Cambio de era
El nuevo tiempo está marcado por lo que hasta ahora era impensable: la guerra en el corazón de Europa
Pocos días después de la invasión de Ucrania el 24 de febrero de 2022, el canciller alemán, Olaf Scholz, pronunció un solemne discurso en el ... Bundestag en el que, refiriéndose a la agresión rusa, mencionó el concepto de 'zeitenwende' (un nuevo tiempo); un cambio de era que nos obliga a abandonar esquemas mentales y marcos de referencia que ya no nos sirven para habérnoslas con la realidad ni para afrontar los riesgos a los que tenemos que responder.
Este nuevo tiempo en el que ya vivimos estará marcado por lo que hasta ahora era impensable: la posibilidad de la guerra en el corazón mismo de Europa. Ya no se trata de una guerra fría, de amenazas y equilibrios de fuerza, sino de una guerra caliente, clásica, con violación de fronteras, bombardeos, ocupaciones territoriales, asedios de ciudades... Pero con una novedad radical: el peligro de las armas nucleares que podrían dar lugar a un apocalipsis.
De acuerdo con ese cambio de era, Alemania -y muchos otros países europeos- ha intentado adaptarse a la nueva situación aplicando el clásico 'dictum romano': «Si deseas la paz, prepárate para la guerra». La historia nos demuestra que la debilidad invita a la agresión. El Gobierno socialdemócrata alemán ha promovido un importante aumento del gasto militar, que alcanzará el 2% del PIB, y de otra parte ha abandonado en aras de su independencia los contratos de suministro ruso de energía. En una nueva era de relaciones marcadas por la guerra en Ucrania, el futuro de la UE depende de cómo actúen los países de más peso político y militar como Alemania o Francia, que es además una potencia nuclear.
Europa ha sido seguramente a lo largo de la historia uno de los escenarios de guerra más sangrientos del planeta. Sin embargo, ha gozado en los últimos 70 años de un largo y fructífero tiempo de paz y de desarrollo social y económico ininterrumpido, que ha logrado institucionalizarse en una nueva forma de convivencia: la Unión Europea. Pero la guerra ha sido en la historia una realidad omnipresente. Según el historiador Alfred Weber -hermano de Max Weber-, de los 3.400 años de historia de la Humanidad que podemos datar documentalmente, 3.166 fueron años de guerra y los 234 restantes no fueron realmente de paz, sino de tregua y preparación para otra guerra.
Europa se enfrenta a un conflicto convencional pero con una novedad: el peligro de las armas nucleares
También en el otro lado del globo se habla de una nueva era. En Eurasia, el presidente de China, Xi Jinping, y el de Rusia, Vladímir Putin -en plena guerra de agresión a Ucrania-, firmaron y emitieron conjuntamente el 21 de marzo de 2023 una declaración conjunta sobre la 'profundización de la asociación de coordinación estratégica integral en la nueva era'. En ella, China y Rusia quisieron destacar que su alianza no es el tipo de acuerdo militar y político de la Guerra Fría, sino que trasciende este modelo de relaciones entre Estados y tiene una naturaleza de no alianza (sic), no confrontación y no ataque a terceros países, lo que sin embargo permite al Kremlin invadir Ucrania y mantener una guerra de desgaste en la frontera misma de la OTAN.
China y Rusia se reivindicaron a sí mismas reconociéndose como Estados democráticos (sic) y declararon que no existe una «democracia» superior a otra (sic). La China de Xi propuso como estrategia de paz mundial lo que denomina 'iniciativa de civilización global'. Xi, que respalda con su apoyo político y militar a Moscú, enfatizó que la tolerancia, la coexistencia, los intercambios y el aprendizaje mutuo entre las diferentes «civilizaciones» desempeñan un papel insustituible en el avance del proceso de modernización de la Humanidad y a la hora de hacer florecer el jardín de la civilización mundial, ya que el futuro de todos los países está estrechamente relacionado con esos valores de coexistencia.
En agradecimiento al apoyo chino, la parte rusa aprovechó para reiterar su adhesión al principio de 'una sola China', calificar a Taiwán como parte inalienable del territorio chino, apoyar cualquier medida que Pekín pueda adoptar para salvaguardar su soberanía e integridad territorial. La cínica brutalidad de Vladímir Putin nos hace añorar la bonhomía de Mijaíl Gorbachov.
Una señal del cambio de era que vivimos es que España ha asumido con naturalidad, solidariamente con los demás países de la UE, la parte que le corresponde en el apoyo a la resistencia de Ucrania; de ahí la visita del presidente Zelenski, la bienvenida del Rey al pie del avión y la recepción de las Cortes, además de la firma, de un acuerdo de seguridad bilateral, que incluye suministros militares por 1.129 millones de euros. Eso significa que somos conscientes de que el destino de Europa se juega en Ucrania.
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