EFE

La tesis del señor presidente

Martes, 23 de octubre 2018, 00:38

Las universidades españolas están sufriendo el mayor desprestigio de toda su historia. Lo ocurrido con los máster, aunque solo sean certificados para el currículum vitae, deterioraron gravemente su imagen. Pero, el deterioro ha pasado a gravísimo con la aparición en escena de la tesis doctoral del presidente del Gobierno, cuyo caso será estudiado en el Senado en una comisión de investigación impulsada por el PP. Recordamos que el doctorado es el máximo grado académico y un título necesario para optar a ciertos puestos de trabajo. En los debates públicos que ha suscitado la tesis no han aparecido, sorpresivamente, algunos de los que debieran hacerlo. Los exministros, como el candidato a presidir la Comunidad de Madrid, para que nos expliquen, por ejemplo, ¿para qué sirve la agencia nacional de acreditación?

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En segundo lugar, están los que en un Gobierno socialista iniciaron, con la Ley de la Ciencia, el cambio más importante que ha experimentado España en esta materia. Aquellos exministros, ex secretarios de Estado…, plantearon un nivel de exigencia que aupó a la Universidad y a la ciencia española al grupo de los países más avanzados. Ninguno de ellos hubiera aceptado, en su área de conocimiento, aprobar una tesis como la del presidente del Gobierno. ¿Por qué no han aparecido sus voces? En tercer lugar, el Consejo de Universidades. Su suave y débil aparición pública parece indicar que no le parece grave lo que ha ocurrido con esta tesis. Algo que pone en tela de juicio el rigor académico de los rectores. Además, cada uno de los rectores, con su silencio, parece aceptar que en sus universidades se defienden tesis que carecen de valor. Por último; ¿qué pasa con el actual ministro de Universidades? Recientemente nos aclaró que sus intereses son otros y, por tanto, brilla por su ausencia.

Dos hechos provocaron la aparición en escena de la tesis del presidente. El primero se debió a que, en contra de la legislación, se restringió en principio el acceso público a ella. El presidente mintió a los ciudadanos al decirnos que era accesible a través de un programa llamado Teseo. El segundo se produjo cuando un periódico publicó que una parte, no despreciable de la memoria, era un plagio. Por segunda vez el presidente engañó al hablar de cuatro descuidos. Pero aquí no termina el problema.

Aunque parezca duro, la opinión de catedráticos de reconocido prestigio y con experiencia en juzgar trabajos de investigación y tesis doctorales es que la tesis no aporta nada, no hay resultados originales y no dio lugar a publicaciones relevantes. Esto último es muy fácil de verificar. Pero, ¿quiénes son los culpables? Una directora de tesis que ha firmado un documento que afirma que la tesis es rigurosa y aporta resultados originales. Un doctorando, en este caso el presidente del Gobierno, que carece de una mínima exigencia intelectual. Además, si hay plagio, aunque sea mínimo, también carece de decencia ética. Unos informes de dudoso valor y un tribunal sin ningún criterio. Los que juzgaron la tesis, por su currículum, no serían aceptados para formar parte de un tribunal en, creo, ninguna de las universidades públicas españolas. Todo esto es una dejación de la comisión de doctorado de la Universidad. El conocimiento de esta ausencia de control es lo que motivó que el presidente fuera a una Universidad privada concreta a obtener un título que no hubiera obtenido, nunca, en la pública. ¿Qué futuro tiene lo público con un Gobierno presidido por una persona que con su título de doctor ha desprestigiando a toda la universidad española? En un país serio a la Universidad que ha permitido que se defienda esta tesis se le suspendería, por unos años, la competencia de otorgar el título de doctor. ¿Qué ha dicho el ministro?

Unos datos que conozco bien y que sirven para explicar lo que ocurre, mayoritariamente, con las tesis en España. En nuestro laboratorio se han realizado unas 60 tesis doctorales, que dieron lugar a unas 400 publicaciones internacionales en revistas de reconocido prestigio. En todos los casos los doctorandos pidieron defenderla ante un tribunal prestigioso y exigente. Si la legislación lo permitía, internacional. Motivo: estaban orgullosos de su trabajo y querían que lo juzgaran los mejores. En mi conocimiento, esto es lo que ocurre, mayoritariamente, en las universidades españolas. Esto hace que nuestros títulos sean equivalentes al de los países de nuestro entorno, en los cuales formé parte de tribunales.

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Por tanto, es gravísimo que una memoria de tesis no cumpla los requisitos de exigencia mínimos. Hecho que quedaría en un ámbito académico si el doctorando no es una persona relevante. Pero, en este caso, es el presidente de un Gobierno de un país importante. Esto ha hecho que el escándalo apareciera en los periódicos de un buen número de países. Como consecuencia, se ha generado un daño, no irreparable pero importante, sobre la credibilidad de las universidades españolas y, por tanto, de España. Este verano, en algunos congresos internacionales se contaban chistes sobre la tesis del presidente.

Si el señor Sánchez no nos engañó cuando nos dijo que llegaba para incorporar la ética a la política y, teniendo en cuenta lo que le dijo en público a otro presidente, por el análisis académico expuesto y el descrédito internacional generado, debería dimitir. Toda corrupción es grave, pero esta es gravísima. Tiene que ver con la ética, el conocimiento y el rigor. Además, la Universidad implicada debería retirarle el título de doctor. De esa forma volveríamos a aparecer como un país serio, riguroso, creíble y fiable. De usted depende señor presidente.

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