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Invertir en empresa familiar

En este tipo de sociedades, tan importante es cuidar del desarrollo del negocio como de la estabilidad y cohesión de la propiedad

mikel alberdi arambarri

Lunes, 18 de julio 2022, 00:04

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Últimamente se habla mucho de la importancia de invertir en activos intangibles. Es decir, aquellos activos que a primera vista no son fácilmente visibles o apreciables. El caso es que, en el ámbito de la empresa, resulta más fácil o habitual invertir en activos tangibles o materiales, que podemos tocar y ver, tales como una nueva máquina o un nuevo pabellón. Se espera que tales inversiones permitan aumentar la capacidad productiva o mejorar los productos de la empresa. Es decir, la inversión se hace con vocación de crecimiento y con la expectativa de obtener un próximo retorno económico. De entrada, parece lógico primar este tipo de inversión.

A pesar de ello, las empresas no deberían perder de vista la apuesta por otro tipo de inversiones que pueden no tener un tan rápido retorno, pero que les permitirán aumentar su competitividad, y posicionarse en sectores que serán cruciales y estratégicos a corto plazo. Así, podemos hablar del I+d+i, de la Inteligencia artificial, de la transformación digital, de nuevos procesos y formas de hacer, de promover la participación de la plantilla (MIPE)...

La empresa familiar no es ajena a todo lo reseñado, y deberá afrontar, como cualquier otra, ese tipo de inversiones estratégicas. Ahora bien, además de lo anterior, la empresa familiar deberá invertir en otro activo que resultará crítico para la misma: me refiero a promover la cohesión y estabilidad familiar, alineando a la propiedad, para que la viabilidad y gobernanza de los proyectos empresariales familiares estén garantizadas.

Según datos del Instituto de Empresa Familiar, el peso relativo de esta tipología de empresas respecto al total de sociedades privadas en Euskadi asciende al 84,4%, ocupando al 64% del empleo privado, y presuponiendo un 42,6% del PIB de nuestro territorio. En el caso concreto de Bizkaia, y según una reciente 'Radiografía de la Empresa Familiar en Bizkaia', publicado por el Foro de Empresa Familiar de las Cámaras Vascas, junto con la Cátedra de Empresa Familiar de la UPV/ EHU y el apoyo de la Diputación, solamente un tercio de las empresas vizcaínas objeto de la muestra disponían de algún tipo de acuerdo o protocolo familiar como instrumento de gobierno de la empresa.

Es mucho lo que está en juego y, por ello, todos tenemos una gran responsabilidad: la propiedad, las instituciones y aquellas entidades, que, como Elkargi, estamos al servicio del ecosistema empresarial. Todos somos conscientes de que, por muy bien que vaya el negocio, si no tenemos una propiedad cohesionada y alineada con el proyecto, podemos tener curvas a la vista, y eso puede hacer que finalmente descarrile el tren. En la empresa familiar, tan importante es cuidar del negocio y de su desarrollo, como cuidar de la estabilidad y cohesión familiar.

Que no se me entienda mal; cuidar de la estabilidad familiar no pasa por contentar a todos los miembros de la familia, ni por ceder a cualquier tipo de pretensión. Tampoco por incorporar a la empresa a familiares sin ningún tipo de cualificación, ni por ceder la dirección a quién no está preparado para ello.

Se trata de acercar la empresa a los más jóvenes de la familia, que todos se sientan parte del proyecto

Trabajar la estabilidad y cohesión familiar, como una inversión que tendrá un importante retorno, trata más de conocer las expectativas de cada familiar para conocer dónde se ven a medio plazo, por tener en cuenta al conjunto de la familia, por promover la información y transparencia, por acercar la empresa a los miembros más jóvenes de la familia, por formarse como socios responsables, por favorecer la salida de quien quiera bajarse del tren y por la realización de otra serie de gestiones que permitan que cada familiar se sienta integrado y parte del proyecto empresarial, manteniendo el apego emocional para con la empresa.

La empresa y su vertiente familiar, al igual que las plantas, requiere que se trabaje y cuide con cierta recurrencia. Ello pasa por dedicar parte de nuestro tiempo a estos cometidos, por fortalecer el sentido de pertenencia, por establecer cauces de comunicación e información adecuados y que cada uno, desde su posición y responsabilidad, se sienta comprometido y participe del proyecto familiar.

El futuro pasa por seguir invirtiendo, creciendo, mejorando nuestras empresas, nuestros procesos, nuestros equipos, pero sin olvidar que uno de los mayores activos que tiene toda empresa familiar es la propia familia empresaria que está detrás del proyecto. ¡Trabajémosla!

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