánchez agotar la legislatura. Sin embargo, esta vez la gran novedad son los omnipresentes Pablo Iglesias e Iván Redondo. Ambos pujan por Yolanda Díaz y apuntan hacia un posible adelanto electoral.
Redondo sostiene que en primavera puede haber una convocatoria electoral anticipada (junto a las elecciones andaluzas) e Iglesias afirma que estaría motivada por el objetivo de impedir que Díaz consolide su proyecto. Sin embargo, la audacia de argumentos es cuestionable tanto en términos políticos como electorales. Los Presupuestos llegan a la fase final de su aprobación, la crisis catalana camina hacia cauces medianamente razonables y numerosas leyes prioritarias para el electorado progresista están en vías de tramitación.
Estas semanas también se avanza en la recepción de unos fondos europeos que mejorarán los indicadores económicos. Cuesta ver qué interés puede tener Sánchez en dejar el 'Falcon' y aventurarse a una campaña electoral con resultado incierto. Y aún más cuando, de agotar la legislatura, España tendría la presidencia de turno de la UE en la segunda mitad de 2023, con la visibilidad que esa función otorga.
Si Pedro Sánchez creyera el CIS de noviembre no llamaría a las urnas en primavera, convocaría los comicios mañana mismo. Salvo el de José Félix Tezanos, todos los centros demoscópicos dibujan un PP fuerte y un Vox que resiste, aunque ambos empiezan a estancarse; los primeros, por sus guerras internas, y los segundos porque en un clima político normal es complicado encontrar el conflicto del que se alimentan. Pero las encuestas de las últimas semanas también indican otro fenómeno: mientras un electorado socialista formado por muchos abstencionistas en las pasadas generales no está movilizado, su izquierda comienza a activarse bajo la figura de Díaz.
Pensar que la vicepresidenta segunda necesita tiempo para armar un proyecto atractivo es un error. Díaz es la política más valorada incluso entre los votantes socialistas, tiene el apoyo de los sindicatos y el carisma suficiente para recoger las distintas sensibilidades de izquierdas. De hecho, una de las claves del ascenso del primer Podemos es el poco tiempo que tuvo para constituirse como proyecto, con todas las complicaciones que esto trajo después. Maquinaria de guerra electoral, que decía Errejón. Ahora, en cuanto a la coalición con este último, no hay ninguna evidencia que sostenga que por acelerar o aplazar la decisión de Más País esta tomará un rumbo u otro.
Todo indica que una de las grandes novedades del nuevo ciclo político que se abre van a ser los partidos de la España vaciada. Numerosos sondeos empiezan a apuntar que movimientos como Soria Ya, Cuenca Ahora o Teruel Existe podrían tener la clave de la gobernabilidad. La situación plantea un problema gravísimo para un sistema parlamentario -ya en crisis- como el español, sostenido por la capacidad del bipartidismo para captar votos en las zonas despobladas del país, las que más bonifican en unas elecciones. La transversalidad de estos movimientos también presenta la complicación de no saber hacia dónde podrían decantarse en una investidura. Incluso evidencia la necesidad -otra vez- de caminar hacia un sistema territorial más equilibrado.
Mientras la emergencia de Vox fue el monotema del anterior ciclo electoral, parece que el cómo reconstruir el país desde realidades tangibles marcará el nuevo periodo, solo basta observar los discursos de las dos fuerzas más votadas en las elecciones madrileñas. Y para eso el Gobierno debe gobernar y consolidar su proyecto político, por mucho que Iván Redondo siga pensando en un ajedrez aleatorio para mantener La Moncloa y recuperar San Telmo. Una apuesta que puede salir tan bien como aquella repetición electoral en la que el PSOE perdió 750.000 votos.
Ganar tiempo para relanzar los grandes proyectos progresistas es fundamental para un Gobierno agotado por la gestión del covid. Y eso no significa esperar de forma acrítica a que las elecciones se convoquen automáticamente, sino aguardar el mejor momento, que no tiene porque ser después de las autonómicas. Pero la primavera no parece la mejor fecha ni Andalucía la comunidad más determinante para ir a rebufo de una victoria. Esa es la valenciana, donde Ximo Puig también debe adelantar los comicios. Y, si no, miren dónde han sucedido los grandes congresos políticos de los últimos meses.
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