La tierra de los palestinos
La anunciada anexión israelí de un tercio de Cisjordania reduciría el proyectado Estado palestino a una serie de reservas indias
Historiador, especialista en el islam contemporáneo
Martes, 30 de junio 2020, 00:30
En primer lugar estaban las tierras, y las gentes llegaron después, y dependían de las tierras para subsistir, de manera que a menudo se mataban ... por poseerlas. Por lo tanto el conflicto palestino-israelí no es nada nuevo bajo el sol. Los israelíes perdieron sus tierras hace muchos siglos y ahora intentan recuperarlas por la fuerza, porque no tienen otras. Pero entretanto esas tierras han sido habitadas por otras gentes, que también tienen sus derechos consuetudinarios tras vivir en ellas durante generaciones.
¿Qué quieren los israelíes? Lo quieren todo. ¿Qué ofrecen a los palestinos? Nada. ¿Cómo se puede evitar el conflicto? No se puede. Es cierto que no todos los israelíes respaldan los proyectos anexionistas, pero el grupo expansionista, aunque en algunos momentos ha sido minoritario, mantiene una cohesión, una persistencia y una coherencia de propósito que le permiten ir imponiéndose de facto a largo plazo.
Consideremos el terreno que Benyamín Neyanyahu pretende anexionarse ahora. Es un tercio de Cisjordania, una franja paralela al mar Muerto y al río Jordán, que separa a Israel y la Cisjordania ocupada de su vecino oriental, el reino de Jordania. Es un territorio inhóspito y muy poco poblado, pero aún viven allí unos 60.000 palestinos, los que todavía aguantan pese a haber sido hostigados, expropiados y discriminados de forma sistemática desde la invasión israelí de 1967.
Si miramos los mapas del territorio palestino que ha recibido una cierta autonomía desde los Acuerdos de paz de Oslo, veremos un archipiélago de segmentos aislados unos de otros por toda Cisjordania, más la Franja de Gaza, pero ni una sola brizna de terreno en la franja del mar Muerto. Durante los últimos 25 años se han sucedido en Israel diversos gobiernos de varios partidos o coaliciones, y podemos estar seguros de que algunos de esos gobiernos nunca tuvieron la más mínima intención de anexionarse la franja del mar Muerto. Sin embargo, en sus actos por omisión se evidencia una coherencia estratégica a largo plazo de tampoco cederles el control efectivo de ese terreno a los palestinos. Por lo tanto, el designio anexionista actual no es un mero capricho del actual mandatario, ni un simple truco para distraer de sus escándalos de corrupción.
Una vez anexionada la franja del mar Muerto y 'limpiada' de palestinos, el territorio cisjordano restante quedará embolsado, totalmente rodeado por territorio israelí. El territorio palestino residual ni siquiera formaría un único bloque coherente, sino un archipiélago de enclaves autónomos separados entre sí por carreteras israelíes, colonias israelíes, bases militares israelíes y puestos de seguridad israelíes. El proyectado Estado palestino quedaría reducido a una serie de reservas indias o bantustanes sudafricanos, sin ninguna garantía de que los palestinos pudieran conservar a medio plazo ni siquiera esos mezquinos despojos.
Las protestas verbales de la comunidad internacional, mejor que se las guarden, salvo que vayan acompañadas de actos concretos. De todas formas, de poco han de valer mientras China, Rusia, Japón e India se mantengan al margen y EE UU sigan comportándose como un club de fans del Likud. Donald Trump, totalmente ignorante de los asuntos mundiales, que le importan un rábano dicho sea de paso, lo ve todo a través de los ojos de la derecha israelí, y da un cheque en blanco a Netanyahu aunque al hacerlo sacrifique todos los intereses nacionales de Estados Unidos en Oriente Próximo sin recibir nada a cambio.
Los líderes occidentales tienen cierta disculpa por su inacción. Al fin y al cabo, cualquier política proárabe podría ser muy impopular después de 40 años de terrorismo islamista en todo el mundo. Los gobiernos árabes en cambio… Dejando aparte a Siria y Libia, desgarradas por sus guerras civiles, los demás países no han hecho nada digno de mención e incluso colaboran de facto con Estados Unidos e Israel. Arabia Saudí está cada vez más pendiente de su pugna geopolítica contra Irán. El dictador egipcio El-Sisi no atiende a ninguna otra cosa salvo a mantener su poder personal. Irak tiene demasiados líos internos. Argelia, Marruecos, Jordania… guardan silencio. Los demás son demasiado pequeños o están lejos, y ya no hay ninguna Liga Árabe que de verdad funcione y les agrupe a todos en una fuerza poderosa.
Israel proseguirá sus conquistas hasta que se le detenga por la fuerza, pero eso nunca va a suceder hasta que los países árabes superen su desarrollo, pero ello implicaría profundas reformas sociales que lesionarían demasiados intereses. Para ciertos gobiernos, ciertos grupos de poder, mejor dejar las cosas como están, aunque ello implique sacrificar a los palestinos.
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