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No hay duda. El carnaval ya está aquí. Y, con estas temperaturas a lo Río de Janeiro, este año viene especialmente tropical y sandunguero. Los disfraces más cotizados de momento son los de Trump y Kim Jong-un, dos personajes que no necesitan careta. De hecho, solo les falta la goma. Está claro que ese peluquero de Hanói que ofrece cortes de pelo gratis (a lo Trump o a lo Kim) tiene más fe en la paz mundial que una Miss Universo recién coronada. Y puede que hasta tenga razón porque, una vez 'tuneados', sus clientes sienten el impulso irrefrenable de darse la mano o fundirse en un abrazo con su 'oponente político'. Luego esos selfis dan la vuelta al mundo a través de las redes y, quieras que no, el mensaje fraternal va calando en el ideario colectivo... Aunque conviene no emocionarse demasiado porque de ilusión también se muere.

Aquí la víspera de las carnestolendas nos trae el regreso de la Milá a la tele. Dicen que vuelve más disfrazada de sí misma que nunca: fiel a su momento ducha y dispuesta a autoanalizarse hasta la hez (en sentido literal). Trae con ella a su perro 'Scott'. Un perrillo que ha contribuido a sacarla de la depresión profunda en la que probablemente la sumieron las animaladas que llegó a presenciar en ese zoo de cristal que es 'Gran Hermano'. Después de 16 ediciones como jefa de pista, no me extraña en absoluto que la gran Milá haya terminado hablando con chimpancés. De hecho, con permiso de Jane Goodall, Mercedes debería ser considerada una autoridad mundial en el trato con primates.

Tamara Falcó también se suma al jolgorio. Llega a estos carnavales con un don Juan, figura más propia de Todos los Santos... Aunque después de confesar que solo ha compartido con él «dos citas sin beso y una misa», no se sabe si la hija más beata de Isabel Preysler aspira al disfraz de doña Inés o al de María Goretti. Con todo, la chirigota más cantada es la de Alba Carrillo. Ahora le ha dado por defender (igual que hizo con Feliciano) a un consumado Tenorio como Courtois, el portero del Madrid. Alba se niega a pedir informes. Y algunos, conociéndola, ya se preparan para ese miércoles de ceniza en el que la despechada Carrillo entierre no una sardina, sino un tiburón.

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