Politólogos del amor
Construir 'lo LGTBI' y 'lo trans' como términos conflictivos de la batalla del lenguaje político desnuda a quienes lo hacen
Goio Borge
Activista LGTBI
Viernes, 2 de febrero 2024, 00:02
La trampa de la diversidad' es un libro publicado por Daniel Bernabé en 2018. Explicada básicamente, esta trampa consiste en el aprovechamiento por parte del ... neoliberalismo de las políticas de identidad y diversidad para dividir a la izquierda, fomentando la guerra cultural, y subrayando que la izquierda olvida a aquellos que no son objeto de dichas políticas: varones blancos y 'normales', de las clases medias y obreras, que en teoría se sienten humillados, y son por ello tentados electoralmente por los populismos de la derecha radical y el anarcocapitalismo libertario y sus conceptos simples. ¿La solución? De nuevo, básicamente: regresar a la lucha de clases para apelar a esos varones, y recuperar la unidad.
El libro fue muy polémico y contestado. Alcanzó cierta fama la respuesta del luego ministro Alberto Garzón, de fuerte formación marxista, que acusaba a Bernabé de falta de rigor académico, de falta de datos con los que el autor concretara sus hipótesis -la mayoría de encuestas sobre la visión de la sociedad negaban las conclusiones de Bernabé-, de exaltación del obrerismo y de acusar simplonamente a la clase media del origen del neoliberalismo.
Pero el poso quedó.
Recientemente acudí a la presentación de dos libros de análisis político y social. No quiero señalar, no diré títulos ni autores, pero no eran figuras menores. Uno versaba sobre la historia del populismo desde los años treinta del siglo pasado. Otro sobre Euskadi como realidad sociopolítica «decente»en la actualidad. Durante el coloquio del primero se preguntó por las razones específicas del populismo hoy. El autor respondió mencionando el neoliberalismo, la cultura individualista potenciada por las nuevas tecnologías, y, por supuesto, el «encierro identitario». Fue específico, hizo una pausa grave, miró con seriedad, y deletreó: L G T B I, como si mencionara el horror definitivo. Paradójico que su libro hablara del nazismo, cuya violencia se inició con la deshumanización del otro mediante el lenguaje.
Probablemente no pensaba que tuviera asistentes LGTBI, o que estarían de acuerdo con él. El acrónimo es una herramienta eficaz de visibilización política antidiscriminatoria en todo el mundo. Pero si el trumpismo es su resultado, ¿qué mensaje recibimos? ¿Que somos molestia? ¿Que volvamos al armario?
En el segundo libro el tema se centraba en la batalla del relato del fin del terrorismo y sus afecciones en la sociedad actual, pero también buscaba analizar lo social y sus problemáticas. El entorno era muy político, y el autor hizo dos veces, muy preocupado, una observación sobre lo que le parecía un tema olvidado del debate público; estaba alarmado porque, inexplicablemente, la gente no habla de ello en los cafés ni en la calle: 'lo trans'.
Su segunda mención pareció obsesiva: 'lo trans' forma parte de un interés legislativo de carácter leninista con indisimulado anhelo de control de la población. Es decir, adquirimos derechos bajo las formas de una dictadura comunista… Esto es muy triste, a la luz de cincuenta años de lucha en las calles y los parlamentos, pero especialmente en el recuerdo del ninguneo aterrador que la sociedad civil y política ejerció durante la pandemia del VIH.
Por agotador que sea esto, no es nuevo: es el mismo espíritu del mantra antifeminista de principios del siglo XX, según el cual las mujeres quitaban el trabajo a los obreros. Algunos escritores varones blancos supuestamente progresistas de cierta edad envían estos mensajes que afectan a personas vulnerabilizables bajo un enfoque de riesgo, de quiebra social, pero no con el de la discriminación. Actúan como una clase emisora de valores que afectan las vidas concretas de personas, que los vemos en torres de marfil y cómodas tribunas que, bajo un perfil analista, resultan reaccionarias y generacionalmente desnortadas.
Conozco la respuesta cuando esto se dice públicamente: eres un ofendido, estás sesgado, son casos puntuales. Y añaden: estoy a favor de vuestros derechos, y, faltaría más, «tengo muchos amigos homosexuales». No todos, afortunadamente.
¿Nos podrán dejar en paz y no imponer argumentos de batalla cultural a nuestras vidas? Constituir 'lo LGTBI' y 'lo trans' como términos conflictivos de la batalla del lenguaje político desnuda a quienes lo hacen: politólogos y filósofos autores de estos libros, sospecho, no tienen una experiencia personal continuada, asimilada, ni, sobre todo, ciertamente sensible y cercana en estos temas, ante los que confunden metodologías de construcción de identidades patrióticas con las íntimas y personales, aceptan la trampa de la diversidad sin matices, deshumanizan desde el lenguaje, y adoptan discursos fomentadores de violencia por señalamiento. Discursos de terror, de miedo. Fobia, en términos médicos.
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