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El Grupo Vasco del Club de Roma durante una conferencia en la Sociedad Bilbaína. Ainhoa Gorriz

Una argentina vino a Bilbao

Para integrarse en cualquier comunidad hay que asumir su memoria, impregnarse del alma del lugar y de sus gentes

Mikel Etxebarria Dobaran

Coordinador del Grupo Vasco del Club de Roma

Miércoles, 20 de agosto 2025, 00:16

Como aquel inglés de la canción que vino a Bilbao a ver la ría y el mar, hace poco tuvimos el privilegio de tener con ... nosotros a una intelectual argentina que vino a protagonizar la sesión magistral de apertura al Seminario Internacional de Metrópolis, organizado por Bilbao Metrópoli 30, y a dar una conferencia ante el Grupo Vasco del Club de Roma. Y aunque volvió a Buenos Aires, quedó prendada de nuestra ciudad y de nuestra gente, convirtiéndose -los de Bilbao nacen donde quieren- en una bilbaína más.

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Hablamos de Silvia Zimmermann del Castillo, copresidenta del Club de Roma internacional, escritora, columnista del diario 'La Nación', música y filósofa. Fundó en 2006 el capítulo argentino del Club de Roma, que preside, y dirigió en 2017 el Encuentro Internacional del Agua celebrado en el Vaticano e inaugurado por su amigo y colega como profesor de Literatura, el fallecido Papa Francisco.

De su intervención en el Seminario de BM30 destacaría que fue una sorprendente aportación poética al análisis de las ciudades. Se refirió a la arquitectura como música congelada, donde la contemplación simultánea lleva al silencio compartido. Nos dijo que necesitamos en las ciudades a nuevas personas, pero que para integrarse no basta con habitar el espacio, sino que hay que empaparse de la memoria. Que cada ciudad, y la nuestra es un ejemplo, tiene su personalidad, su esencia. Que fueron las ciudades, varios siglos antes de Cristo, las que propiciaron la enseñanza pública, gratuita y obligatoria. Que debemos cuidar el ser del ser humano, ya que somos animales simbólicos y poéticos. Que las ciudades a escala humana son las que cubren la necesidad del encuentro. Estos mensajes calarían en todas las intervenciones posteriores del seminario.

De su conferencia-coloquio ante el Grupo Vasco del Club de Roma, titulada 'El desafío de la humanidad atrapada entre dos eras', podríamos destacar su elevado perfil filosófico. Nos recuerda que el mal tiene una capacidad asociativa admirable y que el bien lo conforman los valores que se quieren destruir. Que tras distintas revoluciones (Renacimiento, industrial, tecnológica) requerimos una revolución humanística que nos lleve a un Nuevo Humanismo, como defendía Aurelio Peccei, fundador del Club de Roma.

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Que volverse humano no es sencillo, ya que requiere esfuerzo, construcción, educación, intercambio y cultura, y que la contrapartida es la esencia animal, la bestialización, que se logra dejándose llevar. Que estamos atrapados entre dos eras, una que se desvanece y otra que nace y no sabemos cómo va a ser. Que puede que estemos cerca de la singularidad. Que si perdemos el lenguaje, que es la casa del ser, nos esclavizamos. Que, debiendo replantearnos la dimensión humana, urge una nueva ontología (siguiendo a Markus Gabriel). Que no hay cura para el progreso, pero debemos encontrar un antídoto contra el exceso de racionalidad. Que no nos olvidemos de las emociones, porque es una forma de conocimiento que aún no dominan las máquinas. Que humanizarnos es descentrarnos de nosotros mismos y que nos tenemos que abrir a los infinitos para salvar el mundo.

Silvia Zimmerman, en su estancia con nosotros, con BM30 y con el Grupo Vasco del Club de Roma, tuvo especial interés en conocer Gernika, su Casa de Juntas, el árbol sagrado y su Museo de La Paz, que le causó una gran impresión como recuerdo al espantoso horror del dolor de los civiles en los conflictos bélicos de ayer y de hoy. También visitó el Guggenheim, el Museo de Bellas Artes, la Universidad de Deusto, conoció el hotel Carlton y su historia, la Sociedad Bilbaina y el Euskalduna Jauregia. Reunida con los responsables de los museos citados les realizó propuestas de colaboración. Y no se fue sin realizar la ruta unamuniana por el Casco Viejo, con visita además a la Biblioteca de Bidebarrieta y degustación de unos pintxos con txakoli.

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Sus educadas y reflexivas aportaciones han dejado un gran poso entre nosotros. Nos propone trabajar en red dentro del Club de Roma entre capítulos y grupos y aboga por seguir con la preocupación climática, con la esencia ecologista, auténtica seña de identidad del laboratorio de pensamiento. Pero, sobre todo, en este complicado contexto geopolítico, defender, con esperanza, el Humanismo.

Nos quedamos, en especial, con dos mensajes. El primero, que para integrarse en cualquier colectividad hay que asumir su memoria, no basta con ocupar el espacio, sino que hay que impregnarse del alma del lugar y de sus gentes. Y el segundo, que ser un ser humano requiere trabajo, compromiso y propósito; lo fácil es ser un monstruo, por eso abundan tantos a lo largo de la historia y en el presente.

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Como a Silvia se le quedó grabada nuestra despedida-saludo, le decimos: «Agur Silvia». Laster arte. Hasta pronto.

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