Después del apagón del lunes se está hablando mucho de redes eléctricas, suministro y distribución, pero desde el Grupo Vasco en el Congreso llevamos meses ... poniendo estas cuestiones en el centro del debate con iniciativas parlamentarias.
Estamos ante dos revoluciones tecnológicas, la energética y la digital, que nos llevan a una realidad ineludible; a la modificación de hábitos de consumo y a un cambio del paradigma de la industria. En este proceso, la electrificación es un elemento clave tanto para consumo directo en forma de electricidad como para su utilización como materia prima en la generación de nuevos vectores energéticos como el hidrógeno o los combustibles sintéticos.
El Estado tiene una oportunidad inigualable en cuanto a la revolución energética, pues dispone de recursos naturales como sol, viento y agua, y de la tecnología que le permite producir electricidad limpia a costes más baratos que otros países. Todo ello en un contexto en el que la demanda eléctrica irá en aumento por la descarbonización, por actividades emergentes y por la evolución de la actividad socioeconómica más movilizada, automatizada y con una mayor necesidad de gestión de datos para la digitalización de procesos. Esta mayor electrificación, acompañada de una expansión de las tecnologías limpias y del almacenamiento eléctrico, plantea un desafío importante para las redes de transporte y de distribución de electricidad, puesto que tienen que ser capaces de soportar las nuevas necesidades de la demanda eléctrica y han de hacerlo además de manera flexible, adaptándose a las fluctuaciones en la producción y demanda energética.
Sin embargo, la red ni se está expandiendo al mismo ritmo, ni tiene la capacidad para asumir esta mayor demanda de energía porque hasta ahora el foco se ha puesto más en el desarrollo y crecimiento de la generación renovable y en las obligaciones de descarbonización de la industria, descuidando el elemento imprescindible que une a ambas: las redes eléctricas.
La industria en general y la vasca en particular se está encontrando con que las redes eléctricas son un cuello de botella para sus necesidades de crecimiento y descarbonización. Nuevas inversiones han quedado congeladas por falta de acceso; los concursos previstos para demanda se retrasan sine die; han aflorado ineficiencias importantes en la red de transporte (megavatios ociosos); y se ha denegado una cantidad relevante de accesos a la red, por falta de capacidad, a procesos de reindustrialización y descarbonización, y a nuevas necesidades relacionadas con la integración de proyectos renovables, lo que a su vez limita el desarrollo de la red de distribución.
No es una cuestión que afecte solo a un territorio o a un grupo de sectores. Es un problema generalizado que va a empeorar según aumente la electrificación de la economía y se presenten nuevas peticiones de acceso, porque tenemos una regulación y una planificación del pasado para un negocio que se está transformando radicalmente en descentralizado, integrado, digital y flexible.
Evitar que las redes continúen siendo una barrera para la descarbonización de la industria y para su desarrollo es ya una necesidad que requiere modernizar muchas facetas de la operación, regulación y planificación del sistema eléctrico.
En esto trabajamos desde hace meses en el Grupo Vasco en Madrid, en tres ámbitos: inversión, planificación y conexión. Se tiene que modificar y flexibilizar la regulación y planificación energética, ampliar la capacidad de conexión en la red de transporte para desbloquear capacidades cautivas, permutas de capacidad de acceso, utilización mixta de las posiciones, colaboración público-privada, financiación, consensuar inversiones con comunidades autónomas...
La inversión y el desarrollo en redes, junto a una mayor penetración de energías limpias en el mix, contribuirá a descarbonizar la economía, incrementar la competitividad de la industria y retener y atraer actividad. Cobra especial relevancia en Euskadi porque somos un país que ha apostado y apuesta por una industria fuerte, comprometido con la descarbonización, con una reindustrialización basada en tecnologías limpias y un sector empresarial y de I+D+i altamente especializado en redes eléctricas.
El suministro de electricidad a nuestra industria, empresas y hogares no lo aseguran las plantas de generación sino la red de transporte y de distribución. Sin redes eléctricas no hay integración de renovables y sin un acceso rápido y flexible a ellas las industrias no se pueden descarbonizar ni tampoco podremos captar nueva industria. Tener un sistema eléctrico ágil y flexible es una cuestión estratégica que exige tomar decisiones políticas de forma inmediata si no queremos perder el tren de la competitividad.
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