Pisa morena
El informe Pisa aplaza su presentación y no precisamente porque espere a que tengamos Gobierno
Los tambores resuenan procedentes de los tribunales y en los pasillos del Congreso los susurros y silencios que provocan las conspiraciones simulan una actividad endiablada. ... Con estos mimbres, los asesores y demás personal de compañía no aconsejan a los políticos hablar de educación con la que está cayendo, pero el informe Pisa -esa evaluación de la preparación de los jóvenes que tenía previsto publicar los resultados en este mes- ha aplazado su intención de hacerlo en nuestro país y no precisamente porque espere a que tengamos Gobierno. Al parecer, el estudio, que se realizó en 2018, y al que estaban convocados 40.000 alumnos de 1.100 institutos españoles, incluía en esta ocasión un nuevo apéndice en el apartado de lectura dedicado a la fluidez lectora. Quienes lo han corregido, o más bien supervisado, no saben cómo interpretar lo sucedido. Fuentes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han informado que los alumnos españoles han respondido a las preguntas siguiendo una pauta que los ordenadores no saben evaluar, y que está relacionada con la rapidez meteórica de las respuestas. Nuestros jóvenes han necesitado apenas 25 segundos para responder a 20 preguntas, cuando lo necesario serían 50 y, por lo visto, eso solo ha pasado en este país.
Ellos desconocen el dominio de la improvisación que poseemos y quizás por ello no se animan a pronunciarse temiendo que estos extraños resultados no sean sino la punta del iceberg de algo que está sucediendo. Por ello han decidido que el próximo 3 de diciembre solo se publicarán los resultados de ciencias y matemáticas, dejando los que respecta a lectura en cuarentena. Los chicos podían haberse mandado uno de esos mensajes virales a lo Tsunami democrátic diciendo que pasaban de la lectura. Pero teniendo en cuenta que tenían 15 años, que eran miles y que pertenecían a distintos centros y zonas geográficas, además de estar bajo la supervisión de un educador, no parece posible. El tema daría para hacer bromas si el asunto no fuera tan serio. La imagen que damos, aún sin la tuna cantando 'pisa morena' es bastante lamentable.
La ministra Celaá, que de momento sigue ostentando el cargo de ministra de Educación en funciones, ha tirado balones fuera cuando le han preguntado por el asunto diciendo que esta gestión le correspondía al anterior gabinete. No creo que el futuro de nuestros jóvenes, es decir la fortaleza del tejido social de este país, pertenezca a los distintos gobiernos y tampoco creo que lo piense ella, experta en el tema. Más bien me inclino a pensar que lo que le sucede es que se le acumula la plancha. Siete leyes de educación desde 1998, cada una de ellas ideologizada por el partido que tuviera mayoría en el Congreso de diputados, más lo que venga no hará que nuestros jóvenes sepan lo que es la fluidez lectora.
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