José Ibarrola

Sobre el funeral laico

Veo muchos complejos en la izquierda española con respecto a la religión

Martes, 4 de agosto 2020, 00:00

El Cristo de Siresa es una magnífica talla policromada de nogal, localizada durante unas obras de restauración en la iglesia del mismo nombre, ubicada en ... el valle pirenaico de Hecho (Huesca). Es un Crucificado que conmueve, como he podido comprobar en persona en algunas visitas a ese rincón privilegiado de la Naturaleza. Ahora he vuelto a visualizarlo de la mano de Víctor Urrutia, a través de sus poemas religiosos en el libro póstumo impulsado por su familia y amigos, 'Camino de Emaús', publicado por Verbo Divino. «Cristo ignorado en un rincón/de la vieja iglesia./ Oculto por el olvido/ como si el mundo/ se hubiese detenido/ en los tiempos oscuros/ del horror». El monasterio de San Pedro se edificó sobre una antigua abadía carolingia y más allá de las leyendas que lo vinculan con el Santo Grial, fue conocida por su magnífica biblioteca en la que destacaban obras de tradición grecolatina, que no se conservaban en la Córdoba del Califato. Siempre ha estado muy enlazado con la Corona de Aragón. Cultura pura.

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Víctor Urrutia fue un maestro de sociólogos, especialista en desarrollos urbanos, que combinó la enseñanza con el ejercicio de la política. Fue un socialista cristiano. O un cristiano socialista. El cristianismo le llevó a la política y el socialismo le reforzó en su compromiso cristiano. Sin complejos. Ahora veo muchos complejos en la izquierda española con respecto a la religión, que no sabe cómo digerir la laicidad, como sí han sabido hacerlo en Francia. Pedro Sánchez huye del hecho religioso como de la peste, y ni siquiera su vertiente cultural parece interesarle.

España ha celebrado dos funerales por las víctimas del coronavirus. Primero hubo uno de carácter religioso, impulsado por la Iglesia católica, al que asistió la vicepresidenta del Gobierno. Luego se ha celebrado un acto de Estado, civil, un funeral laico, un hecho inédito en la historia, en el que participó el vicepresidente de la Conferencia Episcopal. Ni Sánchez acudió al primero, ni al cardenal Omella se le vio por el segundo. Como si se hubiera pretendido una equiparación de rangos. Está bien que no exista confusión entre función pública y confesión religiosa, porque nadie tiene el monopolio de la memoria, pero la separación Iglesia-Estado no tiene nada que ver con esos gestos. No son tiempos para alianzas entre la cruz y la espada por mucho que se empeñen conquistadores de nuevo cuño como Erdogan, el presidente de Turquía, que sueña con gestas como la toma de Constantinopla. Pero sí para una nueva Alianza de Civilizaciones que contribuya a la prevención de conflictos y a la construcción de la paz. Y ahí siempre ha estado el socialismo.

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