«Sálvese el que pueda, que los que podían ya se han salvado». Ese parece ser el lema no escrito ante las próximas elecciones andaluzas, que serán en otoño, cuando las hojas de los árboles caigan y las musas engorden. El PP se dispone a bloquear el plan presupuestario de Pedro Sánchez, al mismo tiempo que Pablo Casado ensaya la oposición al Gobierno con su veto a los objetivos de déficit y al techo del gasto. Todo esto sucede con lo que podríamos llamar «una lentitud vertiginosa» y el PP utiliza su mayoría absoluta en el Senado para cargarse el plan presupuestario de Pedro Sánchez.
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El célebre duopolio audiovisual está dejando estrábicos a los que miraban a España con un solo ojo y a los que la contemplan desde el llamado Valle de los Caídos, donde están los que no cayeron en la cuenta ni admiten que las guerras civiles duran siempre un siglo, más la propina. ¿Qué puede hacer Pablo Casado ante una situación que tiene, como objetivo primordial, descolocarle? El giro del PDeCAT ha sido demasiado brusco y el PP piensa utilizar su mayoría en el Senado para ponérselo imposible a Pedro Sánchez, que antes solo tenía difícil.
¿Dónde están los políticos que andaban por el monte solos? Cuando se agrupan, les crecen los problemas. La herencia es muy enrevesada, pero tampoco es solución rechazarla en bloque. Esas cosas, siempre enojosas, las debieron hacer nuestros mayores, pero estaban atareados en deshacer España y Puigdemont hace todo lo que puede por bloquear la acción de Gobierno. Los ocho diputados neoconvergentes son una traba, pero únicamente podrán quitarles los que los han puesto. Y parece que no es el primer cometido de los independentistas, que siguen a lo suyo, aunque no sea lo nuestro.
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