Claves de las victorias de los talibanes
Son sus adversarios los que están perdiendo. Pero los integristas ya se mostraron incapaces de gobernar Afganistán entre 1997 y 2001
Desde hace tiempo, la mayoría de los especialistas pronosticaban que una vez retiradas las tropas extranjeras, los talibanes se apoderarían rápidamente de todo Afganistán. Ahora ... los integristas parecen estar dándose toda la prisa posible en cumplir esas profecías, mientras que las fuerzas del Gobierno afgano muestran muy poca capacidad combativa, pese a los veinte años de esfuerzos en entrenarlas y equiparlas.
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Es cierto que los talibanes reciben apoyos exteriores: Los paquistaníes siempre les han entregado grandes cantidades de armas y pertrechos. Arabia Saudí y otras petromonarquias les proporcionaron cientos de millones, y lucharon a su lado miles de voluntarios islámicos del todo el mundo, sobre todo pashtunes de Pakistán. Sin embargo sus adversarios también han recibido grandes apoyos del exterior aunque no parecen ser capaces de aprovecharlos.
Se habla mucho del fanatismo de los talibanes y de su ideología retrógrada, pero se habla muy poco de su disciplina militar, su organización, su adaptabilidad, su cohesión y de su voluntad de lucha. Lo cierto es que conforman la facción combatiente más eficaz de Afganistán desde su aparición en 1994 y eso no ha cambiado a día de hoy.
En realidad los talibanes no son buenos soldados. La mayoría de ellos son los huérfanos de la interminable guerra civil que desangra su país desde 1973, despojados de todo su contexto cultural, costumbres, tradiciones… Lo único que conocen es la miseria de los campos de refugiados y el adoctrinamiento en las interpretaciones más cerriles y retrógradas del islam salafista al estilo saudí. Su educación no religiosa se reduce a leer, escribir, aritmética básica y manejo de las armas. Con este material humano se pueden formar excelentes guerreros, duros, sufridos, tremendamente agresivos, sin miedo a la muerte, que conciben como la entrada a un paraíso que no es accesible a los cobardes o los infieles.
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Conforman la facción combatiente más eficaz del país y libran una insurrección estéril e interminable
Lo que no se puede formar es un ejército moderno, porque les faltan las habilidades técnicas más básicas. Pueden aprender a manejar tanques o cañones, pero usarlos bien en combate y mantenerlos funcionando es otro cantar. Y pretender sacar de ellos buenos pilotos de aviones o helicópteros, o hacerles maniobrar en grandes unidades con un mínimo de eficacia, es soñar despierto. Por eso los talibanes han librado una guerra insurreccional tan interminable como estéril mientras estuvieron presentes sobre el terreno las fuerzas extranjeras, y solo han ido avanzando a medida que se producía el repliegue occidental.
Los talibanes conservan la conciencia de su identidad colectiva como pashtunes, centrada en tres elementos: el idioma pashtun, el código de conducta tradicional llamado pashtunwali y la certeza de que ellos son los gobernantes del país, por encima de los restantes grupos étnicos -baluchis, uzbecos, hazaras, tayikos, turkmenos, entre otros-, que suman un 60% de la población. Todos los reyes y gobernantes afganos han sido siempre pashtunes durrani desde la fundación del reino hasta el día de hoy.
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Sin embargo la democracia implica compartir el poder con los demás grupos étnicos, a los que tendrían que empezar a tratar como iguales. ¡Algo intolerable! Por lo tanto la mayoría de la población, incluidos los pashtunes laicos o modernistas, especialmente las mujeres, está poderosamente motivada para resistirse con fiereza al dominio talibán.
El problema para articular una resistencia eficaz no es la falta de armas o de pertrechos, o de entrenamiento, sino la desorganización absoluta y corrupción galopante del Gobierno afgano sostenido por Occidente. Las tropas muchas veces andan escasas de todo y ni siquiera reciben las pagas a tiempo. Los soldados pashtunes se niegan a obedecer a oficiales de otras etnias y desertan. Los ascensos se basan en el favoritismo familiar o el clientelismo y los soldados más pobres venden todo su equipo para conseguir dinero.
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En resumen: más que ganar los talibanes, son sus adversarios los que están perdiendo. Pero como decían Napoleón, vencer no es nada; lo que importa es aprovechar la victoria. Los talibanes ya se mostraron incapaces de gobernar Afganistán en 1997-2001. Veremos cuánto tiempo conservan el poder.
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