Un juicio histórico
Asombra todavía que en la década de los 70 y en un país como Argentina se llegara a una represión tan feroz, sucia y cruel
Victoria Villarruel será la vicepresidenta del nuevo Gobierno argentino presidido por el histriónico Javier Milei. Entre las medidas revisionistas de la política de memoria y ... verdad histórica sobre la última dictadura militar (1976-1983), Villarruel, además de negar la cifra oficial de 30.000 desaparecidos, pretendía cerrar el Museo Sitio de la Memoria, ubicado en la que fuera sede de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), principal centro de detención y tortura. No podrá hacerlo porque ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco.
La película 'Argentina, 1985' (Santiago Mitre, 2022) obtuvo un notable éxito de crítica y público. Abordaba el histórico juicio que sentó en el banquillo por crímenes de lesa humanidad a los nueve jefes militares integrantes de las tres juntas que, tras un golpe de Estado, ejercieron el poder sobre el país en el citado periodo. A pesar de algunas concesiones comerciales al peor estilo hollywoodense, que recuerdan a los ramalazos cursis de 'Algunos hombres buenos' (Rob Reiner, 1992), el filme de Mitre sirvió para recordar la importancia del juicio y el enorme alcance de la represión ejercida por las juntas. Julio Strassera, interpretado por Ricardo Darín con su solvencia habitual, fue el fiscal a cargo de la acusación. 'Argentina, 1985' refleja con acierto las dificultades jurídicas y políticas que soportó para armar el caso, pero abunda en aspectos de la vida personal de Strassera. Se echa en falta ver más juicio, al estilo de esa obra maestra del cine judicial que es '¿Vencedores o vencidos?' (Stanley Kramer, 1961), absurdo y ambiguo título para 'Judgement at Nuremberg'.
Ese interés por ver más juicio lo satisface con creces el documental 'El juicio' (Ulises de la Orden, 2023), que nos muestra un compendio de tres horas de las 530 que grabó la televisión argentina (pero no fueron emitidas, salvo la sentencia) en una audiencia pública que duró 90 días. En la austeridad formal del documento reside su fuerza. Sin apoyo alguno de locución en 'off' ni testimonios ajenos a lo que sucede en la sala, el mérito de la película consiste en una brillante edición del inmenso y perturbador material, que constituye una eficaz narración del proceso.
La vicepresidenta del nuevo Gobierno de Milei ya no podrá cerrar el Museo Sitio de la Memoria
Llaman mucho la atención diversos aspectos ambientales de la vista oral: lo que fuman todos, desde el propio Strassera hasta los taquígrafos; la brillantina tanguista, especialmente en los generales y sus abogados; la pequeñez de la sala, que obliga a la veintena de defensores a estar apiñada (de lo cual se quejan), en contraste con la soledad de Strassera y su fiscal adjunto Luis Moreno Ocampo; la profusión de un público que no esconde las emociones ante los sobrecogedores testimonios; y la ausencia de solemnidad ritual en el estrado de los seis jueces.
Videla, Massera, Agosti, Viola y Galtieri son los nombres más conocidos de los acusados. Secuestros, torturas, homicidios, robos y allanamientos ilegales fueron los principales cargos. Con la base de los testimonios directos recogidos en el extensísimo informe Conadep, en el que participó Ernesto Sábato, que fue conocido con el título 'Nunca más', el tribunal enjuició 703 casos de víctimas. La justificación esgrimida por los militares encausados fue una pretendida guerra contra la subversión y el terrorismo, en la que se habrían limitado a cumplir su deber con la patria. Declararon 833 personas entre testigos, víctimas, familiares y peritos. Solo se les ve de espalda o de medio perfil por falta de un tiro de cámara desde la línea del estrado, lo cual confiere de modo involuntario un respeto a su intimidad por la dimensión abrumadora de lo que hacen público. La suma de narraciones del horror va cargando de tensión la sala con discusiones de algunos de los abogados defensores con el tribunal y la fiscalía, una vez se incrementa su nerviosismo por el peso de los testimonios y desaparece la actitud arrogante que mantienen en las primeras intervenciones. La defensa no presentó testigos. Asombra que en la década de los años setenta del siglo pasado y en un país como Argentina se llegara a una represión tan feroz, sucia y cruel, comparable al gulag soviético y a los campos de exterminio nazis.
En una de sus alocuciones, por lo general templadas, Strassera, visiblemente emocionado, apela a la «conciencia jurídica universal» como fuente última de su tarea, a la vez que imputa a los acusados unas conductas que, al margen de su calificación legal, solo pueden obedecer, sostiene el fiscal, a una honda «perversión moral». Al escuchar estas palabras casi cuarenta años después de ser pronunciadas, es inevitable para el espectador de cualquiera de ambas películas sentirse interpelado y, en último término, aspirar con el fiscal a que tales hechos no se repitan. Nunca más.
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