Con los sondeos preconizando un ascenso fulgurante y la única incertidumbre de la abstención, el PNV va sobrado en esta campaña. Al partido jeltzale, aunque ... no quiera dejar ni una sola papeleta despistada en la zona de influencia del PP, se le ve autosuficiente. Y se nota en algunas actitudes. Urkullu ha intentado evitar los debates que ha podido. Participó en el de ETB1, en euskera. Con un 1,4% de share. Y en la noche del martes, volvió a la casa de todos, ETB2, en donde se produjo un curioso movimiento de audiencia. El informativo previo al programa fue seguido por 107.000 espectadores mientras que el debate, en sí, fue visto por 65.000. Será porque la política figura en el tercer puesto del escalafón de las preocupaciones, según los encuestadores de Ikerfel.
Publicidad
El caso es que Urkullu no había querido participar en el debate organizado por EL CORREO. E Iriarte le imitó. Una actitud que, de haberse mantenido en otros partidos, habría sido calificada de desprecio hacia el electorado y hacia sus propios contrincantes. Pero, en este caso, no levantó ampollas. No sabemos cómo hubiera transcurrido ese debate si hubieran participado los seis que aparecieron en el de ETB. Pero el debate en la televisión pública fue una autopista llana para Urkullu. Con alguna curva en donde le esperaba Iturgaiz. Porque Equo le facilitó la noche, más pendiente de competir con Podemos. Gorrotxategi aún con muchos deberes del Parlamento vasco que pasar a limpio si quiere criticar con rigor la gestión del PNV. Idoia Mendia, cogida de la mano del PNV, empujando al PP hacia Vox (como hace Sánchez). Y Bildu esperando su momento para que el PNV se orille hacia sus planes radicales de nacionalismo obligatorio. Tan solo Iturgaiz le amargó la noche.
Urkullu no está acostumbrado a que le canten las cuarenta. Y encajó mal el reproche del candidato popular sobre su falta de reacción y empatía hacia las familias de los dos trabajadores sepultados en el vertedero de Zaldibar. Y respondió con brocha gorda, afeando a Iturgaiz que aportara a Euskadi «lo peor de la política española». El dirigente popular había hurgado en la herida más abierta de la legislatura del lehendakari. 'Touché'. En todo lo demás, vía libre. Si la corrupción, en Euskadi, se llama «De Miguel» y no «Bárcenas», por ejemplo, nada que recriminar, por lo visto.
No hay alternativa a Urkullu. Tiene a los socialistas encantados de compartir poder con él. Y sin los socialistas no hay tripartito que desplace al PNV. En la derecha constitucionalista está Iturgaiz. Sin complejos. Y con memoria. Pero sin la fuerza electoral que tuvo hace años. De ahí la prepotencia con la que reacciona el PNV cuando se le señalan algunos lamparones de su gestión.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión