Vigilancia de aguas residuales y resistencia a los antibióticos
El análisis de los desechos líquidos funciona como sistema de alerta temprana. El reto ahora es consolidar un modelo estable
La resistencia a los antibióticos constituye una crisis sanitaria global que convierte infecciones comunes en amenazas graves y costosas. Cada año, cientos de miles de ... personas mueren en el mundo por esta pandemia silenciosa. En España, más de 4.000 personas pierden la vida anualmente a causa de infecciones resistentes.
Publicidad
El problema no es reciente. Décadas de uso excesivo en medicina humana y veterinaria han favorecido que muchas bacterias desarrollen mecanismos para sobrevivir a los tratamientos. Cuando estos dejan de ser eficaces, una infección urinaria, una neumonía o una herida pueden convertirse en complicaciones difíciles de tratar.
Mientras tanto, el desarrollo de nuevos antibióticos avanza lentamente y con un coste elevado, y las bacterias siguen encontrando formas de adaptarse. Parte de la solución podría hallarse más cerca de lo que imaginamos y se encuentra debajo nuestros pies, en las alcantarillas.
Un aliado en las aguas residuales. Las aguas residuales concentran bacterias resistentes, restos de medicamentos y material genético de toda la población. Analizar lo que circula por las tuberías permite identificar dónde aparece la resistencia, cómo se expande y si las medidas de control están funcionando.
Publicidad
Este sistema de vigilancia es rápido, escalable y mucho más económico que otros métodos. Ofrece una visión global de la salud comunitaria sin depender únicamente de datos clínicos, que suelen obtenerse tarde o incompletos.
Durante la pandemia de Covid-19, España y otros países recurrieron al análisis de aguas residuales para detectar la presencia del virus. En algunos casos, la circulación del SARS-CoV-2 se confirmó incluso antes de que se notificaran los primeros contagios. Esa experiencia demostró que las aguas residuales pueden actuar como un sistema de alerta temprana fiable y eficaz.
Publicidad
Con inversión y coordinación, la infraestructura existente y las redes de laboratorio podrían adaptarse para vigilar la resistencia a los antibióticos. Sería una forma de aprovechar un recurso ya disponible para hacer frente a una de las mayores amenazas sanitarias de nuestro tiempo.
Una amenaza global que exige actuar. Cuando una bacteria se vuelve resistente a un antibiótico, esa capacidad puede transmitirse a otras mediante genes de resistencia. El problema es que estos genes no permanecen confinados en los hospitales. El abuso de antibióticos en ganadería y agricultura, junto con la deficiente gestión de las aguas residuales urbanas e industriales, facilita su dispersión en el medio ambiente.
Publicidad
La resistencia se convierte así en un desafío que conecta salud humana, salud animal y medio ambiente, con las aguas residuales en el centro de este entramado. Su análisis ofrece la posibilidad de vigilar todos estos ámbitos de manera simultánea. En España, el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) estima que las infecciones provocadas por bacterias resistentes generan más de 150 millones de euros al año en costes sanitarios directos. Más allá del impacto económico, las consecuencias en la salud y la calidad de vida son incalculables.
La pandemia del covid nos dejó una lección clara. El análisis de aguas residuales funciona como sistema de alerta temprana. El reto ahora es consolidar un modelo estable que aproveche este potencial antes de que la resistencia siga avanzando. Las bacterias no esperan. Cada día sin vigilancia es un día que ganan ellas. Las alcantarillas no son una solución mágica, pero sí una herramienta estratégica para anticiparse a los brotes y salvar vidas.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión