'Knock on the door'
Una cautela delatora vuela por los platós de televisión y estudios de radio cuando se conectan con miembros del Gobierno israelí, movilizados reservistas o militares ... implicados en esta guerra. Las frases de condena encabezan los argumentos y solo cuando esto está claro se avanza hacia los terrenos pantanosos. Los israelíes se desangran obviando lo que no puede esconderse, que Hamás es una organización terrorista, y que la población civil está atrapada por ellos y por los terroristas.
Con orgullo, explicaba un miembro del ejército que siempre avisaban de sus ataques a los civiles palestinos, con una bomba 'knock on the door' (llama a la puerta). Estos artefactos son un pequeño misil sin carga explosiva, o con muy poca, que el ejército israelí envía a un edificio o vivienda para avisar a sus habitantes de que van a destruirlo y de que tienen unos minutos antes de que disparen el bombazo de verdad. También suelen enviar el aviso por un SMS, por redes sociales o por una voz telefónica que siempre en árabe les dice que tienen que desalojar. A veces se les olvida hacerlo, por eso Hamas amenazó con ejecutar «públicamente» a los rehenes civiles israelíes si Tel Aviv bombardeaba la Franja sin prevenir a los habitantes. Con actitud algo masoquista he estado escuchando a los expertos en Oriente Próximo para intentar comprender lo incomprensible.
La historia está ahí, ajustándose con perversidad al calendario de la geopolítica mundial. Era evidente que estaba pasando algo, las pistas estaban por todas partes, desde el silencio de Sánchez cuando se entregó al abrazo marroquí hasta la salida de los franceses de Malí. Llaman a la puerta, pero no sabemos exactamente los minutos que tenemos para desalojar la vergüenza.
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