Actualización constante del modelo policial, ¿por qué no?
A más igualdad, más seguridad. Las sociedades más seguras son aquellas donde existen niveles más bajos de desigualdad entre ciudadanos
Joan Ignasi Elena y Julen Arzuaga
Conseller de Interior del Govern de Catalunya y secretario de Libertades Democráticas de EH Bildu
Jueves, 4 de abril 2024, 00:17
La sociedad catalana y la vasca, como cualquier otra sociedad moderna de Europa Occidental, enfrentan múltiples retos y preocupaciones desde la perspectiva de la seguridad. ... Una perspectiva subjetiva, una percepción que varía de una persona o colectivo a otro. Pero que se debe objetivar en políticas públicas de seguridad que den confianza, tranquilidad y que equilibren bien los principios de seguridad y libertad.
En efecto, este servicio público tiene que afrontar tres quehaceres: la prevención y, si esta no es posible, la persecución del delito; la garantía de derechos y libertades, y una tercera vertiente que es el cuidado comunitario, es decir, atender las necesidades particulares de seguridad de cada ciudadano para así reforzar las relaciones sociales y la solidaridad colectiva ante hechos que perturban la convivencia. Delitos, derechos y cuidados, se podría resumir. Y por encima de todo, una máxima que debe concernir a todos los partidos de izquierdas: a más igualdad, más seguridad. Las sociedades más seguras son aquellas donde existen niveles más bajos de desigualdad entre ciudadanos.
Compartimos, pues, que la seguridad es al mismo tiempo una preocupación ciudadana, un derecho y un servicio público que se debe prestar desde la vocación y la profesionalidad. Desde la proximidad y la especialización. Nuestra experiencia nos indica que es necesario actualizar continuamente las respuestas políticas a los nuevos retos de seguridad. Desde el punto de vista técnico, operativo, sí, pero la dirección de las políticas de seguridad se basa precisamente en interpretar adecuadamente las necesidades y adoptar ante ellas las decisiones políticas oportunas, de las cuales se deben derivar las decisiones operativas eficaces, congruentes y proporcionales. Es lo que intentamos hacer en nuestros respectivos países.
En Cataluña hemos demostrado que la izquierda puede gestionar con éxito las políticas de seguridad y hacer las cosas de forma diferente. Lo hemos hecho, en primer lugar, revirtiendo los recortes en los Mossos d'Esquadra haciendo una apuesta por dotar el cuerpo de más medios y más recursos. Y, por otro lado, impulsando medidas como el primer protocolo de actuación en casos de desahucios poniendo a las personas vulnerables en el centro, o eliminando el modelo más lesivo de balas de foam en las actuaciones de orden público, cumpliendo así con una de las conclusiones de la comisión sobre el modelo policial que se hizo entre todos los grupos políticos en el Parlament.
En la Comunidad Autónoma Vasca (CAV), unas tasas de criminalidad estables y una percepción de seguridad ciudadana similar a otros contextos cercanos no auguran una situación inmanejable. Sin embargo, hemos visto recientemente una elevación del tono del debate y con él, de la preocupación social. Ante esto, se niega no ya la necesidad, sino la mera posibilidad de abrir un debate sobre el modelo de seguridad y la función de la policía en nuestro país. ¿Pero quién puede tener miedo al debate y a la mejora constante? ¿Por qué es imposible enfrentar una profunda reflexión sobre el modelo policial que nos lleve a actualizarlo? Hablamos de cuestiones que tienen que ver con la selección, la formación, la forma de dirigirse y atender a una ciudadanía plural y bilingüe, debates sobre el empleo de la fuerza o la necesaria especialización y reparto coherente de funciones con las policías locales. Es preciso recuperar la dirección política sobre la actuación policial, desde parámetros exigentes de respeto a los derechos humanos. Es necesario operar cambios intensos desde la transparencia y la pedagogía. Es, además, urgente acercar el modelo de la Ertzaintza a la ciudadanía vasca, ante la que responde y de la que tiene que ser espejo.
El objetivo final, en nuestros respectivos países, es la actualización de nuestros cuerpos de seguridad a partir de la reflexión, el debate y la construcción de amplios consensos. Una actualización constante acorde con los principios de cercanía, eficacia, servicio público, fiscalización y rendición de cuentas ante la ciudadanía. No se puede negar el cambio cayendo en la fatalidad de que no existe alternativa. Esta es posible y necesaria. En Cataluña lo hemos puesto ya en práctica con importantes avances. En la CAV ese es el objetivo, en el que ponemos nuestro empeño y determinación.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión