La subversiva sociedad civil
El statu quo, cualquiera y en cualquier parte, se pone de los nervios ante el pensamiento crítico y la reflexión sosegada
El Grupo Vasco del Club de Roma acogió recientemente una brillante y concurrida conferencia, acompañada de un entretenido debate del que los interesados pueden disfrutar ... en nuestra página web (https://www.clubderomagv.org/). La conferencia la impartieron tres ilustres ponentes -Maite de Aranzábal, Guillermo Dorronsoro y Pedro Luis Uriarte- y versó sobre el papel clave de la sociedad civil en tiempos de incertidumbre y, al hilo de ello, ofreció una explicación exhaustiva sobre el propósito, los informes realizados y los planes del prestigioso 'think-tank' Zedarriak, foro del que forman parte los citados ponentes.
Quizás habría que empezar definiendo lo que se puede entender por sociedad civil. Podríamos considerar que es aquella parte de la sociedad que es ajena o que no controla el poder, sea este político, militar, religioso o mercantil; es decir, que no es ni Estado, ni milicia, ni iglesia, ni mercado.
Curiosamente, cuando se reivindica el papel de la sociedad civil surge mucho ruido, se ponen nerviosos algunos, se mueven ciertos poderes fácticos. Vamos a ver varios ejemplos históricos.
Aunque ya a los clásicos griegos les interesaba el asunto, con el pensador ginebrino Rousseau y su obra 'El contrato social' tuvo la sociedad civil su puesta de largo más llamativa. Publicada en 1762, la reacción del poder -el Parlamento de París y la Sorbona- fue enviar el libro a la hoguera, en un comportamiento tradicional de los que sintiéndose amenazados carecen de argumentos. Rousseau, prudentemente, optó por exiliarse, ya que podía caer en prisión en la Bastilla o, peor aún, ser ajusticiado. Su gran delito era criticar tanto al poder humano como al poder divino, abogando por una religión civil y laica.
El Club de Roma nació en 1968, fruto de la preocupación de una serie de intelectuales por el devenir de la Humanidad y el futuro del planeta. En 1972 sería publicado el primer Informe al Club de Roma 'Los límites del crecimiento', elaborado por un equipo científico del MIT, al que se encargó su realización. Aun siendo un 'bestseller' a escala mundial -ya que se vendieron millones de ejemplares en poco tiempo- sería acusado de catastrofista. Y tanto los autores del MIT como el propio Club de Roma, señalados por apologistas del desastre. El delito del informe era manifestar, con datos y estudios científicos, que de seguir la senda de crecimiento podríamos llegar al colapso y que había que poner medidas. Creo que, a pesar del negacionismo militante de algunos, no estamos en situación de ignorar que nos encontramos, hoy, más de cincuenta años después de la publicación del citado documento, inmersos en una preocupante emergencia climática.
A inicios de 2022 nace el foro Zedarriak, con la vocación de reforzar el atractivo económico y empresarial de Euskadi, aportando ideas y proyectos, para no quedarnos atrás en las transformaciones económicas y sociales actuales. En abril de ese mismo año publica su primer informe, un diagnóstico sobre la situación económico-social. El poder político, por las razones que fuesen, y aunque a mi modesto entender no lo estaba, se sintió señalado y hubo una inusitada caza de brujas. El delito del estudio era que, exponiendo una serie de pérdidas contrastadas empíricamente (la del peso económico y empresarial, la del arraigo, la del atractivo, la de la centralidad del progreso en las prioridades del país…), apelaba fundamentalmente a la reacción como país y sociedad.
Parece una constante en la historia de la Humanidad y en la intrahistoria -expresión unamuniana- de las organizaciones el ponerse de los nervios cuando se abren las ventanas, se aporta pensamiento crítico, se apela a la reflexión sosegada, se ponen luces largas para mirar al futuro. El statu quo -cualquiera y en cualquier parte- no admite aportaciones, cree encontrarse siempre en posesión de la verdad, de la única verdad, sea política, intelectual o religiosa. Y reacciona de manera virulenta.
Felicitamos a Rousseau -aunque posiblemente no se aperciba de ello- por su lúcido atrevimiento, apoyamos también la edificante labor de Zedarriak y nos apuntamos a ser sus aliados para que siga iluminándonos el camino y aportando esperanza.
Algunos vamos a seguir intentando -aportando temas de reflexión a la sociedad- que se nos acerque más gente joven, ya que es la cantera y el futuro de todos, un mayor y creciente concurso femenino tanto en ponentes como en participantes y que nuestra sociedad cercana sepa que existimos y lo que hacemos.
Rousseau defendía que no empezábamos a convertirnos en seres humanos hasta después de haber sido ciudadanos. Que la subversiva sociedad civil tenga larga vida.
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