'Mantente humano. Sé sostenible'

Nos encontramos en un momento que cuestiona varios de los paradigmas en los que se han fundamentado el progreso y la competitividad en los últimos siglos. Mohamed Yunus, Premio Nobel de la Paz, hablaba ya en 2006 de un mundo cero carbono, cero pobreza y cero exclusión, haciendo referencia a las tres necesidades inseparables de la vida: ecológica, económica y social.

Estos retos ya estaban presentes y afectaban a nuestras economías y sociedades y, por consiguiente, también a nuestra metrópoli, pero, dramáticamente, en un corto período de tiempo, la pandemia del Covid-19 y el contexto geopolítico con la guerra en Ucrania los han agudizado y magnificado.

Esta crisis ha sometido todo a examen y nos hemos hecho conscientes de nuestras estructuras de cristal. Por eso, esta crisis también debe servir para proteger de manera radical lo que realmente importa. Y creemos que lo que realmente importa en nuestras ciudades y metrópolis es precisamente eso: 'Stay human. Be sustainable'.

¿Por qué luchar para que los entornos urbanos sean, ante todo y, sobre todo, humanos?

Necesitamos ciudades en las que la dignidad humana sea respetada en todas sus dimensiones. Nuestras ciudades han evolucionado y crecido y siguen haciéndolo. Tratan de ser ordenadas y eficientes desde el punto de vista productivo, pero debemos preguntarnos si en este camino continúan siendo plenamente humanas. Concentramos en ellas una parte mayoritaria de la movilidad, los recursos, la riqueza, la cultura… y diseñamos lugares cada vez más funcionales y más estéticos pero, al mismo tiempo, vemos crecer el anonimato, la desconexión, la desigualdad, la soledad, las enfermedades mentales...

La humanidad de nuestras ciudades no solo afecta al urbanismo, sino que requiere de una mirada transversal e integral del ser humano en relación con el entorno que habita. Ello afecta también a la responsabilidad de las empresas con su entorno, al comercio como elemento fundamental de la vida de barrio, al derecho de todo ser humano a tener un techo, a la presencia significativa de la naturaleza en nuestras vidas urbanas, a la responsabilidad compartida del cuidado superando un modelo que lo feminiza y que no retribuye ni valora esa parte invisible pero fundamental, sin la cual nuestro sistema productivo colapsaría.

Lo humano también en la mirada al prójimo como lo que es: próximo, cercano, igual a mí; y de ahí la imprescindible inclusión social y, junto a ello, el respeto profundo y radical de la diversidad. Humanidad, igualmente, en nuestras relaciones. La proximidad no es solo métrica. Es afectiva, es cultural, es encuentro.

La sostenibilidad es el segundo elemento. Nos hemos olvidado de que las ciudades, como todo producto humano, poseen un metabolismo. La naturaleza ha evolucionado convirtiendo el desperdicio de un sistema en alimento de otro y no malgasta nada. Nuestras ciudades deben aproximarse lo más posible a ese metabolismo natural.

El sistema económico tiene que cambiar. No podemos ver el planeta como un mero recurso. El mundo no puede sustentarse sólo en un mecanismo de producción y consumo. Nuestro sistema económico y nuestra forma de vida son materialmente expansivos, socialmente divisivos y ambientalmente hostiles e insostenibles. Y no podemos seguir aceptando la desigualdad como parte del modelo.

Por eso, necesitamos redefinir lo que es riqueza. Qué es competitividad. Qué es prosperidad. Para qué. Para quién y cómo vamos a conseguirla. Y esto va mucho más allá del PIB. Angel Castiñeira,catedrático de Esade, invitado por BM-30 a uno de nuestros foros de reflexión, ya apuntaba que no hay empresas que triunfan en entornos que fracasan.

Como conclusión, abordar estos retos implica un optimismo lúcido y crítico. Implica oportunidad y proactividad. De ahí este seminario. De ahí el trabajo de Bilbao Metropoli-30 de mirada a largo plazo y de reflexión compartida para definir proyectos transformadores. Porque cuando hoy decimos 'Stay human. Be sustainable', estamos proclamando, en suma, que los derechos humanos y el planeta sean el eje vertebrador de las decisiones que tomamos sobre nuestras ciudades.