El tabaco y las ministras médicas
Hacienda no quiere reparar en que 9.000 millones en impuestos palidecen ante 34.000 millones en gasto sanitario y social
Joseba Zabala Galán
Médito emérito de Salud Pública. Máster en Drogodependencias
Sábado, 31 de mayo 2025, 00:02
Se vinieron abajo como un castillo de naipes mis 40 años de entusiasmo por la prevención del tabaco y las drogas, al ver al portero ... del Barça, Wojciech Szczesny vapeando y fumando puros mientras era aclamado por su equipo y por la hinchada en la celebración del título de Liga. En medio del desánimo se me encendieron varios flashes.
Me acordé de la frase que le dijo a Laura su hijo Iker, alumno de Bachillerato que aún no ha cumplido 17 años cuando el otro día le confiscó un cogollo de marihuana del cajón de su cuarto. «El tabaco será malo pero el cánnabis es medicinal», le saltó al verse pillado. Iker, que en su porro siempre mezcla el 'cannabis sativa' con medio cigarro de Marlboro, niega una y otra vez que consuma tabaco. El hijo de Laura, aún menor, ya es cliente del estanco de su barrio.
Otra alumna de ESO, Naia, de 15 años, le aseguró a su padre que el vaper sabor a frutas del bosque que se le cayó de la mochila de clase es un «95% más sano que el tabaco». Un puro para celebrar una Liga, nuevos productos de tabaco llamados de 'riesgo reducido', viejas mentiras y mantras de una industria que sigue creando nuevas puertas de entrada y nuevos jóvenes siervos de la nicotina de cualquier manera y a cualquier precio. También me acordé de esa esperada ley de tabaco que descansa en algún cajón ministerial.
La verdad del tabaco en España que nos dibuja la Sociedad Española de Epidemiología es que las víctimas de esta pandemia superan cada año la sobrecogedora cifra de 50.000 muertos del drama de Gaza. Aquí, cada 9 minutos fallece una persona fumadora y otras 4 mueren cada día solo por tragar a la fuerza el humo de tabaco de sus familiares, amigos, vecinos o compañeros de trabajo. De nuevo saldrá alguien diciendo que si el tabaco es malo, que lo prohíban definitivamente; pero a estas alturas de la película, sabemos que las 'leyes secas' no funcionan y que la solución es que una droga como la nicotina esté regulada al máximo y desnormalizada hasta el olvido.
En España nadie pone coto a la industria del tabaco que se cuela en el Comisionado del Mercado de Tabacos del Ministerio de Hacienda y en un buen número de gobiernos autonómicos como Extremadura y Canarias, en lo que supone un incumplimiento flagrante del artículo 5.3 del Convenio Marco para el Control del Tabaco de la OMS, ratificado por España junto a otros 183 países.
Una cajetilla cuesta en España menos de la mitad que en países vecinos como Francia, Reino Unido o Irlanda. Cualquier francés que atraviese el Bidasoa para comprar tabaco en Irún, o que pase a Elizondo o a La Jonquera, puede sacar limpios 200 euros de los cuatro cartones de rubio americano que le dejan llevarse a su casa. Los estancos se siguen forrando del comercio turístico y transfronterizo mientras que las tabaqueras se frotan las manos al ver que el Ministerio de Hacienda mantiene la fiscalidad y el precio en niveles irrisorios.
Pasó el covid dejando 120.000 muertos en tres años, pero sigue la pandemia de tabaco matando a nuestra gente ante la pasividad de todos. Nuestros menores siguen accediendo a la nicotina del tabaco de mechero como del cigarrillo electrónico o la de los nuevos productos, incluidas las bolsas de nicotina sintética. La población continúa expuesta al humo y al vapeo no solo en muchos hogares, sino también en terrazas, playas, paradas de bus… y en cualquier espacio público, desamparada por una legislación injusta y caduca en la que el derecho a fumar prevalece sobre el derecho fundamental a la salud recogido en el artículo 43 de la Constitución. Mientras el Ministerio de Hacienda no quiera darse cuenta de que los 9.000 millones de impuestos recaudados cada año por tabaco se nos escapan del erario como el agua de una cesta ante los más de 34.000 millones que supone anualmente el gasto sanitario y social del tabaco, hay poco que rascar.
Un estudio sueco publicado en 'The Lancet' demuestra que subir los impuestos al tabaco reduce la mortalidad infantil y la desigualdad social. España lleva un retraso de más de 10 años en implantar verdaderas herramientas de salud pública eficaces como el 'empaquetado neutro' que ya funciona en Francia y Reino Unido, o el aumento de la fiscalidad para que el precio del tabaco no se haga accesible a nuestras chavalas y chavales. Dotar de contenido y dinero al Plan Integral de Tabaquismo que sigue en la UCI solo se puede acometer desde un acuerdo y un compromiso interministerial.
Si ellas no mueven ficha ahora, nadie lo va a hacer. La pandemia de tabaco en España depende de dos médicas ministras, Mónica García y María Jesús Montero. La sanidad y la ciudadanía reclaman urgentemente un pacto valiente y decidido contra el tabaco. La pandemia continúa llevándose a las y los nuestros. ¿Hasta cuándo tenemos que esperar?
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.