Lo que hay que aguantar
A la última ·
Cargó la responsabilidad sobre RTVE, alegó que sus opiniones sobre la puesta en escena no habían sido escuchadas y se largó sin hacer una chispa de autocríticaTravesuras aparte, me gustaría saber qué pecados podíamos cometer siendo unas crías para que tuviéramos que rezar el 'Yo confieso'. Como mucho, aprovechar cualquier circunstancia ... para hacer el tonto: cuando llegaba el momento de decir «por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa», los golpes de pecho que nos pegábamos resonaban en toda la capilla. A esa edad, teatreros somos un rato. A esta, los golpes nos los damos de verdad.
A días y a ratos, la culpa nos quema, nos sube por la garganta y nos estrangula. Pero algunos, los que la confunden con el reflujo gástrico, culpan a otros como antiácido. Le pasó a Melody en la rueda de prensa del pasado lunes. Cargó la responsabilidad sobre RTVE, alegó que sus opiniones sobre la puesta en escena no habían sido escuchadas y se largó sin hacer una chispa de autocrítica (como el ente público, que tampoco). Escribe con mucha guasa Lidia García, investigadora coplera, que la artista hizo un servicio folclórico porque nos dio «indirectas a lo Pantoja, pausas dramáticas a lo Jurado, fuertes vibraciones de «a mí nunca nadie me ha pisado el poncho» a lo Concha Piquer, contestar a todos los periodistas como si fueran Lauren Postigo y el ya tradicional hablar de sí misma en tercera persona». Melody vive, la copla sigue.
El análisis en clave folclórica de la comparecencia eurovisiva es aplicable a las comparecencias políticas, esas en las que se sacuden la responsabilidad a base de evasivas, de soberbia, de comentarios presuntamente ingeniosos y de echarle la culpa al contrario. Es Pantoja achacando sus males a Julián Muñoz, es Melody señalando al equipo de RTVE. María Eizaguirre, la directora de comunicación, decía: «Lo que hay que aguantar». Pues eso.
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