El día de ayer fue a su manera revelador. Bastó con ver a los políticos en el Congreso para entender que ya pueden darse prisa los científicos. O estamos arreglados. Como pasa a veces, una buena noticia llegó al rescate de inmediato. Y se supo que un grupo de investigadores vascos ha desarrollado un test para diagnosticar el Covid-19. Se trata de una prueba PCR, las más fiables, que podría permitir multiplicar los test que se hacen sin depender de un mercado que se ha vuelto una jungla.
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Los responsables del test pertenecen a instituciones como la UPV, Biocruces, Ikerbasque o el Achucarro Center de neurociencia. Comenzaron a trabajar coordinándose telemáticamente en cuanto se decretó el estado de alarma. Lo hicieron bajo el viejo precepto krausista de que «todo lo sabemos entre todos». Y atendiendo al principio de utilidad. ¿Se necesitan pruebas? Vamos a ver si podemos autoabastecernos de pruebas. Metiendo dieciséis horas al día, lo han conseguido en diez días. La consejera de Salud ya ha dicho que, en cuanto el nuevo test pase los controles necesarios, Osakidetza lo incorporará como método de diagnóstico. Nekane Murga también informó ayer de los cerca de sesenta ensayos clínicos sobre el coronavirus en los que participan los institutos de investigación de Osakidetza.
Conocimiento y colaboración. Es el camino, no hay duda. Cualquiera que tenga una formación cultural adecuada sabe que de los problemas realmente graves acaban encargándose siempre Tony Stark y Reed Richards, o sea, Iron Man y Mr. Fantástico, que serán superhéroes, pero son los superhéroes que acumulan más doctorados en medicina, biología, ingeniería y astrofísica.
Además de sacar pecho si llegan los éxitos, la política debería sacar la cartera cuando lleguen los presupuestos. También podríamos probar a que el espacio que ocupa en la discusión pública la ingeniería social fuese ocupándolo la ciencia y la tecnología a secas. Para que todo lo sepamos entre todos. Imagínenselo: los científicos explicándose con frecuencia en el telediario, entre los políticos declarativos y los futbolistas sufrientes. ¿No íbamos a salir de todo esto mejorcitos?
CONGRESO
Virus y bulos
Ayer en el Congreso se vivió una escena delirante: PSOE, Podemos y Vox compitiendo en escándalo por la existencia en la Red de bulos y 'boots'. Fue como lo de Renault en 'Casablanca' («¡Qué escándalo, aquí se propaga información falsa!»), mientras les pasaban bajo mano los retuits. Nos acercamos a la chifladura posmoderna que se vive en Estados Unidos, donde Trump denuncia las 'fake news' mientras él mismo las genera. Entre 2015 y finales de 2017, la web 'Politifact' señaló 329 declaraciones de Trump como «del todo o parcialmente falsas». Justo en 2017, atacando a la prensa tradicional en una entrevista, el presidente soltó que uno de los «términos más grandes» que él había inventado era 'fake'. Y cómo será esta locura que hasta eso era falso. La construcción 'fake new' es del XIX. «Quizás otra gente lo ha usado antes que yo», concedió Trump, mostrando el mecanismo. «Pero yo no me he enterado».
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NICARAGUA
Distanciamiento
Ante el coronavirus, en Nicaragua el Gobierno prohíbe guantes y mascarillas para no alarmar a la población. La población, sin embargo, es como es. Y se alarma. La oposición al régimen de Daniel Ortega y señora denuncia que se busca el desastre para desviar la atención. En Nicaragua se programan fiestas y conciertos. El Gobierno invita a disfrutar las playas. El 13 de marzo hubo una gran marcha: 'El amor en tiempos del Covid-19'. El único que guarda en el país la distancia social es justo el presidente: lleva veintitantos días desaparecido.
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