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Manual de resistencia

Sánchez ha puesto la primera piedra en el camino de Yolanda Díaz. Él controla el PSOE; ella despierta recelos en Unidas Podemos

Lunes, 7 de febrero 2022, 00:05

Pedro Sánchez ha ganado otra vez. Con la aprobación de la reforma laboral ha conseguido sacar a ERC y EH Bildu de la ecuación y ... apostar por la geometría variable que siempre ha perseguido. El PSOE contenta a la Comisión Europea, sindicatos y empresarios. También a votantes a izquierda, centro y derecha. Sánchez 'el ilusionista' lo ha vuelto a hacer. Consiguió el trágala de Unidas Podemos al introducir a Nadia Calviño en la mesa de diálogo social y llevar la reforma al Congreso como decreto ley, sin poder modificarse. Todo o nada. Y la inestimable ayuda de Ciudadanos, coetáneos y un milagro informático para hacer sus sueños realidad. El presidente del Gobierno tiene la legislatura donde quería: en el extremo centro, Yolanda Díaz contenida con los pasos marcados y Unidas Podemos en fuera de juego.

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El presidente ha vuelto a tirar del manual de resistencia. Sánchez recuperó al viejo PSOE en el congreso de Valencia presentándose como el heredero de las políticas de González y Zapatero, abrazo incluido. Una vez suturó las heridas internas, tocaba neutralizar a sus rivales políticos: Pablo Casado y la emergente ministra de Trabajo. Con la nueva legislación laboral lo ha conseguido: Podemos pierde credibilidad tras prometer durante meses la derogación íntegra y el PP vota en contra de una actualización de su reforma de 2012. Es evidente que ambos se equivocan: Díaz con sus soflamas y Casado evitando retratar a Sánchez.

La mayoría de la investidura se ha roto y veremos si es recuperable habiendo elecciones municipales el año que viene. Mientras, el Gobierno ha fiado la aprobación de la norma más importante de la legislatura a dos partidos en vías de extinción como Ciudadanos y el PDeCAT. Parece que en el PSOE reina un accidentalismo pragmático que no mira al futuro y asume que el pacto con Unidas Podemos es algo circunstancial. Sin embargo, con dos bloques que no van a desaparecer a corto plazo debería asumir que mayorías tan débiles y variopintas como la que aprobó la reforma laboral obstruyen cualquier proyecto estable. Sobre todo, cuando esa mayoría reposa en traiciones a la disciplina de voto.

El presidente llamará a las urnas cuando le convenga a él y no le venga bien a la vicepresidenta

Yolanda Díaz sobrevive, pero sale muy tocada para el electorado de izquierdas. Aún tiene margen para formar un frente amplio que reilusione a sus votantes, pero no debe olvidar en qué territorios está su nicho electoral. Un tercio de los escaños de Podemos vienen de Euskadi, Cataluña y Galicia, comunidades con fuerzas de izquierdas que han votado en contra de la ley. Por lo tanto, a Unidas Podemos le urge reconstruir la mayoría de la investidura y tejer sintonías con estos territorios.

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No será fácil. Es absurdo obviar que tras el 'no' de estas fuerzas a la nueva legislación laboral se ocultan tanto el purismo ideológico como un cálculo electoral en el que urge contener el avance de la vicepresidenta. En el caso de ERC es evidente que ha primado lo segundo: el Govern cada día se distancia más de las políticas de izquierdas que reclama y, a diferencia de lo que ocurre en Euskadi, los sindicatos mayoritarios en Cataluña son CC OO y UGT, que apoyan la normativa.

La izquierda transformadora ha abusado del infantilismo las últimas semanas. Díaz prometió en el congreso de CC OO derogar la reforma laboral «pese a todas las resistencias». Sin entrar en la retórica sobre la derogación, parece evidente que el ministerio ha cedido a esas resistencias. Es obvio que con la correlación de fuerzas actual esta es la mejor norma que podría conseguir la izquierda. Ahora bien, en vez de explicar la conveniencia de un acuerdo entre sindicatos y empresarios para la estabilidad del mercado laboral se ha preferido elevar la norma a la categoría de histórica.

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¿Qué promesas en materia laboral llevará Díaz en su programa electoral tras asegurar que la normativa actual es el santo grial de la izquierda? ¿Aumentar el coste de los despidos? ¿Prometerá su control administrativo? ¿Limitar la movilidad geográfica? Y, si es así, ¿por qué no lo ha hecho en esta reforma 'chulísima'? Quien ha andado más listo es el PSOE al explicar que la nueva normativa es la posible, no la que ellos habrían querido.

Sánchez, experto en arrasar a sus adversarios políticos, acaba de poner la primera piedra en el camino de Díaz. Con educación, actitud colaborativa y aparente complicidad, pero va a por ella. Por mucho que lo disimulen, tanto el PSOE como la plataforma que impulsará la vicepresidenta presentan dos proyectos totalmente personalistas, pero con una diferencia: Sánchez tiene un partido detrás y Díaz no. Sánchez controla el PSOE, Díaz despierta recelos en Unidas Podemos. Sánchez es el presidente y convocará elecciones cuando le convenga, Díaz no puede (y serán cuando a ella no le convenga). Si Sánchez cae habrá un nuevo líder socialista; si Díaz cae, veremos si queda espacio político por reconstruir.

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