
2 de mayo de El Sitio:'relocalización' liberal
Hemos perdido el rumbo y el contacto con la realidad histórica
María Dolores de Azpiazu y Francisco Lázaro
Presidenta y secretario general de la Sociedad El Sitio
Jueves, 2 de mayo 2024, 00:01
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María Dolores de Azpiazu y Francisco Lázaro
Presidenta y secretario general de la Sociedad El Sitio
Jueves, 2 de mayo 2024, 00:01
La época posterior a la pandemia del covid-19 sitúa al mundo en un escenario para el que nadie estaba preparado. Tras la caída del ... Muro de Berlín, las naciones industrializadas de Occidente continuaron funcionando por inercia, confiadas en la estabilidad intrínseca de sus sistemas y la acabada perfección de unos modelos de bienestar que hacían posible la navegación a velocidad de crucero con piloto automático. Ese período de feliz despreocupación está llegando a su fin.
Culpa de este abrupto despertar a la realidad la tienen un virus microscópico, las ambiciones de algunas potencias ascendentes en la periferia del mundo occidental y, sobre todo, el abandono de los principios y valores en los que se basaba la pujanza intelectual y moral de la Europa contemporánea.
Aquellos que tienen cierta edad se habrán dado cuenta de que últimamente el ritmo del progreso parece haberse ralentizado. Tenemos ordenadores más potentes, Internet, ChatGPT y automóviles que se conducen solos. Pero en los últimos 50 años no ha habido ninguna innovación de gran alcance que continuara el vertiginoso proceso de cambio del pasado siglo XX. No ha habido avances significativos en ciencia, literatura, investigación básica, física de partículas ni pensamiento filosófico. Hemos abandonado la carrera espacial.
Y, por si fuera poco, los índices de educación escolar académica según PISA y otros baremos oficiales no dejan de caer (a excepción de algunas naciones asiáticas). Algo anómalo está pasando en la constitución intelectual del mundo. Y como resultado de ello, también se estancan nuestras economías, nuestro potencial de defensa y nuestra capacidad para jugar un papel relevante en la geopolítica global.
Este fenómeno tiene causas que resulta difícil apreciar por una razón harto simple: no nos damos cuenta de que hemos perdido el rumbo y el contacto con la realidad histórica. Vivimos instalados en un horizonte de fantasías autocomplacientes basadas en el relato políticamente correcto, la ley del mínimo esfuerzo y el conformismo de masas. Hace dos siglos, los esquemas de pensamiento doctrinario del Antiguo Régimen fueron reemplazados por la ciencia y el pensamiento liberal. De ello surgió el mayor periodo de progreso humano, avances disruptivos y prosperidad material que la Humanidad ha conocido en toda su historia.
En la actualidad, la ciencia y la honestidad intelectual están siendo arrinconadas por un desordenado bazar de aportaciones culturales mediocres, típicas de eso que llaman posmodernidad: corrección política, ideologías de género y una nueva religión medioambiental que fuerza a los políticos a tomar sus decisiones no a partir de consideraciones factuales sino de postulados ideológicos avalados por encuestas de opinión y oscuros gabinetes de ingeniería social.
Nos hemos acostumbrado a pensar que la democracia es eso, y ahí es donde estamos: no viviendo como pensamos, sino pensando como vivimos. Somos incapaces de entender que las causas del mal están en nuestra arraigada sensación de éxito y de superioridad moral. Entretanto, las tropas rusas avanzan hacia el Dniéper, China arbitra la geopolítica global, cohetes iraníes sobrevuelan Jerusalén y los países africanos aclaman entusiastas la llegada del nuevo orden mundial multipolar. ¿Es el avance inexorable de la historia, con sus ciclos trágicos de auge y decadencia? ¿O estamos haciendo algo mal, y aún es tiempo para remediarlo?
Urge volver a los planteamientos originarios de la civilización occidental. Aunque solo sea para conservar el prestigio. Es preciso valorar nuevamente el pensamiento científico, el trabajo concienzudo en todas las áreas de la cultura y la libertad de palabra. En resumen, todo aquello que compone el credo histórico liberal. Y eso habría que hacerlo en todos los órdenes de la vida pública y privada. No solo en el contexto de una civilización global, sino a escala de lo estatal, lo regional y lo urbano, que cada vez condiciona más la vida social y la economía en el siglo XXI. No para que determinados gobiernos puedan competir con los otros en poder militar ni en política de prestigio. Más bien para que los diferentes Estados ocupen con dignidad el lugar que les corresponde en la comunidad internacional y en los sistemas colectivos del futuro.
Luchar por la libertad, la igualdad ante la ley y la autonomía moral del individuo: este es el ideal de la Sociedad El Sitio, que hoy, 2 de mayo de 2024, celebra su efemérides con la procesión cívica al monumento de Mallona y la entrega de su tradicional Premio a los Valores Liberales. Desde Bilbao a España, y desde allá, a Europa y al mundo. Eso que llaman 'relocalización' es, para este círculo liberal, un homenaje a los valores que hicieron posible la mejor época de la historia. Y, por supuesto, también una afirmación de que el compromiso con esos valores continúa vigente.
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