El espacio político de EH Bildu
Aunque el camino recorrido por la izquierda abertzale hacia la normalización no sea suficiente, el ritmo importa menos si el rumbo es el correcto
El encuentro mantenido esta semana por la vicepresidenta primera del Gobierno de España con Mertxe Aizpurúa ha visibilizado la normalización de las relaciones con EH ... Bildu. Viene precedido de otro similar de la portavoz de la izquierda abertzale en el Congreso con Pablo Iglesias, vicepresidente segundo. La búsqueda de acuerdos para la aprobación del Presupuesto ha hecho coincidir la reunión del pasado miércoles entre Carmen Calvo y Aitor Esteban, del PNV. Los dos partidos comparten la mayoría que hizo posible la investidura de Pedro Sánchez. El PNV, con su voto a favor, y EH Bildu, con una abstención técnica. Y todo apunta a que repetirán la alianza que apruebe un nuevo Presupuesto, imprescindible para la gobernabilidad.
Es inevitable que estos acuerdos conlleven negociaciones de materias presupuestarias y de naturaleza política, y esto visibiliza una suerte de pugna entre ambas formaciones por la consecución de logros para Euskadi. Lo que hasta ahora ha sido ámbito cuasi exclusivo del PNV es ahora compartido con su rival natural. Es comprensible que genere tensión entre ambas fuerzas, pero creo que es fruto de la coincidencia en el tiempo de dos circunstancias. Por un lado, la importancia del peso relativo de su voto en la gobernabilidad de España, lo que les sitúa en posición de obtener contrapartidas relevantes. Y, por otro, la oportunidad abierta a un EH Bildu empeñado en la senda de su posicionamiento en el espacio político de la izquierda vasca en la influencia institucional en la que ha decidido situarse y en su transición hacia una visibilidad normalizada.
Considero positivo el camino emprendido por la coalición hacia la normalización de todas sus relaciones institucionales, políticas, sociales y económicas. Es la segunda fuerza política de Euskadi, y su marginación, por voluntad propia en algún tiempo y/o por interés ajeno en otros, no tiene ningún sentido en la actualidad.
Nuestras opiniones nos etiquetan. Y posicionarse a favor de la transición de EH Bildu hacia un espacio de influencia institucional puede suscitar, en algunas personas y grupos sociales, reacciones ideológicas, viscerales o emocionales. Cada uno de nosotros tenemos una historia vivida, sentida y pensada, y un presente ideológico, racional y emocional. En consecuencia, tenemos natural tendencia a situar cada una de nuestras legítimas opiniones en contraposición a otras cuando son diferentes.
Reconozco las limitaciones de mi conocimiento de trasfondos políticos y, por tanto, de la posible debilidad de mis argumentos, y por ello invocaré siempre el derecho a la equivocación que me asiste. En estos y otros muchos asuntos, quien piense que sólo su juicio personal es intachable, moral y racionalmente, se equivoca.
EH Bildu es una coalición de partidos, un movimiento, con origen diverso. Algunos de ellos, EA principalmente, siempre se ha posicionado con claridad en contra de las acciones de ETA. Y Sortu, ha hecho, sigue haciendo, su propio recorrido desde aquellos tiempos deleznables de muerte y extorsión. ETA ha desaparecido y Sortu, al albur de EH Bildu, viene transitando, bien que mal, hacia su presencia normalizada en nuestra sociedad. Matar siempre estuvo mal y exigir el reconocimiento expreso del daño causado es una exigencia moral.
De aquellos tiempos en los que los diferentes partidos de la izquierda radical abertzale -soportes políticos de la violencia de ETA- pretendían un cambio revolucionario por una Euskal Herria soberana y socialista a la actual EH Bildu, la situación ha cambiado. Hoy, EH Bildu parte de la aceptación de las instituciones democráticas y transita hacia su posicionamiento como una organización abertzale, de izquierda y posibilista. Puede que no nos parezca suficiente, pero tenemos una oportunidad y debemos darle su margen. A mí también me parece que el camino recorrido no es suficiente, que el mundo que nos rodea es muy complejo y que lo posible está muy lejos de lo deseado, pero cada uno de nosotros transitamos una senda. En la medida en que el rumbo sea el esperable, el ritmo puede ser diferente.
La gran mayoría de los miembros que pertenecieron a ETA han reconocido que la historia no les ha dado la razón, que lo que hicieron no tuvo sentido, ni humano, ni político. Muchos lo manifiestan, algunos en público, otros en privado. ¡Es tan difícil reconocer internamente que una parte de tu vida ha sido errática y ha causado dolor! Pero todos aceptan hoy, presos o en libertad, la legalidad vigente. Una legalidad que en el caso de los presos no goza de legitimación porque no les reconoce beneficios penitenciarios comunes y los mantiene alejados de sus familias. Pero se atienen a ella.
Transitemos todos, a nuestro ritmo, al reconocimiento de la diferencia, porque en nuestra diversidad somos muy necesarios. La reconciliación que exigimos empieza en nosotros mismos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión